La Provincia - Diario de Las Palmas

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Entrevista

"Disfrutas mucho más de todo cuando viajas a ritmo de pedal"

"En los 1.500 kilómetros que he recorrido hasta ahora solo he tenido dos pinchazos", afirma Antonio Mendoza

¿Dónde nace su afición por la bicicleta?

Lo de la bicicleta fue una afición tardía. Sufrí una lesión, una periostitis, cuando estaba preparando las oposiciones para ingresar en la Policía Local y tuve que dejar el atletismo. Un médico de medicina deportiva me recomendó la bicicleta para que no dejara de entrenar para las oposiciones. Al final las aprobé e hice una promesa doble.

Y ahí empezó todo.

Sí. Una promesa era ir al santuario de Covadonga para ver a la Virgen, patrona de Asturias. Esa la hice casi inmediatamente de aprobar porque eran pocos kilómetros, en torno a 200 haciendo la ida y vuelta desde donde vivo. La siguiente promesa fue a San Nicolás de Tolentino, el patrón de La Aldea, y la cumplí en 2001. Bajé desde Asturias hasta Cádiz. Desde allí volví a Asturias y cogí el avión hasta Gran Canaria. Ya en la isla partí desde el Auditorio Alfredo Kraus hasta La Aldea. Con los años, me planteé otros retos y, por ejemplo, hace cuatro años recorrí las siete islas del tirón. Me llevó 25 días. La primera jornada me vi trabajando por la mañana en Gijón y por la tarde, tras coger el avión, pedaleando hasta 50 kilómetros hasta Órzola, en Lanzarote. Terminé en El Hierro y allí dormí en el patio que hay por fuera de la ermita de Nuestra Señora de los Reyes. Cuando me iba, los herreños me dijeron que me marchaba cuando venía lo bonito: la bajada de la Virgen. Ya tenía organizadas las vacaciones y tenía que volver a trabajar. Pero dije, si Dios quiere, en 2017 vengo a verla el mismo día que salga de la ermita. Y eso estoy haciendo.

¿Cuándo empezó esta nueva aventura?

El pasado 24 de mayo salí de Asturias con rumbo a Huelva. Recorrí la Vía de la Plata y me fui hospedando en los albergues de peregrino del Camino de Santiago. En Huelva cogí el barco, que tardó un día en llegar a Lanzarote. Hice dos jornadas en la isla conejera, dos en Fuerteventura, y ya he hecho otras dos etapas en Gran Canaria. Ahora descanso unos días porque estoy en la casa de mi madre y el próximo jueves cojo el barco de Agaete a Tenerife.

En bicicleta conocerá la primera fase de la nueva carretera de La Aldea hasta El Risco, ¿su mejor estreno?

Sí, de momento solo la he visto en vídeos. Luego estaré tres días en cada una de las islas que me restan porque su orografía es más abrupta. Primero iré a Tenerife, La Gomera y La Palma. El Hierro será el final. Me quedan en torno a 500 kilómetros hasta completar los 2.000 que abarca este viaje.

¿Qué es lo que lleva un ciclista peregrino en la maleta para cubrir una distancia tan larga?

Llevo 15 kilos en las dos alforjas que coloco en la parte de atrás de la bicicleta. Hice unos pequeños kits de medicina, de herramientas, cámaras para la bicicleta, dos mudas de ciclismo, y dos mudas de ropa de calle para cambiarme cuando llego a un sitio tras tomar una ducha. Además, llevo tres móviles por si se me pierde alguno y porque cuando vas por ahí tienes que buscarte la vida para cargar el móvil. Yo hago la lista de enseres desde casi dos meses antes de salir. ¡Cuando llegué aquí, mi madre me dijo que adonde iba con toda esa carga, que parecía una tómbola todo lo que llevo atrás!

¿Siempre va solo en sus peregrinaciones en bicicleta?

Eso es lo primero que me pregunta la gente y siempre digo que voy solo y con Dios.

¿En algún momento se le ha pasado por la mente rendirse?

Cuando estás rodando no te pasa nada por la mente porque estás viendo paisajes. Pero cuando llega la noche es cuando dices 'estoy solo'. En la Península, como hay peregrinos y están en la misma tesitura que tú, compartías. Aquí es donde te ves más solo, pero siempre hay gente por todos los lados.

¿Y cómo condiciona esta forma de viajar?

Conoces las cosas de forma más tranquila. Disfrutas mucho más de todo porque viajas a ritmo de pedal y no a la velocidad que alcanza un coche. También es sufrido, lógicamente. Pero pasas por muchas ciudades, pueblos y los ves al ralentí. La experiencia es esa. Y en El Hierro, estaré el uno de julio, cuando saquen a la Virgen y me despediré de ella. Quiero darle un beso y ponerle una vela. Ya dejé una a la Virgen del Rocío y otra en La Aldea.

¿Ha tenido muchos pinchazos por el camino?

En los 1.500 kilómetros que he hecho hasta ahora solo he tenido dos pinchazos y ninguna otra avería mecánica.

Un trayecto tan largo le habrá regalado más de una anécdota.

Sí. Un día en Zafra, en un pueblo de Badajoz, fui a una peluquería a cortarme el pelo. Cuando le dije a la peluquera que era peregrino, no quiso cobrarme. Y antes, en una carretera de Zamora, encontré un pajarito empapado. Lo cogí y lo llevé conmigo unos 30 kilómetros hasta que se calentó y se echó a volar.

¿Cuáles son los principales obstáculos con los que tropieza?

En Canarias hay ahora más afición por el ciclismo, pero aún no se ve la peregrinación en bicicleta y no hay instalaciones preparadas para esto. Por eso me gustaría, dado que no hay albergues, que en los polideportivos de los pueblos dejaran ducharnos y quedarnos como un refugio.

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