La Provincia - Diario de Las Palmas

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Calafateando

Cada uno en su sitio y en su papel

Las dos sesiones celebradas en el Parlamento la semana pasada para la investidura como presidente de Mariano Rajoy se convirtieron, por obra de unos y de otros, en un gran circo romano. En cada sesión el respetable graderío aplaudía a rabiar y arengaba a sus gladiadores; solo faltó ver de sus señorías la señal del pulgar hacia abajo conminando al vencedor dar muerte a su contrincante. Nada que decir de lo interesante que fue el espectáculo. Allí, en el hemiciclo, nada de arena como era de esperar; en su lugar y en el centro del ruedo lo que sí había era taquígrafas, que muy atentas recogían, tirados en el suelo por la trifulca, espadas, lanzas, escudos y alguna que otra red metálica, esas que utilizaban, junto a todo el aparato ofensivo y defensivo, para inmovilizar al contrincante, haciéndolo suyo y a su merced.

Cada uno en su sitio con su verdad y nadie se salió del guión, por lo que el resultado en las dos ocasiones fue un calco de lo mismo: 170 a favor de la investidura y 180 en contra. Rajoy y sus conmilitones ¿fueron incapaces o es que no quisieron agenciarse algún apoyo más de la Cámara? Lo que sí demostró el gallego fue el tópico de que nunca se sabe si sube o baja la escalera. Su nivel de cinismo es ilimitado: cuando le piden a él ser responsable, por amor patrio, pronuncia un No que se oye del cercano hotel Ritz, pero cuando es él quien pide a la oposición que le dé su apoyo, si se lo niegan, ésta es irresponsable y antipatriota. Es tan astuto y sibilino que hace recaer sobre el PSOE su propia incapacidad y responsabilidad para entenderse con otros partidos. Sin embargo, cuando necesitó a los independentistas "que quieren romper España" para conseguir la presidencia de la Cámara, le faltó tiempo para negociarla con ellos (no se sabe todavía a cambio de qué), cosa que le posibilitó manejar a su conveniencia los tiempos, alargando el calendario para hacer coincidir las posibles terceras elecciones el día de Navidad. La argucia y la trampa es lo suyo. Como hacer ver que el país funciona solo con él; que él es el único que garantiza las pensiones (vaciando la caja que dejó Zapatero) y el sueldo de los funcionarios; que el mundo se para si no es él quien gobierna. Estos últimos días, con la propuesta de Soria a la presidencia del Banco Mundial (de la que tuvo que renunciar), retrata su perfil despótico y cesarista; la primera señal la vimos cuando hizo lo mismo con el exministro Wert, premiado con un cargo dorado en Francia, sin que se sepa qué hace con su compañera, y por los sueldazos que cobran ambos, en qué se beneficia España. Este es Rajoy con su nepotismo, el único que puede salvarla. Lo malo es, ya lo hemos dicho en otro lugar, que tenemos un pueblo demasiado ingenuo y reticente. Me refiero a esa gran masa amorfa y miedosa a la libertad. Le gusta que otros piensen y decidan por ella; acepta sin rechistar que los que mandan la vean una gran reserva de nuevos esclavos, y se dice "es natural". Ante tal evidencia el Partido Socialista tiene también mucho que ver: en vez de estar como una "piña" los históricos con los actuales responsables del partido, les guste o no, a lo que se dedican es a dar carnaza de poca unidad interna, cosa que aprovecha de maravilla en su propio beneficio el PP; como se dice, se lo ponen a huevo los mismos socialistas. Qué pena. Entre éstos llama la atención Felipe González, pero bien mirado no tanto; amigo íntimo que es de uno de los hombres más ricos del planeta, Carlos Slin, junto con sus puertas giratorias su causa no es ya la del PSOE, lo suyo hoy es administrar su hacienda. Que no es poco. Teme, con una pulsión enfermiza, que Unidos Podemos le podría quitar lo que tiene.

Después de la resaca en la sede de San Jerónimo, Pedro Sánchez dejó caer que está dispuesto a buscar soluciones para el desbloqueo con un Gobierno alternativo. A ver si es verdad, y lo dejan. Y no marea la perdiz. Antoine de Saint-Exupéry, en El Principito, hace decir al zorro: "Lo esencial es invisible a los ojos". Pero aquí, "lo esencial es lo que no conocemos".

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