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El análisis

El declive intelectual del PSOE

El precedente social y físico de las Casas del Pueblo fueron los centros obreros que a finales del siglo XIX acompañaron al proceso de propagación del socialismo en España, siendo así habitual que allí donde había una agrupación política o sindical socialista, se constituyera una Casa del Pueblo. Llegaron a crearse aproximadamente 900 casas del pueblo en España con anterioridad a la Guerra Civil, dato que situaba a ese país en el quinto lugar europeo en número de centros. Además de centros de reunión, se proyectaron como espacio pedagógico contra el analfabetismo obrero y base de transición para el acceso a las universidades populares.

En 1908, Pablo Iglesias inauguró el local de Madrid instalado en un antiguo palacio ducal en la calle del Piamonte; en ella se domiciliaron diversas asociaciones obreras afiliadas a la Unión General de Trabajadores, y como propiedad conjunta de los obreros de Madrid. Disponía de servicios como una mutualidad obrera (primitivo seguro médico para trabajadores con dispensario gratuito de medicinas para los afiliados), biblioteca, orfeón, cuadro artístico, grupo deportivo, cooperativa, teatro y salón-café. Acogió a cerca de 35.000 obreros y campesinos de la capital de España y los pueblos aledaños. El edificio fue demolido en 1953. El modelo madrileño sería pronto imitado en otras ciudades españolas, sobre todo en Asturias y País Vasco.

En estas Casas del Pueblo formaban a los militantes y daban conferencias intelectuales y dirigentes políticos del PSOE como don Luis Jiménez de Azúa, don Felipe Sánchez Román, don Julián Besteiro, y don Fernando de los Ríos, entre otros, a los que se les profesó siempre admiración y respeto, como a Indalecio Prieto, de formación autodidacta, cuya extraordinaria inteligencia natural le permitía intervenir y opinar sobre toda suerte de materias, con tal acierto, que los versados en ellas se veían obligados a reconocerle la máxima beligerancia. Cuando hubo que tomar decisiones históricamente trascendentales, el catedrático y diputado socialista Fernando de los Ríos, viajó a la Unión Soviética, como delegado del PSOE, en el otoño de 1920, junto a su compañero de la UGT Daniel Anguiano, para estudiar la realidad de la triunfante revolución bolchevique, y su implicación en todas las áreas del Estado. El informe que emitió de su viaje y de su famosa entrevista con Lenin, sirvió de base para que el PSOE no se adhiriera a la Tercera Internacional y al Komitern.

En los frecuentes períodos de crisis políticas que hubo en la España de la primera mitad del siglo XX, cabe destacar el papel de intelectuales, como Ortega y Gasset, que junto con Gregorio Marañón y Pérez de Ayala fundaron la Agrupación al Servicio de la República; y de dirigentes políticos con sólida preparación intelectual como Manuel Azaña, que pronunciaron conferencias o escribieron libros y artículos con interpretaciones magistrales de la Historia de España. José Ortega y Gasset, publicó un demoledor artículo el 15 de noviembre de 1930 en el antiguo diario El Sol, bajo el título: Delenda est Monarchia, que precipitó el final del reinado de Alfonso XIII y la proclamación de la II República. En la Casa del Pueblo de Alcalá de Henares, Manuel Azaña pronunció el 11 de febrero de 1911 una conferencia sobre "el Problema Español" que tuvo una gran trascendencia posterior, como su artículo de 1924 "Apelación a la República". No es posible entender el nacionalismo independentista catalán sin analizar los discursos de Azaña y Ortega, pronunciados en el Congreso de los Diputados, sobre el Estatuto de Cataluña, el 13 y el 27 de abril de 1932. Don Juan Negrín pronunció en una de las Casas del Pueblo de Madrid las conferencias "democratización de la Universidad", y "Ciencia y Socialismo", que fueron publicadas en el "Socialista", el 28 de mayo y el 3 de diciembre de 1929.

En Canarias, durante y después de la transición a la democracia, formaron a los militantes socialistas, con sus publicaciones, artículos, conferencias y debates, y nos orientaban en momentos de confusión, dirigentes políticos e intelectuales socialistas, que sería imposible citar a todos, como Jerónimo Saavedra, de notable cultura; Juan Rodríguez Doreste, un humanista de cultura enciclopédica, el mejor conferenciante y orador de masas que he conocido; el consumado ensayista y riguroso historiador de la Ciencia , Alfredo Herrera Piqué; el abogado tinerfeño José Arozena, al que se le conocía como el "lector mayor del Reino" ; y el catedrático de Derecho Constitucional Gumersindo Trujillo, el mejor especialista español sobre el Federalismo, cuya enseñanza impartió a los universitarios canarios de varias generaciones.

En los años de la República, en la isla de El Hierro, el lugar más lejano del corazón de España, José Padrón Machín, escritor y periodista, autodidacta de vasta cultura, Secretario Insular del PSOE, editaba de forma rudimentaria la "Voz del Trabajo", que se leía debajo de un pino o de una higuera, junto con el único ejemplar del "Socialista" que llegaba a la isla en un velero cada quince días, a los militantes del PSOE, de la UGT y de las Juventudes socialistas, en los momentos de descanso laboral. Cuando yo tenía unos 17 años le pregunté ¿Don José, cuando me enseña usted lo que es el socialismo democrático? . Me respondió: "Mi hijito, primero tienes que leer a Cervantes y a Galdós, antes de preocuparte por la política tienes que tener cultura". Qué claro lo tenían aquellos humildes socialistas.

El dirigente político e intelectual socialista más importante del último tercio del siglo XX y de lo que llevamos del primer tercio siglo XXI, es, sin duda, Alfonso Guerra, verdadero artífice y ponente de la Constitución de 1978, cuyo talento político es equiparable al de Indalecio Prieto, y cuya profunda cultura y formación intelectual se sitúa a la misma altura que la de Azaña y Ortega y Gasset. No tiene precedentes en los 137 años de historia del PSOE, la ingente obra cultural e intelectual que ha desarrollado personalmente y como presidente de la Fundación Pablo Iglesias y de la Fundación Sistema. Es imposible condensar la cantidad de libros, revistas, conferencias, debates, exposiciones, y documentales, sobre los más variados temas políticos, culturales e históricos, que, bajo su dirección, han organizado y publicado ambas Fundaciones. Su vastísima cultura se ha evidenciado, entre otras intervenciones públicas, en su conferencia en la Biblioteca Nacional, y en sus originalísimas e innovadoras conferencias sobre el Quijote. Hace unos años, en Las Palmas de Gran Canaria, con motivo del homenaje al pintor socialista Felo Monzón, deslumbró a los militantes socialistas y asistentes interpretando una nutrida selección de textos teatrales, poemas y textos en prosa de los más importantes escritores y poetas. A algunos que me confesaron que no conocían esa faceta de Alfonso Guerra, les contesté que estaban conociendo al auténtico Alfonso Guerra, referente humano e intelectual del PSOE. La divulgación de la obra poética de Miguel Hernández y de Antonio Machado, del que es el mejor especialista, ha calado profundamente en los veneros del pueblo. Ha sido el único dirigente socialista que ha tenido la honestidad intelectual, desde la presidencia de la Fundación Pablo Iglesias, de hacerle justicia y reivindicar para España y para el PSOE a la figura histórica del ilustre científico, maestro de grandes maestros, y estadista, Juan Negrin, que había sido condenado al ostracismo por su propio partido, al que le ha dedicado un capítulo, en su III libro de Memorias, bajo el significativo título de "De Esbirro de Stalin a estadista y patriota".

Desgraciadamente, el PSOE, desde hace unos años, se ha convertido en un desierto cultural e intelectual. Se ha descuidado la formación de los militantes, de los que sólo se acuerdan en las campañas electorales. Ya no se fomenta por los actuales dirigentes la celebración de debates, ni se invita a dar conferencias en las Agrupaciones Locales a los veteranos socialistas con experiencia política, conocimientos, y formación cultural e intelectual. Por una extraña y trágica perversión, decía Ortega y Gasset en 1921, el pueblo español, desde hace siglos, tiene la tendencia a detestar a todo hombre ejemplar y a no ver sus cualidades excelentes. En esa perversión extraña y trágica, están cayendo algunos dirigentes y militantes socialistas actuales, que detestan a dirigentes históricos socialistas, y a Alfonso Guerra, cuyas excelentes cualidades políticas e intelectuales no aprecian o desconocen, llegando incluso a poner reparos a su libertad de expresión, cuanto tiene la obligación de manifestar sus opiniones, como ha hecho recientemente en el importante artículo "Perplejos", publicado en la última revista Tiempo, en un momento de grave desgobierno en España, y de avance del proceso independentista de Cataluña, que está desestabilizando el sistema democrático.

El desconocimiento y el olvido por los militantes socialistas de la ejemplar trayectoria histórica del PSOE, y de sus relevantes figuras intelectuales y políticas, amenaza su permanencia en el futuro y puede causar una profunda herida a la democracia española. Como ha dicho en su discurso de ingreso en la Academia de la Lengua, la historiadora de las ideas políticas, Carmen Iglesias: "ni los individuos ni las colectividades pueden sobrevivir ni progresar, ni siquiera materialmente, sin la recuperación de la memoria histórica, que es una de las vías para buscar la verdad".

(*) Vicepresidente de la Fundación Juan Negrin

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