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Reflexión

Mutuas y fronteras

Las élites de la vieja Europa llegan a acuerdos en la política para los refugiados forzosos. Claro, en la coordinación y en sus variadas fórmulas para dejarlos fuera. Ni la visibilidad del problema hace que las élites políticas respeten las leyes y la cultura de los derechos. Han sido muy efectivos para no asumir responsabilidades y cederlas a otros. Mutualizar es la nueva palabra mágica del liberalismo económico. Mutualizar a los propios refugiados que huyen de la muerte (repartirlos entre todos) y mutualizar los costes de mantenerlos, integrarlos y regularlos.

No hubo mutualización de la deuda pero puede haber mutualización de los refugiados. Y son las naciones del Este, aquellas que más se beneficiaron desde finales de los años noventa por el alto número de migrantes económicos que desplazaron al Oeste, las que hoy ponen más trabas a la llegada de refugiados y, por ende, las que hacen peligrar con más intensidad los acuerdos de Schengen.

En la Grecia acorralada, en la isla de Lesbos, se concentra la crisis de la política europea, la derivada de la política económica y de la política hacia los refugiados. Así ahora, se añadirá la crisis institucional en la construcción europea política, que ha producido el nacionalismo del imperio inglés, la renovación en la Casa Blanca y el populismo de derechas de los gobiernos. A más desigualdad en la distribución de la riqueza más conservadurismo en todas las esferas de la sociedad.

El capital recobra posición dominante en su hegemonía política, en esta última década debilitada, sobre todo, en América Latina. Vuelven las fronteras para las personas, hasta en el interior de la propia Europa, pero la libre circulación de capital y mercancías se mueve en los tratados internacionales con la desregulación.

La canción de la crisis económica es realmente un reajuste del poder económico en su relación con la democracia. La democracia ha sido debilitada por los propios mecanismos que esta proporciono al fagocitarla el poder económico. La democracia la convirtieron en un escorpión para sí misma. En los resultados de las elecciones, se reconoce ampliamente, los súbditos han vuelto al orden y abandonan su sueño de la libertad. Y los poderes confían en que no habrá reacción, y a lo mejor no es miopía.

La seguridad es una garantía electoral aunque te este condenado tu verdugo. En un alambre muy fino suceden los días, porque cada vez más en el interior de las naciones ricas se generan muchos mundos desiguales que producen más tensiones, más conflictos. Emergen muchas contradicciones con los discursos oficiales, y donde la campañas propagandistas adquieren valor estratégico -ya el nazismo lo descubrió- y la discriminación de la diversidad abre más brecha social.

Y para los jóvenes, festivales de música y moda, game parties y videojuegos Pokémon Go. Los excluidos con diversos y nuevos perfiles siempre en las colas, el precariado de un lado para otro y una clase media empujada hacia la base de la pirámide social. Las pensiones futuras a un paso de las mutuas. Después hay extrañeza por el alto consumo de alcohol y tranquilizantes, cuando muchos sueños son rotos cada día. El único espacio al goce es lo subjetivo, que también esta mercantilizado, y cuyo territorio de negocio es el cuerpo. Y, la racionalización dice que mejor es lo conocido. Y la ausencia de responsabilidad, advierte que esto no cambiará nunca. Mientras tanto, más muros se levantan para la supervivencia y no para la convivencia. El retroceso es más profundo que lo que se expresa.

(*) Profesor titular de Psiquiatría de la ULL

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