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Cáritas alerta de que "la nueva pobreza llegó para quedarse"

Estas situaciones de necesidad se ceban con las mujeres menores de 45 años, con hijos a cargo y que perdieron el trabajo con la crisis

Cáritas alerta de que "la nueva pobreza llegó para quedarse"

Las estadísticas de la Encuesta de Condiciones de Vida hecha pública ayer no hacen sino traducir en cantidades númericas y porcentajes la consolidación de situaciones de pobreza que emergieron con la llegada de la crisis y se han ido asentando. Gonzalo Marrero, director de Cáritas de la Diócesis de Canarias, resume este panorama, que ya no podemos considerar coyuntural o transitorio: "Hay un nuevo tipo de pobre que ha surgido con la crisis y que parece que viene para quedarse. Además, estamos viendo que la riqueza se concentra cada vez más".

A Marrero no le sorprenden los datos hechos públicos ayer, son congruentes con las series estadísticas correspondientes a anualidades anteriores, con los propios estudios que maneja Cáritas Diocesana y con los niveles de desempleo que tiene Canarias. "Llevamos ya unos cinco años en torno a los mismos datos, con uno de cada tres canarios en riesgo de exclusión y los porcentajes similares a Andalucía", comenta.

El director de Cáritas de la Diócesis de Canarias analiza la compleja trama socioeconómica responsables de estas situaciones de pobreza inéditas antes de 2008. "Hay una precariedad de los salarios y las contrataciones. Esto hace más vulnerable a la población. En los datos que nosotros tenemos relativos a esta comunidad autónoma aparece que, sobre todo en el sector hostelero, hay mucho situación laboral precaria, con personas que trabajan dos o tres días a la semana o sólo los fines de semana. Eso hace que nos encontremos con una población que muestra unos niveles de vulnerabilidad muy por encima de la media", analiza.

Asistimos, asegura Marrero, "a una precarización laboral que se convierte en precarización de las condiciones de vida". El colectivo de personas que tienen un trabajo en precario crece cada vez más en el Archipiélago. Y estas malas condiciones se ceban, especialmente con los más jóvenes, que las soportan a menudo como inevitable estribo para poder acceder al mercado laboral.

El responsable de Cáritas subraya además que la pobreza de nuevo cuño es menos aparente que la que conocíamos antes, pasa más desapercibida porque se infiltra en sectores de la población urbana que antes de la crisis formaban parte del conglomerado de la clase media. Las tabicaciones se vuelven cada vez más difíciles: "Hay un nuevo tipo de pobre especialmente urbano, las fronteras ya no están tan delimitadas. Esta pobreza afecta a un sector de población que está en precario, aunque externamente pueda ofrecer una imagen de que no hay precariedad".

A pesar de que estas situaciones de necesidad puedan permanecer camufladas bajo una manto de aparente normalidad, instituciones como Cáritas conocen la realidad subyacente, porque ven a estas familias demandar sus servicios. Van a los comedores, a Cáritas Parroquiales a buscar comida o solicitan la ayuda para pagar el agua y la luz.

Marrero hace un retrato robot de las personas especialmente golpeadas por esta situación: "La nueva realidad tiene rostro de mujer. Esta nueva bolsa está afectando fundamentalmente a mujeres menores de 45 años con uno o dos niños a su cargo".

Hay, en muchos casos, un drama familiar, una caída traumática. "Eran familias en las que ambos cónyuges tenían su trabajo, familias que habían comprado su piso. Ahora lo han perdido porque no han podido pagar la hipoteca, se quedan en la calle, las redes familiares se acaban, las prestaciones se acaban, la pareja se separa, las mujer se queda con el niño o los dos niños que tienen", explica.

Asumir esta nueva situación no es fácil, y se sienten avergonzados al acudir a los servicios de una institución como Cáritas. "El primer paso es duro, si algún día pueden pagarse su comida, no van al comedor", finaliza.

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