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Entrevista.

Moneiba Lemes: "La masa de gente es algo que nos fascina y aterra al mismo tiempo"

"Trabajo más impulsivamente, sin justificar cada pequeño pasito que doy", explica la artista lanzaroteña

Moneiba Lemes. LA PROVINCIA / DLP

Hay en la pintura de Moneiba Lemes (Lanzarote, 1986) una fascinación por las masas agrupadas en actos de disenso político, como manifestaciones, o, como los conciertos multitudinarios, en espacios de consumo en los que la resistencia y la sumisión se equilibran en el dominio del ocio. Sin interés especial por las representaciones de segunda mano propias de la cultura de masas, esto era el pop clásico, la pintura de Lemes se reclama del linaje moderno de Manet y otros viejos maestros para confrontarse con lo real en cuanto que inscripción pasional.

En sus cuadros hay una suerte de perplejidad ante lo banal, ¿diría que hay una potencia misteriosa en ello?

En La invención del cuadro, Victor I. Stoichita habla del escándalo que en su momento supuso el auge de la pintura de bodegones: ¿cómo es posible -se preguntaban los detractores del género- que los artistas, a los que se les encarga la honorable tarea de hacer visible lo trascendental, se dediquen a pintar simples cacharros de cocina? Esa "potencia misteriosa" de lo banal es la autonomía del arte que conoceremos en la modernidad. En palabras menos sofisticadas, si el cuadro es bueno, poco importa qué se represente en él. Yo me considero una pintora del "cómo pintar", no una ilustradora de temáticas. De hecho reconozco haber empezado esta nueva etapa pictórica poniendo en crisis (a propósito y a la fuerza) la "pintura gris" que había realizado hasta el momento, precisamente retratando los cacharros y la parafernalia del taller. De ese interludio apenas conservo obras. Por otra parte, banal no es sinónimo de insustancial. La muerte, el nacimiento, etc., son banalidades, asuntos totalmente ordinarios y al tiempo fundamentales.

Aparentemente, los únicos combates de sus obras son los que tienen lugar entre color y dibujo y entre figuración y abstracción. ¿Puede hablarnos sobre estas cuestiones?

En el grueso de la exposición planteo un viaje para traspasar los límites entre lo figurativo y lo abstracto. Sin embargo, no hay ningún final en ese recorrido. Es un viaje en círculos. Con ello quiero dejar claro que no hay evolución en las imágenes que presento, tal y como a veces se entiende la abstracción pictórica en tanto que arte supuestamente más esencial, verdadero, puro. Ese debate está obsoleto. Para romper esa posible lectura ofrezco el contrapunto de los cuadros de las banderas, de fuerte carga icónica pero al mismo tiempo ejemplos de figuración "en el chasis", en donde el motivo se reduce a la mínima expresión. La tela apenas está manchada pero la llamada de la "gran política" es evidente.

En los motivos de sus cuadros predominan las imágenes de masas en conciertos y otros espacios de diversión organizada. De otro lado, en la composición se celebra el juego sensual, placentero de la pintura. ¿Cuál es su fiesta para todos? ¿Aspira a que la pintura se convierta también en distracción común?

La masa de gente es algo que nos fascina y aterra al mismo tiempo. Puede representar el lado más reaccionario del ser humano tanto como sus aspiraciones de emancipación más nobles, pasando también por el saludable borreguismo de un domingo por la tarde en un parque lleno de gente. He tratado de representar todos esos aspectos con cierto desapego o distancia. Y cuando me he acercado al final del proyecto me ha parecido, de forma metafórica, una fiesta; fiesta en el sentido pictórico, en tanto que celebración de ese juego sensual y placentero del color y la composición, y en el sentido político- social en cuanto representación del momento convulso y difícil, pero también esperanzador y jovial, en el que vivimos. Respecto a la segunda pregunta, la pintura es un hobby consolidado desde hace mucho tiempo, y no está mal que así sea. Es una de esas distracciones con fondo, como la música o la lectura, que siempre tiene más que ofrecer. Hay grandísimos artistas que se han formado en el ambiente amateur.

Aparte de la función plástica, ¿hay principios éticos o políticos en juego en los motivos de sus obras?

Es innegable que, a pesar de considerarme una pintora del cómo pintar, hay una pulsión por tratar el asunto de la colectividad. Este interés es puramente biográfico. Viviendo en Berlín, he estado al tanto (a través de Internet, algún periódico y en el debate con otros emigrantes) de las tensiones político-sociales de España de los últimos dos años. Y esa tensión se ha convertido en fiesta porque celebro que después de tanto tiempo "pase algo". Hay mucha inquietud en esta fiesta, el recuerdo de la resaca de otras fiestas que fueron parecidas, pero también ganas de participar, alegría y color.

¿Es la tradición de la pintura una medida esencial de su quehacer?

Me formé en una universidad con mucho regusto por las referencias, muy crítica con la espontaneidad creativa. Se nos insistía en que debíamos siempre saber de dónde venían nuestros, así llamados, impulsos creativos. Hoy en día supongo que, en una deriva natural que me llama a hacer justo lo que no debo y "matar a los padres" (con los que mantengo una excelente y cercana relación), trabajo más impulsivamente, sin justificar cada pequeño pasito que doy, aprendiendo a juzgar ese paso en función del trabajo que ya he producido y tengo delante, y no haciendo planes para crear a partir de ideaciones temáticas desde la nada.

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