Siempre que la economía personal lo permita, existe otra opción para alcanzar ese conocimiento lingüístico: las academias privadas de idiomas.

Las nuevas condiciones que fueron anunciadas hace unas semanas por la secretaria de Estado de Educación, FP y Universidades, Montserrat Gomendio, se enmarcan dentro de una reciente división del reparto de concesiones económicas. A partir de ahora, por un lado, están 10.000 becas del Programa Erasmus Plus por un valor de una media mensual de 350 euros, que el Ministerio de Educación concederá a aquellos alumnos con mejor expediente y mayor dominio del idioma (nivel intermedio-alto B2), y por otro, figuran las 30.000 becas que Bruselas aportará a aquellos que no consigan esa tipo de ayuda del ministerio de Wert, con una cuantía inferior, 250 euros, y con un nivel lingüístico menor de exigencia. Sean de un tipo u otro, se reducirá a medio año el tiempo de estancia.

Mientras que Educación espera que en 2014 haya la mitad de estudiantes Erasmus tras los ajustes hechos desde Europa, un portavoz de la Comisión Europea sale al paso del Gobierno español para afirmar que si cae el número de beneficiarios "será por decisión del Ejecutivo de Rajoy", pero no de Bruselas, que incrementará, dice, el presupuesto destinado a estas becas para España en un 4,3 % el próximo curso y un 60% hasta el 2020.

El decano de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), Richard Clouet, entiende que un alumno con un nivel del idioma más fluido se defendería mejor en las clases de la universidad de destino, pero argumenta que el nuevo requisito exigido por el ministro Wert supone "un cambio en las reglas de juego". "Atenta contra la movilidad entre los estudiantes europeos y la formación universitaria, y va en contra del espíritu de nacimiento de la propia experiencia Erasmus, que es mejorar en los conocimientos de la lengua y la cultura del país donde el alumno realiza la estancia, y también seguir formándose en las competencias de la titulación en la que está matriculado", explica.

Por otra parte, la medida de Wert ha chocado en el Liceo Francés. "Es sorprendente para el conjunto en general de la población, alumnos que salen del sistema público que no tienen el nivel lingüístico para poder acceder a un Erasmus en los primeros años. Pero nuestros alumnos [Liceo Francés] terminan 2º de Bachillerato con un nivel B2 en inglés y por supuesto, mucho más alto en francés [Dalf es nivel avanzado, equiparable a un C1]", afirma un miembro del equipo directivo del Liceo Francés de la capital grancanaria.

Desde la Federación de Asociaciones de Estudiantes (Faest) indican que esta medida plantea un obstáculo para los alumnos, pues no se ha tenido en cuenta cómo abonarán la formación extra de su bolsillo para alcanzar este nivel, ni tampoco el escaso tiempo para acometerlo antes de viajar al país.

"Ya entrar en la universidad es cada vez más costoso, y si encima se le añade que los chicos tiene que costearse unas clases particulares para alcanzar un nivel, el [programa] Erasmus está cada vez más lejano de la realidad actual", comentan desde el Liceo Francés. En la misma línea, Miguel Ángel Montenegro, director del Colegio Heidelberg grancanario, opina que "a bote pronto, no da igualdad de oportunidades para todos (con este requisito)".

"Vista fríamente no es mala, pero si la universidad ofreciera el año anterior un curso de idiomas para alcanzar ese nivel, que es difícil de lograr en los colegios públicos. Por ejemplo, pagas la matrícula, y si asistes a las clases y llegas al examen, te la ingresamos, un poco por garantizar el compromiso del estudiante", explica Montenegro, que al mismo tiempo señala que "toda decisión que se tome, se diga con antelación a la beca para que no pase lo que pasó este año".

Mario del Pino, profesor de Biología y Química del Colegio Oficial Alemán, considera que "el Erasmus Plus está hecho para aquellos que tienen un poder adquisitivo medio alto, que no está al alcance de todo el mundo". "Si me estás pidiendo un B2, también me tendrás que formar para conseguirlo. Es una responsabilidad del Gobierno", añade del Pino.

Stefan Kammrath, director del centro de exámenes del Goethe Institut en el Archipiélago, que expide los certificados oficiales de alemán, sabe que el nivel B2 es duro, pero "es aconsejable y necesario para entender bien a los profesores", aunque "si se exige desde el principio, puede ser una barrera contraproductiva contra la idea europea de movilidad", matiza.