Marlango es un universo que tiende al mismo tiempo al minimalismo y a la inmensidad. La formación fundada por Leonor Watling y Alejandro Pelayo en 2004 ha desfilado por los escenarios como cuarteto, quinteto, sexteto, hasta llegar a sumar 11 músicos con sección de metales. Y 13 años después, Marlango regresa a su espíritu inicial como dúo a piano y voz, consolidados en la escena nacional con su imaginario de pop jazzístico y reminiscencias del blues.

Cada velada con este tándem musical es única porque cada concierto lo escribe el público y, por eso, lejos de un formato monolítico, Marlango se enriquece y reinventa en cada directo. "La gracia de nuestros conciertos es que nunca sabemos cómo van a ser, porque los creamos entre todos los que estamos en la sala", revela Alejandro Pelayo, una de las mitades de Marlango, que regresa el próximo 19 de mayo a Las Palmas de Gran Canaria, con un concierto en el Auditorio Alfredo Kraus.

"No llevamos un espectáculo cerrado: tenemos nuestras propias canciones mezcladas con las canciones de otros músicos que nos gustan, y atendemos peticiones para decidir entre todos qué tipo de noche queremos pasar", añade.

Su directo puede desandar la trayectoria de sus seis discos de estudio y, tal vez, intercalar versiones de Los Beatles, como When I'm 64. También puede culminar en una noche italiana al ritmo de las cadencias de Paolo Conte o bordar el Creep de Radiohead. O puede ser una noche absolutamente políglota, rockera o romántica, a la luz del sello de Marlango. Su repertorio es un barco que zarpa en cualquier dirección y su única norma, con la complicidad de su público, es to enjoy the ride [disfrutar del viaje], como reza una de las canciones de Marlango (Subterfuge, 2004), su primer sencillo.

Desde aquel debut discográfico, la senda de Marlango ha seguido una línea ascendiente que despuntó casi por casualidad y continúa creciendo. "Creo que Leonor y yo somos muy afortunados, porque el proyecto nació sin ninguna pretensión; simplemente tuvimos la idea de pasar a limpio la maqueta de aquellas canciones que habíamos creado juntos para regalarle el disco a nuestros familiares y amigos", anota Pelayo. "Es cierto que pensamos que, si la cosa se daba bien, tal vez un día podíamos hacer un concierto y celebrar con los amigos que habíamos podido grabar el disco. Pero no teníamos muchas expectativas más allá de eso".

Sin embargo, la vida es lo que sucede mientras nos ocupamos en otros planes, como reza la máxima de Lennon. "Enseguida nos dimos cuenta de que en la música no sirve de nada hacer planes, porque son las canciones las que hacen los planes y son las que te llevan y las que te traen", recuerda el músico, "aquel primer año dimos más de 90 conciertos y hasta tocamos en Japón. Fue una locura".

Y así, Marlango fue enhebrando un tapiz de seis álbumes que jalonan una carrera exitosa alrededor de los títulos Automatic Imperfection (2005), Selection (2006), The electrical morning (2007), Life in the Treehouse (2010), Un día extraordinario (2012) y El Porvenir (2014). "Ahora llevamos más de 1.700 conciertos a nuestras espaldas y hemos tenido la suerte de poder tocar en muchos países y grabar seis discos, y de estar en camino de grabar el séptimo", reflexiona Pelayo. "Nos resulta halagador mirar atrás porque realmente es la gente la que te permite dedicarte a este oficio que es azaroso y maravilloso al mismo tiempo. Pienso que no hay nada que podamos hacer ni para tocar más ni para tocar menos. Y este es un oficio maravilloso precisamente porque nunca sabes lo que va a pasar".

La desnudez musical

Al respecto de su configuración como dúo, el formato mínimo de Marlango posibilita una libertad total a la hora de trazar su repertorio y, además, les permite ejecutar las canciones desde su desnudez, con el único abrigo del piano y la voz. "Para nosotros ha sido una sorpresa que el formato dúo guste tanto", confiesa Pelayo.

"A lo largo de estos años hemos moldeado la banda a los diferentes espacios y escenarios donde hemos tocado, desde festivales, hasta teatros o salas más pequeñas", explica. "Pero, curiosamente, nunca habíamos abordado el formato con el que empezamos a trabajar las canciones, que es a piano y voz, la esencia de Marlango".

Una vez más, el éxito nació de la casualidad. "Un día nos propusieron el formato dúo para un único concierto y primero dijimos que no, porque nos parecía que una hora y media a piano y voz podría ser excesivamente monótono para el espectador; pero, al final, lo hicimos y disfrutamos de esa noche como hacía años que no disfrutábamos en el escenario", rememora. "Aquello fue otra locura: no hicimos ningún caso al set list, tocamos lo que nos dio la gana y la gente se lo pasó muy bien, casi tanto como nosotros", añade, entre risas.

A estas alturas de la primavera de 2017, Marlango atesora más de 150 conciertos a voz y piano, en los que persisten "porque el público lo demanda". "Creo que hemos encontrado el lugar de Marlango, en el que, al suprimir la banda y todos los arreglos, luces y fuegos artificiales, nos quedamos solo con la canción. Y es muy emocionante tocar una canción tal como la has escrito, con lo que único que tienes, que es el piano y la voz de Leonor".

Como hermanos

A esta magia que envuelve los minutos con Marlango contribuye la fortaleza de la propia formación, que camina de la mano movida por su amor a la música. "Lo que nos mantiene con tantas ganas de hacer cosas es todo lo que compartimos del oficio", apunta Pelayo. "Leonor y yo somos muy amigos y somos como hermanos, pero más allá de eso, nos gusta mucho estar en el escenario, nos gusta ensayar, nos gusta grabar; en definitiva, nos gusta cada una de las partes del proceso que implica ser músico".

En paralelo, Pelayo acaba de publicar en solitario el disco instrumental La herida invisible (Subterfuge, 2017), con un repertorio a piano que presenta mañana en la sala Berlanga de Madrid. "Todo lo que ha pasado con ese proyecto ha sido un regalo, porque también nace como algo que sólo quise pasar a limpio y, de repente, el disco se ha publicado en todos los formatos, con una edición muy bonita en vinilo", relata. "La música instrumental es difícil de vender, pero ratifica mi teoría de que hay público para todo y que hay muchos tipos de gente buscando y deseando escuchar muchos tipos de música".

Ahora, en su regreso a Canarias y en vísperas de la grabación de su séptimo disco el próximo verano, Marlango ultima los últimos capítulos de la gira de El porvenir. "Esa hora y media de concierto en Gran Canaria será para nosotros, para el público y las canciones, no hay ninguna premisa, no hay nada establecido, y todo puede suceder".