La ola de incendios que azota Galicia, Asturias y Portugal ha provocado una densa nube de humo y cenizas que ha viajado hasta Londres. Cerca de un centenar de incendios se registraron en Galicia y Asturias desde el fin de semana. Todavía ayer por la noche continuaban activos 40 incendios en tierras gallegas y 27 en las asturianas. La contaminación hacía irrespirable el aire en las zonas afectadas, pero lo peor de todo es que el fuego se ha cobrado cuatro víctimas mortales en Galicia.

Según los últimos datos de la Xunta gallega, 40 incendios seguían activos anoche, 14 habían quedado controlados y 6 estabilizados. Asimismo, advertía de que todavía había riesgo real para la población en nueve fuegos de esta oleada incendiaria que comenzó en Portugal semanas atrás y que ha terminado por saltar a Galicia y Asturias.

La comunidad gallega vivió ayer lunes otra jornada de lucha contra las llamas, que saltaron el río Miño desde Portugal y que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, consideran provocados.

Mariano Rajoy, que visitó la zona para seguir de cerca las labores de extinción, ha mostrado su pesar por las víctimas mortales tanto en Galicia como en Portugal -país en el que han fallecido decenas de personas-. "A todos ellos, nuestro pesar, y creo que puedo transmitirlo en el nombre de todos los españoles", ha añadido.

Las primeras víctimas mortales confirmadas en esta oleada incendiaria fueron dos mujeres que fallecieron en la evacuación de Chandebrito, en Nigrán (Pontevedra), atrapadas en el asiento trasero de la furgoneta en la que viajaban, sobre la que calló un pino en llamas. Al volante del vehículo iba otra mujer que pudo salir (sufre varias quemaduras) y que trató, sin éxito, de auxiliar a las dos octogenarias, Maximina y Angelina. Otro hombre pereció en Carballeda de Avia (Orense) cuando trataba de socorrer a sus animales domésticos y a su ganado y un cuarto ha fallecido en la población viguesa de San Andrés de Comesaña, por una caída mortal al tratar de apagar un fuego.

El último parte oficial que emitió ayer la Xunta informaba de 60 incendios que no habían sido apagados, 40 de ellos activos, 14 controlados y otros 6 estabilizados.

En nueve seguía en vigor la "situación dos" -de una escala de peligrosidad hasta tres-, que se declara por proximidad a las viviendas y cuando hay un riesgo real para la población.

Esta medida preventiva afecta a las provincias de Lugo (Donís y Noceda, en el ayuntamiento de Cervantes) y Orense (Boborás-Albarellos, A Gudiña, Paradellas-Parada de Sil, Oseira-San Cristovo de Cea, Betán-Baños de Molgas, Cantoña-Paderne de Allariz y Araúxo-Lobios), donde todavía no han llegado las precipitaciones.

Las condiciones meteorológicas han ayudado precisamente a la propagación de los incendios y han sido las responsables de que el grado de contaminación se disparara hasta hacer irrespirable el aire en numerosas poblaciones de las dos comunidades afectadas. También estas condiciones han facilitado el desplazamiento de las cenizas hasta altas capas de la atmósfera y las han llevado hasta Londres. A su vez, un manto de nubes muy bajo, están dificultando las operaciones de aviones y helicópteros, tal y como reconoció el propio Rajoy.

El jefe del Ejecutivo indicó, tras visitar el centro de mando instalado en Pazos de Borbén (Pontevedra), que lo que está ocurriendo en Galicia, donde se activó además el protocolo de contaminación atmosférica, "no se produce por casualidad; esto ha sido provocado", razón por la que ha pedido estrechar el cerco sobre los causantes. Así, tras lamentar el "sinfín de incendios" registrados en su tierra natal en las últimas 48 horas, ha instado a la Guardia Civil y a la Policía Nacional a que hagan "el mayor esfuerzo" del que sean capaces para "detener a las personas" que han provocado este tétrico caos.

En idénticos términos se expresó Alberto Núñez Feijóo, después de una reunión extraordinaria de su gabinete que ha decretado tres días de luto oficial.

"Nos atacaron indiscriminadamente y no pudieron hacer más daño", "Galicia no arde sola, a Galicia la queman", "terrorismo incendiario", han sido algunas de las afirmaciones de Núñez Feijóo, quien ha recordado además las dificultades provocadas por las "temperaturas extremas", "una sequía que padecemos desde hace meses, fuegos que llegan desde Portugal y ráfagas de viento" causadas por los restos del huracán Ofelia.

El Rey Felipe VI transmitió su solidaridad y apoyo tanto a Núñez Feijóo como a Javier Fernández, presidente del Principado de Asturias, donde a lo largo de la jornada de ayer se redujeron a 27 el número de incendios, respecto de los 35 que había por la mañana.

A pesar del dispositivo de extinción -solo la Unidad Militar de Emergencia (UME) tiene desplegados a más de 900 efectivos en las dos comunidades-, la intensa humareda y las cenizas de los fuegos en Galicia y Asturias han llegado a Cantabria y a la comarca leonesa del Bierzo, lo que ha obligado a algunos ayuntamientos a dictar recomendaciones a la población.

Asturias amaneció bajo una capa de humo y ceniza empujados por el viento del sur desde el Suroccidente. Los incendios avanzaron de forma tan descontrolada y caótica que los equipos de emergencia -cerca de medio millar de efectivos, incluidos unos 150 soldados de los batallones de León y Zaragoza de la UME, con ocho medios aéreos, de los que solo pudo volar uno- se vieron forzados a adoptar una actitud defensiva, solo actuando cuando las estaban en riesgo vidas y haciendas, como ocurrió en Cornollo (Allande), donde un hombre resultó con quemaduras en las manos, por lo que tuvo que ser hospitalizado. "No podemos hacer frente a estos incendios", confesaba a primera hora de la mañana el jefe operativo de los Bomberos del SEPA, Jaime Martín Herrero. "No parece que haya causas naturales: habrá que trabajar con la premisa de que son intencionados", recalcó el Presidente, Javier Fernández.

Nadie podrá olvidar la oscuridad anaranjada con la que Asturias amaneció ayer. A las diez y media de la mañana era noche cerrada en Cangas del Narcea y una fina capa de ceniza cubría los vehículos y el pavimento. Los vecinos caminaban como fantasmas en medio de un ambiente asfixiante. Una veintena de centros escolares decidieron suspender las clases. Unos 2.500 niños y adolescentes se quedaron en casa.

En Oviedo, no empezó a aclarar hasta la una de la tarde. En Gijón se declaró la prealerta atmosférica al superarse los límites de contaminación por partículas en suspensión. Avilés estuvo a punto de llegar a esa situación. Fue tal la angustia de los asturianos que, entre las medianoche y las dos de la tarde, el 112 recibió 2.669 llamadas pidiendo información.

Un intenso olor a madera quemada se extendió por toda la región, y eso que la causa del mismo se encontraba a cien kilómetros de distancia, en el Suroccidente. Las cenizas alcanzaron los 16.000 pies de altura, casi cinco kilómetros, según pilotos de Volotea que sobrevolaron Asturias. Los vientos del sur son tan fuertes que han arrastrado el humo de los incendios de Asturias, Galicia y Portugal hasta Londres.

En el Suroccidente, era tal la concentración de humo que el aire tenía un tono blanco-amarillento, irrespirable. A cada lugar que se mirase, una columna de humo, una lengua de fuego.

El jefe supervisor de Bomberos de Asturias, Óscar Rodríguez, explicó al presidente del Principado, Javier Fernández que "los helicópteros no pudieron volar por las turbulencias, y si el medio aéreo no funciona, no puedes hacer nada". Eduardo Navarro, jefe de zona de Bomberos en el Oriente de Asturias, fue aún más explícito. "No tenemos visibilidad a más de 500 metros. No son frentes espectaculares, pero el fuego esta muy desperdigado. La prioridad, codo con codo con la UME, es ir protegiendo las viviendas allí donde corran peligro", explicó al presidente. Esta actitud llegó a molestar a algunos vecinos, quienes no lograban explicarse por qué no se atacaba el fuego directamente. La razón, era evidente: los bomberos se exponían a quedar atrapados por el fuego.