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Ciencia

Las entrañas del gigante que mira al IAC

El Telescopio de Treinta Metros al que aspira La Palma tiene un espejo de más de 490 segmentos y prevé avanzar en agujeros negros o la vida en otros planetas

Recreación del aspecto exterior del Telescpio de Treinta Metros. LA OPINIÓN

Es uno de los telescopios del futuro. Al menos de ese devenir que ya está en marcha en observación astronómica. Llamado a hacer grandes descubrimientos, el proyecto del Telescopio de Treinta Metros (TMT) se gestó hace casi una década en el Instituto de Tecnología de California (Caltech) aunque aún le quedan unos meses para empezar a ser realidad. En Hawaii, como es prioridad para los promotores, o en La Palma, como segunda opción (y ante las grandes expectativas del Instituto de Astrofísica de Canarias), lo cierto es que tras las dudas del emplazamiento se esconde un gigante de la investigación del que poco se ha hablado en los últimos meses.

Tal y como ocurriera en el caso del Telescopio Europeo Extremadamente Grande (E-ELT) en construcción en Chile, esta infraestructura pertenece a la nueva generación de la observación astronómica y a la investigación astrofísica, siguiendo la estela del Gran Telescopio Canarias (GTC), en el Observatorio del Roque de Los Muchachos. Un camino abierto en La Palma que el TMT está preparado para ampliar con creces, alcanzando un nivel de observación y retos científicos de primer nivel.

Los avances parten de su propio diseño, que por lo pronto triplica el que es hasta ahora el más grande de los telescopios operativos: Frente a los 10,4 metros de diámetro del GTC, la infraestructura a la que aspira La Palma dispondrá de 30 metros. El espejo primario, uno de los elementos más imponentes de este tipo de instalaciones junto con el propio edificio, cuenta está formado por 492 segmentos hexagonales, cada uno de ellos de aproximadamente 1,44 metros.

El espejo secundario, de 3,1 metros de diámetro, refleja la iluminación que recibe del primario y lo convierte en un rayo de luz para los instrumentos científicos que se instalen a ambos lados el Telescopio de Treinta Metros. La luz, no obstante será redirigida por el espejo terciario, que será plano y algo más pequeño.

Óptica

Entre las principales novedades en cuanto a tecnología que ofrece el Telescopio de Treinta Metros se encuentra que se trata de la primera infraestructura de este tipo que se fabrica con óptica adaptativa. De esta manera se conoce al sistema que se emplea en observación astronómica para corregir la distorsión de la imagen causada por la atmósfera. Al contar con este procedimiento, el TMT podrá proporcionar doce veces más nítidas que el telescopio espacial Hubble.

Esta particularidad implica que el telescopio esté integrado en un sistema de estrellas de guía por láser que se suman al resto de controles (de señalización, posición o sincronización entre otros) hasta alcanzar más de 30.000 canales de entrada y salida.

Según explican los responsables de la infraestructura, "ya que el TMT se ha diseñado como un telescopio activo, prácticamente todas sus funciones dependen de estos sistemas de control", lo que evidencia la relevancia especial de la ingeniería y tecnología que están presentes en el proyecto, avanzando incluso el que en su momento fue el pionero diseño del Gran Telescopio Canarias.

Llevar a cabo una iniciativa de estas dimensiones implica un inversión de vértigo, una financiación que corre a cargo de universidades, agencias gubernamentales y fundaciones científicas. Precisamente, debido al importante coste de construcción así como a su complejo diseño, Caltech buscó desde el inicio socios entre varios centros de investigación, que corresponden a cinco países: Estados Unidos, Japón, China, Canadá e India.

Según los cálculos de los promotores del proyecto astronómico, las operaciones se estiman en alrededor de 26 millones por año más otros 12 en desarrollo de instrumentos. Como es habitual en infraestructuras científicas como el TMT, los gastos en construcción y operaciones corresponden a una parte del tiempo del uso del telescopio para cada socio.

Toda esta infraestructura tiene por objetivo escudriñar en el Universo hasta donde de momento no es posible y de forma aún más evidente que hasta ahora. Los proyectos concretos de investigación dependerán de lo que se pongan en marcha una vez que el TMT esté construido, pero según sus promotores, el gigante científico ya tiene algunos retos por delante.

En ese sentido, citan algunas de las cuestiones que forman parte de los misterios de todo lo que rodea al plantea, especialmente lo relacionado con la física a grandes escalas. Por eso, el telescopio está diseñado para funcionar en diferentes longitudes de onda (ultravioleta, óptica e infrarroja) así como con mediciones espectroscópicas.

Entre los asuntos, se encuentra la indagación la materia oscura, un reto que se podrá sustentar en el estudio de supernovas muy distantes consideradas como candelas estándar, cuyo brillo se amplifica por la fuerte gravedad de cúmulos de galaxias cercanas, con el objetivo de conocer la evolución del Universo. Los agujeros negros son otro de los grandes misterios de la astrofísica y el TMT no los deja de lado, puesto que la mayor resolución que permite ofrece considera estos fenómenos hasta 20 veces más pequeños de lo que es posible ahora.

La gran pregunta de la población sigue siendo la posibilidad de vida en otros planetas, una cuestión que depende de las estructuras de otros cuerpos alrededor de sus propias estrellas. Al margen de la detección de conjuntos de planetas, el siguiente paso es el estudio de sus correspondientes atmósferas. Estudiar las moléculas presentes y buscar la existencia de agua y moléculas orgánicas, evidencia de actividad biológica y posiblemente vida extraterrestre, es una las posibilidades del TMT.

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