¿De donde nació la idea de este viaje a Ecuador?
Hace tiempo que tenía ganas de vivir la experiencia de una misión, es algo que siempre he admirado y me ha entusiasmado mucho. En especial me llamaba la atención lo que se conoce como "el sur empobrecido": África, Asia y América Latina. Y más concretamente esta última, porque he estudiado su pensamiento, su filosofía, la teología y las ciencias sociales latinoamericanas.
¿Cómo se planteaba?
Mi idea era irme un mes, pero es difícil vivir la experiencia en tan poco tiempo. Los países que más me interesaban y motivaban por situación social y espiritual eran Ecuador y Bolivia, y al final surgió la posibilidad de ir a esta universidad en Ecuador, en la que me ofrecieron estar desde marzo hasta el mes pasado. Además me han dado la oportunidad de continuar el próximo curso. Yo siempre me he identificado con la enseñanza y la posibilidad de impartir formación profesional en una universidad cristiana respondía a mi vocación religiosa, humana y profesional.
¿Cómo obtuvo el privilegio de conocer al papa Francisco?
Tuve la suerte de que la visita del Papa por América Latina coincidía con mi estadía en Ecuador, uno de los países que iba a visitar. Y aunque yo fui invitado por la diócesis, con la que colaboro, estaría en la universidad en la que yo enseño. Allí el Papa estuvo en su penúltimo día en Ecuador, donde se reunió con el mundo de la educación del país: profesores, responsables de universidad, alumnos, instituciones...
¿Y cómo fue ese encuentro?
Fue muy cercano con todo el mundo, como es él, tuvo el detalle de pararse a hacerse fotos incluso. Dio un discurso, pero también hubo intervenciones de responsables de colegios, universidades y del mundo de la educación de Ecuador en general.
¿Qué destacaría del pontificado del papa Francisco?
Yo creo que este Papa es un testimonio espiritual, ético y social del evangelio de Jesús, que cómo se sabe, y así lo refleja el nombre que escogió en referencia a Francisco de Asís, tiene unas claves y unos principios muy claros en su pontificado. El principal es ser una Iglesia pobre con los pobres, que han de ser los protagonistas del desarrollo y de la liberación integral del planeta. Otra clave es la ecología integral. Él nunca separa la justicia ecológica de la justicia social y global. Y la última clave es la Paz, pero no solo como la ausencia de guerra, sino como fruto de la justicia, la solidaridad y el desarrollo sostenible. Además denuncia esta economía que mata, esta guerra de los ricos poderosos contra los pobres débiles, esta economía financiera especulativa que saquea el planeta, porque, como el propio Papa dice, la guerra no se hace solo con armas.
¿Qué opinión le merece?
Me gustaría dejar claro que no comparto esa visión maniquea de que Francisco es el Papa bueno y santo, y que los Papas Benedicto XVI y Juan Pablo II son los malos. Yo te digo, porque además lo enseño, que por ejemplo la doctrina social de Juan Pablo II es igual o más profunda que la del Papa Francisco, solo que este continúa y profundiza la enseñanza y la doctrina social de los anteriores.
¿Algo que haya sacado en clave de este encuentro?
Pues por ejemplo, él dejó claro que la fe siempre es revolucionaria, es decir, que acoge todos los anhelos y deseos del ser humano, de paz y de justicia. Además, subrayaría su capacidad para pedir perdón por los fallos de la Iglesia. También destaco, como educador que soy, sus palabras acerca de que la fe y la educación no tienen que estar sometidas y basarse en el elitismo, en el afán de poder y de privilegios, sino que deben ser servicio, responsabilidad y compromiso con la realidad, con los problemas y desafíos de la gente. Y en este sentido, la educación también es transformadora y liberadora, siempre busca responder y transformar la realidad y el mundo.
¿Cuál cree que es el papel de la religión en la sociedad actual?
Se ha hablado mucho de la muerte de Dios, del secularismo, del laicismo, incluso se reprimía la religión con dictaduras. En Europa la crisis y el eclipse de Dios son fruto de que vivimos en este mundo en el que el nuevo Dios es el dinero. Dicen que Dios ha muerto pero lo que hacen es sustituirlo por pequeños dioses que esclavizan a personas, que además de deshumanizarlas crean la injusticia y la desigualdad. Yo comparto la idea de Jürgen Habermas, el filósofo vivo más importante del planeta que se reunió además con Benedicto XVI; él no es creyente pero dice que no podemos prescindir de la religión y del cristianismo, y de la cultura que inspira, porque sin ella no se entienden aspectos esenciales y claves de nuestra cultura, como son el sentido y el significado de la persona como sujeto, la ética y los valores, los anhelos de trascendencia, de espiritualidad, de esperanza, de solidaridad y de justicia. Muchos filósofos contemporáneos y grandes pensadores se abrieron a la religión sin ser cristianos, porque esta siempre ha dado sentido y significado al ser humano en sus grandes cuestiones; en el sufrimiento, en el dolor, en la muerte...
