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PIEDRA LUNAR

El odio a la poesía

Llega Marcial Pulido a la tertulia con un librito que tiene el sorprendente título de la columna de hoy. Es un ensayo de 85 páginas (Alpha Decay, 2017) escrito por Ben Lerner (1979), profesor norteamericano (Brooklyn College y Princeton), que le da la vuelta al calcetín sobre la relación del lector con la creación poética. Muchos seguidores de esta columna y gente de nuestra generación no podrán negar que han sido lectores de poesía desde la primera juventud. Ya en primera persona, siendo alumnos del instituto, participamos en recitales poéticos, lo mismo que en los cálidos colegios mayores sin calefacción. En otra página de la vida, a los jóvenes bachilleres los introdujimos en el mundo de la poesía a través del cancionero urbano y amoroso que ellos mismos escuchaban cada tarde en sus auriculares, con sus alados sueños y sus frustraciones existenciales. Tras conocer los paisajes simbolistas de Antonio Machado, la muchachada se extasiaba con Aurora de Nueva York, de Lorca, o con poemas de Tomás Morales, Alonso Quesada, Luis Alberto de Cuenca o Ángel González. Y cuando superamos los fantasmas del respeto que merecen los mitos, convencidos del poderío de la palabra figurada, nos atrevimos a publicar Salmodia atlántica (opus XXI d.c.) (2013), una exploración neo-surrealista sobre la potencialidad de las variantes léxico-semánticas. No podemos negar que hemos firmado el prólogo de un par de poemarios de autores de nuestro entorno, y ahora mismo, tres poemas giran en la noria de una antología volcada al rumano, junto con una veintena de poetas canarios. Poco antes de morir, tuvimos la oportunidad de recoger el siguiente testimonio de José María Millares: "La poesía es indomable y quien se atreva o intente definirla no sabe de lo que está hablando". Con estos precedentes, la pregunta es inevitable: ¿Qué tiene este ensayo que a primera vista nos pone en contra de un género tan amado y regustado en nuestras biografías? Lerner, su autor, subraya la ambivalencia de amor / odio que genera la poesía. El género poético se ha ganado su prestigio con la palabra de los poetas, pero también despierta recelo y odio entre quienes se parapetan tras un muro debido al esfuerzo que implica el cambio de registro comunicativo. La tarea de este joven profesor no es nada halagüeña y llega a afirmar que "hay mucho más consenso en el odio a la poesía que la propia definición de lo que realmente es la poesía" (pág. 9). Ahora me viene el recuerdo de una noche lagunera en que Eugenio Padorno, entre mutuos y motivantes vapores etílicos, afirmó: "El poema mata la poseía". Y Lerner en este ensayo dice: "Uno de los problemas de los poetas es su fracaso en alcanzar la universalidad, en hablar por y para todo el mundo. No existe el poema perfecto, el poema universal". Con estas reflexiones, el autor no pretende jugar al despiste sino que trata de indagar en el sentido y la función que este género divino (o palabra de los dioses), tiene en la actualidad.

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