David Rieff reconoce que, como autor y analista político, ha ocupado gran parte de su vida atacando a los utópicos, a quienes creen que la salvación está en la ciencia y la tecnología, que él mismo defiende aunque sin convertirlas "en una especie de dios redentor", en un "fetiche".

"No podemos pensar que la ciencia y la tecnología nos van a salvar", insiste Reiff, periodista, analista político y crítico cultural, autor de El oprobio del hambre (Ed. Taurus), su último libro, que acaba de llegar a las librerías españolas. "No son la varita mágica", asegura.

Un libro en el que rebate a aquellos "optimistas" que sin "una base sólida" están convencidos de que es posible acabar con el hambre y la pobreza extrema en el mundo. Un reto al que hay incluso quien le pone fecha: entre 2030 y 2050.

A David Rieff, hijo de Susan Sontag, fallecida en diciembre de 2004, como ella un intelectual de izquierda, hablar de una fecha concreta, como hacen organismos internacionales, algunos gobiernos, más de un filántropo que milita en las filas de los "optimistas" e, incluso, organizaciones humanitarias (ONG), es pura y simplemente "un absurdo".

"Vivimos -escribe en su libro- una época en la cual la esperanza y el optimismo a menudo se presentan como la única actitud moralmente lícita que puede adoptar toda persona de conciencia y buena voluntad".

Pues bien, Reiff (Boston, EE UU, 1952) no se encuentra entre ellos y, aunque sea consciente de que nada contracorriente, él prefiere apostar por la política. "Hace falta -dice- no solo una revolución en la mecánica del sistema alimentario mundial sino además una transformación de sus fundamentos éticos y políticos".