Cinco de la mañana en el pueblo de Los Canarios, en Fuencaliente. Juan Ignacio Triana y un grupo de vecinos trataban de apagar las llamas que prendían sobre la vivienda de su hermana, pero "fue imposible. El fuego volaba encima de nosotros y tuvimos que coger los coches y sacar a la familia". La casa, como se puede apreciar en las imágenes, quedó completamente carbonizada, así como otra decena de viviendas del pueblo. Es la zona cero del incendio que ayer arrasó La Palma.

Fue una noche dura. Pasadas las cuatro de la mañana, el fuego cruzaba la carretera que divide Tasagote con Los Canarios y arrasaba el pueblo. Los vecinos salían disparados en sus vehículos hacia la costa, el único lugar seguro, después de avisarse unos a otros. Muchos aún dormían cuando el fuego pasó por encima de uno de los pueblos más altos de la isla bonita.

A las nueve de la noche de ayer, Los Canarios era un pueblo fantasma. Apenas unas decenas de vecinos miraban consternados el fuego, aún vivo, y la catástrofe que dejó tras de sí. De los árboles aún salía humo y a escasos metros, apenas cien por encima del barrio, los bomberos se esforzaban por controlar un fuego más feroz que nunca. "Está bastante complicado", decía Néstor Concepción, un bombero, mientras aprovechaba que el camión cargaba agua para reponer fuerzas y volver a la brega. "Llegamos hasta donde el fuego nos lo permite, a tres o cuatro metros, pero siempre en lugares donde podamos tener escapatoria. Está peligroso", aseguró pasadas las ocho, tras nueve horas de faena en las laderas de Fuencaliente.

En la carretera que va a Los Canarios, un taller de mecánica muestra también una imagen desoladora, con varios vehículos carbonizados en su exterior. Los pocos vecinos que han decidido volver a sus casas se topan con el intenso olor a quemado que perdura horas después de la tragedia, y miran atónitos cómo las llamas suben y bajan descontroladas por el viento, a apenas cien metros. "No descarte que el fuego vuelva hacia atrás", asegura Néstor Concepción, el bombero, en previsión de una larga noche.