El historiador Alberto Anaya aseguró ayer que "la resistencia contra el franquismo fue débil en Las Palmas". Anaya hizo estas declaraciones en la primeras de las conferencias del ciclo El final de la dictadura. 40 años de libertad (Las Palmas de Gran Canaria, ciudad protagonista) que organiza el Club LA PROVINCIA junto a la Fundación Juan Negrín y el Gabinete Literario, donde tuvo lugar la ponencia inaugural, y subrayó que esta debilidad tenía un doble origen. El primero desde las fuerzas del orden público, "ya que no había mucha guardia de asalto en la Isla porque se habían trasladado a la Península de vacaciones". Y el segundo desde las fuerzas de izquierda, "ya que los obreros no estaban tan organizados sindical y políticamente como en la Península", precisó Anaya.
El profesor titular del Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, cuyo conferencia se titulaba La resistencia al alzamiento en la provincia de Las Palmas, subrayó que todo quedó, en lo que a Gran Canaria se refiere, en 5.000 detenidos, 60 fusilados y 400 asesinatos, "de los que tenemos identificados poco más de 200".
Para el historiador también hay que citar una tercera causa. "Hay que tener en cuenta que el 14 de abril del 31, cuando se proclama la República, la derecha saca más votos que la izquierda en Gran Canaria", afirmó. Lo que sucedió, según el historiador, fue que la izquierda ganó en los núcleos urbanos como Telde, Arucas, o Las Palmas de Gran Canaria, como en otros lugares de la Península. Todo lo contrario que en los municipio pequeños, donde "el ganador era impuesto, ya que los caciques obligaban a los campesinos a votar a la derecha porque ellos le daban trabajo".
Anaya también recordó que aquí no había UGT y CNT, sino la Federación Obrera Canaria, donde estaban socialistas, comunistas y anarquistas. Uno de los momentos de mayor tensión fue cuando los dirigentes se encierran en el Gobierno Civil, y el general Orgaz, que se había quedado al mando de las tropas canarias, coloca dos cañones delante del edificio y les emplaza a que se rindan o disparan. "Apenas salieron fueron procesados y condenados", recordó. "Y, luego, primero son confinados en el campo de concentración de La Isleta y luego en el de Gando". Sobre la vinculación con los partidos de izquierda de los asesinados, Anaya aseguró que "se sabía perfectamente a quién había que matar, hubo algunos errores, pero eran puntuales, por los apellidos, etc.", y a muchos los llevaba a los pozos de Arucas o a la sima de Jinámar.
Otro suceso destacado ocurrió cuando unos mil republicanos se concentraron ante el Gobierno Militar, de donde salieron los sublevados y dispararon al aire para que se disgregaran. Pero el más importante fue que, en la Isleta, varios obreros le pidieron las armas a tres soldados franquistas a los que dispararon. Uno de ellos, Pedro Nolasco, huyó a La Angostura, donde estuvo escondido desde el 36 hasta el 69 hasta que salió la ley de que los huidos no serían castigados. Otro de ellos, Rafa Luis Morales Oramas, se convirtió en el dirigente del Partido Comunista más importante que hubo en la clandestinidad.
El experto recordó que en Gáldar se asesinaron a trece personas, en Arucas a más de sesenta, y muchos otros estuvieron en la cárcel hasta que se supo que los nazis iban a perder la guerra, y el régimen creyó las democracias europeas iban a invadir España.
El levantamiento
"El 18 de julio del 36 el levantamiento comienza en Canarias porque el dirigente va a ser el general Franco, ya que Sanjurjo muere en un accidente de aviación en Portugal, señaló". Anaya recordó que "Franco vino de Tenerife a Las Palmas para coger un avión, el Dragón Rapide, que le llevaría hasta Marruecos, donde estaban las principales tropas españolas, que eran la legión y los regulares integrados por el ejército moro". El golpista fue por barco desde Las Palmas a Gando por si le asaltaban en la carretera de Telde, y de ahí fue a Marruecos. "Luego se hace cargo del paso del estrecho porque los alemanes e italianos les facilitaron aviones Junker y Savoia para que llevaran las tropas hasta la Península, porque el mar estaba controlado por republicanos". .
El experto señaló que, tras desembarcar, el ejército se une a las tropas los de la Península, y lo que esperaban que durara tres día duró tres años. Anaya también señaló que La República cometió el error de desmilitarizar las tropas para que no se unieran al frente, "algo que debilitó aún más la oposición al ejército de Franco".
