Suena la canción de "Summer of Love" mientras hablo en perfecto español con los dependientes de una tienda de souvenirs en el barrio chino, en la primera mañana libre desde que llegamos a San Francisco. Pero este local es la excepción, el resto de establecimientos de la calle son pequeños templos con figuras de mármol a la entrada, venta de decoración sólo apta para mansiones.

Hemos quedado de encontrarnos para comer en Yerba Buena Gardens, frente al museo Moma de la ciudad. Aprovecho las horas para hacer casi montañismo en esta ciudad que sorprende cuesta a cuesta. En pleno centro, un grupo de Jazz callejero remata la estampa entre transeúntes trajeados, tranvías, vagabundos y gente joven hablando en idiomas desconocidos, de los que apenas se reconoce un "startups". Aquí todos estamos por lo mismo.

Tras esperar nuestra identificación en un impresionante hall sin puerta, abierto al público, entramos en LinkedIn. Nos reciben en una especie de café hípster a lo grande dos encantadores trabajadores de la empresa. Uno de ellos, antiguo Erasmus en nuestro país, se anima con el español. De nuevo nos encontramos en un ambiente muy familiar que te hace sentir especial, independientemente del alcance del proyecto por el que estás ahí.

Después de que dos compañeros presentaran sus proyectos, recibimos una formación a dos bandas sobre optimizar nuestro uso de LinkedIn, con consejos como ser originales en el encabezado o "headline" que utilicemos o que el resumen debe ser un pitch de nuestra vida. Terminan dándonos ánimos y dejando claro que "las oportunidades no flotan por el aire, tú debes conectar con la oportunidad a través de gente genial".

Nos suben hasta una gran terraza del rascacielos, donde varios trabajadores están charlando repartidos por las mesas y sofás. Con una cerveza gratis en la mano, nos vamos mezclando entre los empleados de LinkedIn. Una aglomeración de juventud multicultural que obliga a preguntarse qué hacen en esta ciudad con los que superan los 35 años.

Enseguida entablamos conversación con varios de estos empleados, que confiesan que la bebida sólo es gratuita los viernes a cierta hora, pero que es completamente real lo contentos que están de trabajar allí. Dicen que se parece a la vida universitaria y que lo difícil es no distraerse. Un antiguo trabajador, actualmente en Oracle, bromea acerca de lo molesto que está porque cuando estaba en LinkedIn las oficinas se situaban en un lugar mucho menos llamativo. Hace apenas unos meses que se han mudado a este nuevo edificio. Un ex compañero le responde: "todo es nuevo en San Francisco".

Tras agregarles a Linkedïn nos despedimos. Con la cabeza en las nubes nos dirigimos a un encuentro de emprendedores e inversores, Live Shark Tank, para el que nos ponen un sello en la muñeca a modo de discoteca. Entramos en un teatro reconvertido en lo que parece un pub, con música a todo volumen y un escenario de concurso de televisión por cable. Impensable en Europa, algunos de nuestros compañeros participan en un concurso para lograr una reunión privada con inversores, en un show de proyectos con un jurado a lo "Tú sí que vales", pero que mueve dinero.

Presentado por un engominado con un enorme anillo en el anular y botas de cowboy, no podemos creernos la escena en la que las azafatas del espectáculo son estudiantes de intercambio de universidades de negocios. Por volumen de los aplausos tras tener que contar, en la última ronda, una historia emotiva acerca de su proyecto, gana nuestra compañera Raquel. Su proyecto Fiixit sustituye las escayolas médicas por materiales plásticos mediante impresión 3D y, entre otras ventajas, se pueden mojar. Una de las claves de su éxito en este encuentro de networking ha sido que llevaba dos prototipos. Algo en lo que nos han insistido desde que llegamos a EEUU.

Las diferencias entre la forma de hacer negocios en EEUU y Europa nos descolocan, pero todo es un aprendizaje. Un contraste del que extraemos lo mejor, en esta completa visita a todas las alternativas que ofrece San Francisco. Cenamos en un indio, expectantes por nuestro próximo día en una ciudad que acoge a hípsters y a cowboys, siempre que tengan algo que aportar.