El puerto de Tianjin (norte de China) trata de controlar a contrarreloj los residuos químicos que quedaron en la zona tras las devastadoras explosiones -en la foto aérea- ocurridas hacía ayer una semana, mientras se desvela una red de turbias conexiones entre la compañía propietaria y el gobierno local. Algunos ciudadanos, entre ellos reporteros que trabajaban en la zona, afirmaron que sintieron quemazón en la piel o en los labios tras haberse mojado ayer por la lluvia que cayó en el puerto, según el diario hongkonés South China Morning Post. A esta voz de alarma se sumaron unas inusuales capas de espuma que cubrían esta mañana las carreteras cercanas. Efe