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Sociedad

El 'burkini' calienta el verano

El coordinador del Foro Euro Islámico rechaza la prohibición de esta prenda en Francia

Una mujer en Las Canteras se baña con 'burkini' y otra toma el sol. J. C. CASTRO

Cuatro ciudades francesas han vetado el uso del burkini, nombre por el que se conoce al bañador que cubre las manos, las piernas y el pelo de las mujeres y de uso extendido entre la comunidad árabe, al considerar que vulnera el laicismo, es antihigiénico y no es compatible con los valores de la República Francesa. Desde entonces, los controles se han multiplicado. En Cannes, tres mujeres fueron multadas por el uso de esta prendas y otras usuarias fueron advertidas por bañarse "demasiado cubiertas". La ministra de Familia, Infancia y Derechos de la Mujer del gobierno galo llegó a criticar públicamente el burkini tildándolo de ser una versión playera del burka con el que se trata de encerrar y de disimular el cuerpo de la mujer para controlarla mejor. Mientras, los árabes acusan a los promotores de esta prohibición de acoso, de no respetar la libertad individual de la mujer que elige esta prenda y alertan sobre varios errores de apreciación. El más importante pasa por asociar el uso de esta bañador al islamismo radical cuando en realidad se trata de un artículo de moda, con un precio que ronda los 60 euros, y diseñado para estilizar las líneas femeninas según los estándares de la cultura árabe.

Adib Mouhafel se define como sirio y canario, es fundador y coordinador del Foro Euro Islámico, una plataforma intelectual asociada a la Federación Islámica Canaria, y asegura no entender los motivos de esta prohibición. Mouhafel acepta como "lógico y normal" que el burkini esté vedado en piscinas, clubes sociales o espacios deportivos "donde hay que cumplir con unas normas", pero no en playas públicas donde cada uno es libre de vestir como quiera. "Por qué, si a todos nos parece bien que personas nudistas tengan su espacio -que me parece fantástico-, van a prohibir que una mujer se bañe con esta prenda, que es una decisión personal", expresó. Mouhafel niega que esta prenda vulnere los valores franceses al entender que estos están basados "en los derechos humanos: en el derecho a la vida, a la dignidad y la libertad y en ningún caso se construyen en torno a la manera de vestir", señala.

Por todo esto, Mouhafel sospecha de las intenciones reales detrás de esta polémica, cuando por otro lado acusa al gobierno francés de ocultar intencionadamente "el genocidio moderno que está sufriendo el pueblo sirio". Mouhafel tilda a los políticos franceses que impulsan este enfrentamiento de "hipócritas" que pretenden distraer la atención de la población cuando han fracasado en sus obligaciones respecto a las grandes carencias sociales y económicas. "El valor de una sociedad debe de estar siempre en el respeto hacia el otro, nunca en el rechazo", añadió.

Éste argumenta que existe un maltrato histórico hacia la integración de los árabes en Francia y recuerda que la tensión racial de este país parte del trato dispensado a las antiguas colonias. "Buena parte de los argelinos en Francia proceden de 40.000 soldados berberiscos que lucharon contra la revolución argelina hasta 1962 y que fueron abandonados, con sus familias, en barracones de barrios marginales sin ningún tipo de intención integradora. Ahora los jóvenes de tercera o cuarta generación se sienten desplazados, siendo franceses, al no conseguir trabajo por su color de piel", señala.

Este sirio en Canarias se opone al argumento que define esta prenda como una herramienta de sumisión. "El prototipo de la mujer musulmana se ha fabricado en Occidente y no tiene nada que ver con la realidad del Islam", apunta. Este explica que la mujer en el Corán aparece como maestra, doctora y guerrera. "Hoy el 20% de las personas que luchan en Aleppo son mujeres y muchas de ellas mandan batallones de hombres y mujeres. Y el taparse la cabeza es un precepto tanto para hombres como mujeres. No es sumisión. Es una señal de respeto a dios".

En España se intentó una prohibición similar. En 2010, el alcalde de Lleida, el socialista Ángel Ros, intentó vetar el uso del burka. Una decena de municipios españoles siguieron su ejemplo. Pero fue anulado posteriormente por el Tribunal Supremo al considerar que un Ayuntamiento no puede limitar el ejercicio de un derecho fundamental como la libertad religiosa.

Integración

Desde la ONG Acción en red - Canarias advierten que estas medidas se oponen a la prescripción para la correcta integración de una sociedad migrante en el país de acogida y que debe establecerse como prioridad ante la creciente tensión racial. "La única integración posible es la que respeta la diversidad cultura y religiosa, dentro de unos marcos básicos, y que entienden los Derechos Humanos como norma universal", explica Pablo Socorro, miembro de esta ONG, antes de añadir: "Entendemos que es la única manera de evitar la segregación por culturas en una misma sociedad".

Socorro considera que esta polémica puede ser entendida como una respuesta a los ataques terroristas sufridos por ciudades como París y Niza. "En realidad, las personas que más han sufrido estos atentados son musulmanes". Además, apunta que los valores de fraternidad, libertad e igualdad, no se defienden prohibiendo las costumbres de una determinada comunidad y señalándolas como antifrancesas.

Este recuerda que Acción en red se opuso al uso del burka, que fueron prohibidos en los colegios laicos de Francia, al entender que esta prenda implica un componente de riesgo para la mujer al limitar su capacidad de movimientos y sus libertades. "La tarea para conseguir que la mujer sea libre a la hora de decidir tendrá que realizarse a partir de su empoderamiento y no con una prohibición que lo único que consigue es enfrentar a una población que lo único que ve es que estamos rechazando su cultura".

Por su parte, Ángeles García, representante de la Asociación Mujeres, Solidaridad y Cooperación entiende que cada persona debe ser libre para decidir como quiere vestir o bañarse. "No veo que esto deba ser un motivo de polémica cuando estamos ante otras realidades de mayor gravedad". Además, esta señala que en este caso la mujer y sus derechos está siendo utilizada en Francia para intereses que le son ajenos. "Nosotros tenemos trabajadoras con velo y nos preguntaron si podían llevarlo. Por supuesto, respetamos su decisión porque no somos nadie para cuestionarlo. No tenemos ese derecho".

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