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La fugacidad de las siete vidas

La Casa Museo Pérez Galdós acoge hoy la presentación del libro 'La séptima vida' de Cristina R. Court

Cristina R. Court, en el Centro Atlántico de Arte Moderno. LP / DLP

El tópico literario del tempus fugit, locución latina que hace referencia al veloz transcurso del tiempo, ha sido el origen de los más bellos versos de la literatura. El dolor causado por la consciencia del carácter efímero de la condición humana se ha destilado a lo largo de la historia en poemas de una sensibilidad estremecedora. Pero si a partir de este tópico Quevedo escribió un célebre soneto en el que afirma que la vida es una sucesión de muertes, en los 31 relatos poéticos que componen esta obra Cristina Court afirma por el contrario que nuestra existencia es una concatenación de vidas. Esta afirmación vitalista parte desde el mismo título, La séptima vida (Verbum), que supone un guiño al dicho popular que atribuye siete existencias al gato.

Del mismo modo los relatos poéticos de esta obra reflexionan acerca del hecho que somos el resultado de cada una de nuestras acciones, porque somos nuestras vidas. Esta pluralidad demuestra que lo que consideramos la vida del hombre, realmente se divide en siete: niñez, pubertad, adolescencia, juventud, virilidad, vejez y decrepitud. Desde este punto de vista ninguna es superior a otra, sino que cada una tiene su propio valor, incluso la última, en la cual los creadores suelen dar por finalizada su producción artística, a modo de preparación para la muerte, puede ser fructífera si somos conscientes de estar viviendo una nueva vida y no el final de nuestra existencia.

Al igual que en Diario de invierno Paul Auster rememora su vida al comprobar los primeros signos de la vejez y en Kassel no invita a la lógica Enrique Vila-Matas mezcla recuerdos de su infancia con una obsesión por la vejez que siente cada vez más cerca, Cristina hace lo mismo pero sin miedo al futuro, al igual que esos escritores nonagenarios como José Luis Sampedro, Edgar Morin y Stephane Hessel que mantuvieron o mantienen intacta su voluntad, valor y entusiasmo.

Polifonía poética

Entonces la afirmación de que "somos nuestras vidas" se convierte en un mandato, un imperativo que nos recuerda que somos todas nuestras vidas. Por este motivo La séptima vida se convierte en una obra que trasciende el pesimismo para transformar cualquier tristeza en la celebración del vínculo con esos otros que hemos sido o seremos, convirtiendo la memoria en una polifonía poética. Como los heterónimos de Fernando Pessoa, aceptados por el poeta portugués como "otros de él mismo" poseedores de personalidades autónomas y biografía propia, las siete vidas que Cristina Court nos muestra constituyen una sucesión de álter egos parecidos a los del vate luso. Por las páginas de La séptima vida desfilan seres dañados, nebulosos, felices e incluso desolados.

Sin embargo, para hacer honor a la verdad, el elemento autobiográfico es algo irrelevante, a pesar de que estos relatos poéticos no pueden despojarse de su propia memoria, porque suponen una suerte de recreación de la contemplación. Incluso son consecuencia de sus libros anteriores, porque tratan de aferrar la fugaz eternidad del instante que se sucede a lo largo del tiempo, para componer con ellos una profunda atmósfera literaria.

La séptima vida es el quinto libro monográfico de Cristina Court que también ha abordado el ensayo y la narrativa. Licenciada en Filosofía Pura y Periodismo, actualmente coordina el Laboratorio de Investigación del Centro Atlántico de Arte Moderno, pero como una persona vinculada durante mucho tiempo al mundo de la comunicación, la literatura y la crítica de arte esta obra contienen numerosas referencias literarias y culturales (Borges, Zweig y etc) con las que reconoce su deuda con todos los escritores y artistas que la conmovieron, demostrando que cualquier autor es deudor de una tradición, entendida como una concatenación de experiencias de otros creadores ya desaparecidos. Por eso la obra rememora toda una serie de personajes desaparecidos, como el antiguo rito religioso de brindar en honor de los muertos que los griegos y los romanos efectuaban en sus comidas.

Al igual que un músico, Cristina Court maneja el lenguaje como si de un instrumento se tratase, logrando poemas de gran lirismo. Sus versos demuestran que al igual que todos los poetas que han tenido infancias desdichadas ella está más predispuesta a evadirse de la realidad, para soportar mejor su vulgaridad, de modo que comprende la literatura como una especie de alquimia que transmuta lo negativo en plenitud, aunque no exenta de melancolía.

La séptima vida está escrita desde varias vidas, tanto la más hermosa como la más feroz, pero siempre desde la alegría de haber trascendido el dolor. Como la enigmática sonrisa de Buda, estos relatos en prosa poética subliman el sufrimiento y la memoria en gozo.

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