Querido amigo: dicen que nos hemos inventado a Dios para tener alguien a quien quejarnos y a quien pedirle que resuelva nuestros problemas. Pero Dios no suele contes-tar y, si conseguimos arreglar las cosas, vamos y se lo agradecemos, pero si no, pensamos que esa era su santa voluntad.
Podemos creer o no creer en Dios, Gregorio, pero lo que sí creo es que nos hemos inventado a los políticos profesionales por esas mismas razones, pero resulta que los políticos no existen, lo que existe es gente que se las apaña para vivir de la política.
En mi barrio hay una calle sin asfaltar, y mientras los concejales de barrio se van turnando hemos tenido de todo: concejales de derecha, de centro y de izquierda, pero ninguno ha conseguido que se asfalte la maldita calle.
Me cabrea cuando vienen a discursearnos sobre sus diferentes ideologías políticas cuando lo que queremos es que asfalten la calle de una puñetera vez.
Los políticos no plantan árboles para embellecer la ciudad, los plantan para que no podamos ver el bosque de disparates que han parido y que nosotros, en nuestra inconcebible ceguera, sigamos ayudándoles a mantener su poltrona.
Algún día nos daremos cuenta de que no necesitamos políticos, que lo que necesitamos son buenos gestores, y a la vista está que llevamos casi un año sin gobierno porque los políticos de este país no se ponen de acuerdo. Todos sabemos lo que es bueno o malo para nuestra comunidad, y eso no tiene nada que ver con ideologías ni otras monsergas.
Estamos dándole de comer a un montón de inútiles que lo que hacen es subcontratar a otros para que hagan lo que ellos no son capaces de hacer, que en lugar de gestionar la sanidad la privatizan para que la gestionen otros. Lo mismo hacen con la educación y los centros concertados, y hasta Hacienda utiliza empresas privadas a comisión para que nos cobren los impuestos. Los que sobran aquí son ellos, Gregorio.
Las preferencias ideológicas tienen una importancia relativa cuando los objetivos son tan fundamentales como llegar a fin de mes, tener un sanidad pública que funcione o una educación apropiada para nuestros hijos.
En Suiza los políticos son milicianos, es decir, que no viven de la política. Allí todos los parlamentarios, diputados y senadores viven de su propio trabajo, y la única excepción es la de sus siete ministros nacionales y los cantonales, que son de dedicación plena y reciben un sueldo.
Nuestros políticos se pasan la vida en el partido, y cuando no salen elegidos el partido les pone en lista de espera con preferencia para la próxima vez, y así entre gobierno y oposición per sécula seculórum.
A la política se viene a servir, no a que te sirvan, Gregorio. Ya estamos hartos de mantener a políticos y expolíticos que han hecho de la política su profesión y se aferran a la teta del poder para mamar durante toda la vida. Ya está bien, carajo, que se pongan a trabajar.
Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.
