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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

¿Es Sánchez un marciano?

La verdad es que nos quedaba por cumplir una esperanza anhelada, que no era otra que darle carácter extraterrestre a todo el tinglado electoral que vive España, casi igual que una boda gitana que nunca se acaba. Rajoy ha sido el primero en poner sus posaderas en Marte, al comentar en los corrillos internacionales que Sánchez es un marciano. Quiere decir el presidente en funciones que no le puede entrar al candidato socialista, que es como hablar con un individuo de otro planeta, que no hay sintonía, que no lo puede ni invitar a un puro, que no sabe cuál es su ying ni cuál es su yang, que le exaspera, que le saca de quicio... Vamos, que el líder del PP entiende que una mala jugada de la política lo ha situado ante un tipo de color verde, ojos brillantes e inquietantes, con algún artilugio mecánico entre sus vísceras, y que a los diez minutos de entrevista abandona Moncloa para subirse a una nave incandescente pilotada por unos enanos cuyas extremidades acaban en ventosas. Y que cada vez que le pasa por la cabeza un impulso negociador con el PSOE acaba en modo pánico: le aparece una y otra vez la imagen más irreal de Sánchez, sumido en preocupaciones muy equidistantes a las suyas, embarcado en el recuento de los minerales de su planeta, saturado por los pensamientos de una estrategia a la que Rajoy no es capaz de llegar. Así lo cuenta a los mandatarios que le preguntan: se encoge de hombros, y contesta que no puede hacer otra cosa, que está ante un marciano con preocupaciones dispersas al que no puede invitar a una copa ni a ver un partido de fútbol. En realidad este extrañamiento entre los dos es más prosaico de lo que parece, y tiene menos rango intergaláctico del que Rajoy le pretende dar. Tiene su punto de partida en el debate televisivo de la primera ronda electoral, donde Sánchez llamó al candidato popular "indecente". Después de ese minuto todo es un magma indigerible.

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