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Religión

"De Camilo Sánchez valoré su militancia por la justicia en favor de los pobres"

"El compromiso político del cristiano se llama caridad política y la fuente de la caridad es la Eucaristía", explica el obispo auxiliar de Valladolid, Luis Javier Argüello García

Luis Javier Argüello García, obispo auxiliar de Valladolid. LP/DLP

¿Qué importancia da a la acción de la Iglesia en el ámbito universitario?

En tiempos de razón utilitarista, de postverdad y de importancia decisiva de la información científica y técnica en la actual revolución industrial, parece de gran importancia una presencia que estimule la apertura de la razón, la búsqueda de la verdad del hombre y de la historia y la solidaridad de todos los saberes con los más pobres de la tierra.

Buena parte de su vida la ha dedicado a la formación de los seminaristas pero también conoce bien los medios de formación de los que ya son sacerdotes. ¿Cuál es el gran logro de la formación de los sacerdotes desde el Concilio?

La referencia a la vida apostólica y la propuesta de una formación integral de las diversas dimensiones de la vida sacerdotal: humana, espiritual, intelectual y pastoral

¿Cuál es la principal carencia? ¿El gran reto?

Aunque el Nuevo Testamento y el Concilio nos reclaman fraternidad y espíritu misionero en comunión y servicio del pueblo de Dios, el virus del individualismo y el sentirnos desbordados por el reto evangelizador, nos repliegan en exceso sobre nosotros mismos. Es lo que el papa Francisco llama, de nuevo, clericalismo. El reto por tanto es ser fieles a vocación apostólica para el giro misionero que la Iglesia precisa.

¿Considera que entre los sacerdotes del siglo XX algunos son especialmente significativos de cara al siglo XXI?

Todos aquellos que en medio de las dificultades abandonaron una estrategia defensiva para ofrecer humilde y audazmente el Evangelio. Citar personas es arriesgado, pero permítame sugerir alguno de la tierra de donde vengo: don Eugenio Merino [vallisoletano del presbiterio de León, director espiritual del Seminario, de fuerte mística trinitaria, impulsor del catolicismo social y consiliario de la HOAC] y don Marcelino Legido, abulense del presbiterio de Salamanca, con una extraordinaria capacidad para unir vida apostólica, estudio y contemplación, situación del mundo y de la Iglesia, en y desde, pequeños pueblos.

No elude hablar del Diablo, de la Bestia y del Dragón del apocalipsis... ¿Por qué?

Porque vivimos en un combate espiritual y es preciso nombrar la contienda de fondo que se expresa en las pequeñas luchas cotidianas, tantas veces deslabazadas. En lenguaje apocalíptico las Bestias son el Imperio y sus diversos instrumentos, sobre todo los de formación de conciencia, el Dragón o diablo es quien, seduciendo al corazón humano en sus reconocibles tendencias de ser el primero, tener más y pasarlo bien, ofrece este poder a la Bestia para un dominio verdaderamente imperialista. Por eso es necesario que salga también a escena el Cordero, hijo de la Mujer, que es capaz de romper los siete sellos que cierran el libro de la Historia.

Citando a Methol Ferré (algunos dicen el filósofo del Papa) dice que "en el enemigo está el amigo que debe ser rescatado" que "en la conciencia del enemigo alienta una verdad". ¿Por qué esto es importante?

Por lo ya citado de propiciar el diálogo desde el reconocimiento de la identidad común. Desde esa identidad compartida el otro -enemigo- en sus búsquedas personales y públicas de libertad, amor y felicidad , puede poner de manifiesto aspectos que o bien denuncian algo de nuestro modo de vivir o nos abren perspectivas a tener en cuenta en nuestro caminar, sabiendo que siempre estamos llamados a la conversión personal y a la reforma institucional para ser fieles en la novedad del tiempo.

Al grancanario Camilo Sánchez pudo administrarle la Unción de los enfermos unos meses antes de morir (poco antes lo hizo el párroco también) ¿qué valoró más en él?

Por su puesto su militancia por la justicia en favor de los pobres surgida y alimentada desde el evangelio de Jesús, pero sobre todo, en la relación conmigo, su afán de preguntar y consultar para ser fiel, en medio de los retos y situaciones contradictorias a las que a veces se veía abocado por su compromiso militante.

En el Seminario diocesano podrá celebrar la Eucaristía en un altar realizado a partir de una enorme piedra que hizo llegar precisamente Camilo Sánchez. ¿Qué relación tiene la Eucaristía con el compromiso político del cristiano?

El compromiso político del cristiano se llama caridad política y la fuente de la caridad es la Eucaristía. En la celebración se nos dice "ID" y así somos enviados a extender la Eucaristía poniendo la mesa de la palabra y la del sacrificio en medio de la plaza pública, para lo cual hay que dotarse a veces de instrumentos institucionales que faciliten el anuncio de la palabra en forma de anuncio (denuncia) de la verdad y la justicia y ayuden a traducir la solidaridad-comunión del sacrificio del altar en mediaciones sociales que la hagan cercana.

El vendaval Francisco hace que casi se haya olvidado el legado que dejó Juan Pablo II. ¿Que valoró más en él?

Soy obispo de Francisco y laico y cura de Juan Pablo II, si vale la expresión. Valoro su testimonio a lo largo de toda su vida, desde su Polonia natal, hasta su último grito silencioso en la ventana de San Pedro horas antes de morir. Valoro su capacidad para ayudar a la Iglesia a acoger el Concilio uniendo una gran pasión trinitaria con la cuestión social y situando en medio una pasión por la persona, defendiendo su sagrada dignidad en todas las situaciones y circunstancias.

En otra de sus visitas a Gran Canaria dio un par de charlas sobre Benedicto XVI en Las Palmas y Vecindario. Usted es un "obispo de Francisco" y quizá por eso parece más oportuno pedirle una palabra sobre Benedicto XVI...

Benedicto XVI, el humilde maestro, con su renuncia abrió la puerta al vendaval. Pero en su pontificado nos ha ofrecido un extraordinario magisterio, sellado con su testimonio, para valorar la vida de Dios en nosotros -Fe, Esperanza Caridad- haciendo un elogio de la razón tan disminuida en el final de la modernidad. Es un padre de la Iglesia para el siglo XXI.

Eligió como obispo un hermoso lema: Veni lumen cordium (en latín, ven luz del corazón). ¿Por qué?

Por la necesidad de vivir según el Espíritu en la carne de nuestra vida. Precisamos redescubrir la fe como luz (Benedicto y Francisco), pero una luz del corazón que integra saberes y vivires y nos permite ser un corazón que ve.

¿Qué va a proponer con más énfasis a los seminaristas de la diócesis de Canarias?

Que formen su corazón en las entrañas del Buen Pastor para llegar a ser la fraternidad sacramental, apostólica, misionera y martirial, que nuestras diócesis precisan hoy para el giro misionero de toda la Iglesia.

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