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Entrevista.

Ángel Sánchez: "Los canarios nos perpetuamos en una minoría de edad mental"

"En sintonía con el bestiario, diría que los isleños somos como dinosaurios lechales, primiciales y arcaicos, ingenuos en apariencia y taimados", asegura el escritor y antropólogo

Ángel Sánchez: "Los canarios nos perpetuamos en una minoría de edad mental"

"El Noroeste de Tamarán es mi Macondo particular", afirma Ángel Sánchez (Gáldar - Gran Canaria, 1943). Es el Finisterre de la Isla, que le sirve de inspiración, en torno a su ciudad natal, donde ahora expone su Bestiario, en el Museo Antonio Padrón (hasta el 25 de octubre): una cincuentena de piezas sobre animales de su colección privada, desde figurativas -incluidos peluches infantiles- a grabados, tapices, escrituras facsímiles? de diversos puntos africanos, europeos y asiáticos. "Desde niño, siento fascinación por los animales, incluso las fieras más dañinas, siempre que no se acerquen a mí, ni malogren mis cosechas de frutas y hortalizas", dice, con su proverbial uso de la ironía, una cierta retranca amable con una fuerte carga pedagógica. Está sentado en la biblioteca de su residencia habitual, en una loma de las inmediaciones de Valleseco, desde cuyo patio -elemental y amplio, con un cierto hacinamiento de cachivaches- se divisa el mar en un horizonte espléndido, al tiempo que se pueden oler y casi tocar los pinos.

"Vivo en las medianías, pero sólo geográficas, ¡eh!", señala, en un nuevo lance de esa habilidad suya de hablar en broma para reforzar que está hablando muy en serio. Tocado con un sombrero y en pantalones cortos y cholas, semeja el híbrido de agricultor y choni que, casi sin solución de continuidad, define, a su juicio, el temple canario. Una enfermedad degenerativa le tiene prácticamente impedido de las dos piernas, desde hace lustros. Pero él consigue que no se note, apostado en el sillón de su biblioteca, junto a un viejo portátil, mientras se lía cigarrillos con mucha más energía y entusiasmo locuaz que muchos jóvenes. Habla como por aspersión, formando círculos rizomáticos -como si estuviese sembrando semillas a puñados o echando amablemente de comer a las gallinas- , que, como por ensalmo, finalmente se concentran y recogen?

La estancia es como un rústico almacén, tan saturado de íconos y, sobre todo, de libros, que da la impresión que si colocara uno más, la madera se vendría abajo. Los hay en francés, en inglés, en alemán, idiomas que domina y frecuenta este jornalero de letras e iconos, formado en La Sorbona de París, cada vez más fascinado con las especificidades canarias. Está a punto de publicar una nueva novela, Las cenizas del paraíso, y tiene maquetados tres lujosos tomos con ilustraciones iconográficas de las siete Islas, bajo el título El signo insular. "¿Soledad?, ¿Autoexilio?", se sonríe socarrónico, acuciándosele el rostro de mexicano, chocantemente sonrosado por el campo. "La falta de movilidad me lleva a estar sentado en esta silla más de ocho horas diarias, y estoy muy feliz escudriñando signos con mi propia sombra. Necesito, por lo menos, quince años más, para consumar todos los proyectos que tengo en mente. He aprendido que la insularidad propicia una soledad plena, elegida, e ignoro si es así en el continente", afirma, aunque, de cuando en cuando, ofrece indicios de las argucias aprendidas para mitigar la soledad en que vive. Es cuando grita: "¡Cállate ya, coño!", llamando por su nombre, y reconociendo, por tanto, el cloquío de sus tres pequeños perros, desde el patio, Chinija, Mowgli y Maggie. "Ladran cuando hay visitas, porque piensan que estoy desvalido y pueden hacerme daño", explica.

Sabíamos que usted cultiva, atípicamente, todos los géneros literarios, y que además es antropólogo, semiólogo, etnolingüista y artista visual, pero esto del bestiario, se lo tenía callado, ¿no?

Sí, bueno, es mi colección particular, que vengo atesorando casi desde niño. Debo de tener un alma primitiva, si considero la igualdad de respeto, comprensión y cercanía biológica que siempre he sentido por los que se denominan reino animal, vegetal y mineral. Es un sentimiento de empatía, que proviene, acaso, de mi mentalidad neolítica residual, donde todos ellos están animados e interactúan con la raza humana. Salta a la vista que hay animales con un comportamiento más humano que muchos de la especie sapiens sapiens? Amo, incluso, a las bestias, pero me siento especialmente cercano a los animales domésticos. Mis tres perros son una compaña, como se dice en canario, a los que sólo les falta hablar, como a veces añadimos. A partir de esta compatibilidad, me entusiasma coleccionarlos en cualquier formato, material, de cualquier procedencia o estilo. Si me he animado ahora a mostrarlos en público, es por una venada de comunicación o comunión. El espectro es tan variopinto, que va desde el caballo labrado en hueso del Paleolítico hasta los dibujos animados. Uno de mis favoritos, y también de los más valiosos, es una edición facsímil del Códice del vuelo de los pájaros, de Leonardo da Vinci. A partir de él, inventa la aerodinámica, nada menos? Cada vez me asombra más este genio del Renacimiento: ¿Cómo pudo descubrir las leyes de la aerodinámica en solitario y nada más que observando y reproduciendo la figura de los pájaros??

De ahí viene su fijación por la multiplicidad de géneros y saberes, probablemente; es algo que no se suele dar ya en ninguna parte, ¿no teme que le echen en cara que quien mucho abarca, poco aprieta??

En absoluto. El exceso de especialización es una lacra de la sociedad contemporánea, y el hecho de que le pegue a todos los palos, como vulgarmente se dice, es algo inopinado, completamente natural, como fruta que me cae encima. Proviene, eso sí, de una curiosidad compulsiva hacia todo, y, claro, la realidad no es unívoca, como muy bien nos advirtieron desde Humboldt a Wittgenstein. Una cosa me va llevando a la otra, como si crecieran nuevos cuerpos, más narrativos, más ensayísticos o más poéticos, a cada pie de página. Yo respeto las leyes internas de cada género o disciplina, si bien, tal vez, todo esté tamizado por la poesía. La poesía es pura poiesis, es decir subjetividad y arbitrariedad absolutas, y ese soy yo; pero, luego, me emperro -por decírtelo en clave de bestiario- por perseguir el hueso de un signo o un símbolo de muestro entorno, y ahí aparece el investigador o el semiólogo, que también soy yo. Se trata de graduaciones de lo misma cosa, cuyas coordenadas -en eso sí me considero muy autoexigente- son el rigor literario, de un lado, y, del otro, el empírico, en el trabajo de campo

La literatura canaria es pródiga en bestiarios, y, en cambio, no hay un análisis sistemático. Pienso en el camello, recurrente en Unamuno, Espinosa y Perdomo Acedo; en la gaviota y otros muchos animales de la obra de Manuel Padorno; en el gorrión de Luis Feria, o en el original monólogo del perro 'Faycán', de Víctor Doreste? Usted también ha utilizado algunos en su poesía, ¿con cuál se queda?

Sí, esa tesis doctoral está por hacer. Más que como metáforas, a mí me gusta meterlos en mi poesía como fábulas o alegorías. Siento predilección por un poema que dediqué a Manuel González Sosa, y que habla de la fugacidad de la belleza: hablo en él del esplendor de ver mis frutales en floración tomados por una banda de mariposas monarca, a las que les queda una horas contadas de vida. Las bestezuelas están por doquier en la poesía mundial: están el Passer deliciae meae puellae / qui cum ludere, qui in sinu tenere (?) de Catulo; los que habitan el mundo de Alicia en el País de las Maravillas ; el ruiseñor del emperador chino, el zorro que se encuentra con el Principito de Saint- Exupéry, el ave rok de Las 1001 noches? Mis favoritos son los mirlos, porque Georg Trakl -cuyas obras completas traduje del alemán- los convirtió en substitutivos de su angustia vital, además de represantarse con su vuelo la traslación de la melodía poética que lo embargaba?

Dejando a un lado su condición de poeta y escritor de ficción, usted ha profundizado sociológicamente, como pocos, en el alma isleña. Abarca desde 'Ensayos sobre cultura canaria' (1983), que es ya un clásico sobre la identidad insular, a sus estudios sobre iconografías y expresiones populares. ¿Cómo redefiniría hoy el ser canario?

En sintonía con el bestiario, diría que somos como dinosaurios lechales; gentes a la vez primiciales y arcaicos, aparentemente ingenuos pero también sabemos ser taimados; pertrechados por la socarronería y la retranca, que son lógicos mecanismos de defensa. Aunque el pasado tiene su peso específico en la ontología de nuestra población, creo que no hemos madurado lo suficiente para incrustarnos en la normalización, en la modernidad, acaso porque ésta nos ha venido avasalladoramente con la industria turística, postergando una y otra vez la capacidad de digerirla. Nos perpetuamos como en una minoría de edad mental vitalicia; somos dinosaurios supervivientes de algo muy ancestral, que tiene que ver con lo aborigen y lo agrícola, y, al mismo tiempo, meros lactantes de lo novedoso, lo que no nos facilita la adecuada transición desde la alpargata al feisbuqueo, al tuiteo, al chateo, al post-it: todo lo que nos ha venido a velocidad de vértigo, después del tsunami que ya constituyó el turismo.

Una de las claves que usted destacaba en aquel libro era el paso abrupto, casi traumático, del sector primario (agricultura) al terciario (servicios) en la economía canaria. Explicaba que era como pasar de la virginidad a la orgía sin conocer pareja? Ahora que también la orgía se ha terminado, tras la crisis, ¿en qué estado nos encontramos?

Supongo que en un compás de espera hasta que se vea si se prolonga, o si podemos amortizar la deuda bancaria para volver a nuestras madres. Pero ya nada va a ser igual, me temo, en caso de recuperarnos. Lo mejores cerebros se buscan la vida fuera de aquí, la enseñanza está empobrecida y descoyuntada, el paro y el hambre cabalgan a galope tendido. Para qué hablar de la cultura, que sigue acomodada en un escaparatismo de clase social, de hábitat urbano y rural, ninguneada en los presupuestos oficiales? El único remedio que puedo prever consiste en tres cosas: Educación, educación y educación?

Usted ha teorizado también sobre la 'magua' canaria, estableciendo una sugerente línea de continuidad atlántica, que iría desde "la morriña" gallega a "la saudade" portuguesa, "la morna" de Cabo Verde y, así, hasta nuestra peculiar vivencia de esa suerte de melancolía o nostalgia del futuro, ¿podría definirse así?

La magua es una patología sentimental del abandono, esa sensación de pérdida que se conlleva a base de una mezcla extraña de desilusión y esperanza. La lejitud impone su ley, y nuestro siquismo echa de menos el claustro materno, donde todo era dicha y blandura, y también la edad feliz neolítica, interrumpida por la colonización. Amaguados nos quedamos por algo concreto, pero amaguados somos constitutivamente. Supongo que la herencia portuguesa que comparte toda la Macaronesia nos dio el nombre, y que la causa original compartida proviene de la colonización común. Sólo hay que escuchar una malagueña madrera, captar la inflexión quejumbrosa con la que se canta, para ponerle firma a ese concepto de magua, tan básico en nuestro equipaje neuronal.

Es curioso; en las últimas respuestas no ha dejado de mentar usted a la madre; la canaria, ¿sigue siendo una cultura matriarcal?

¡Por supuesto! La madre lo es todo. El territorio mismo de cada isla es la madre: el lugar en el que proyectamos cualquier añoranza y al que quisiéramos regresar y abarcar. Fíjate solo en nuestra devoción mariana. Aunque, evidentemente, es una tradición española, muy arraigada en Castilla y Andalucía, cada una de las islas tiene una Virgen capaz de representarla por completo. Pero el matriarcado que nos define viene de mucho antes, de la cultura aborigen, donde se da todo tipo de símbolo cruzado. Tenemos, incluso, nuestra Pachamama, al estilo de la indígena y Hernán Cortés, como, por ejemplo, la entrega de la princesa lanzaroteña Ico al conquistador castellano...

Ya; pero, al otro extremo, está la gesta de la princesa Guayarmina, en Gran Canaria, que demuestra tener un par... Mientras sus padres están como rehenes en la Corte, y él reconvirtiéndose en el futuro Fernando Guanarteme, ella sigue peleando contra los conquistadores como una jabata... En nuestro tiempo, Ernst Jünger resume su visita a Gran Canaria, en los años 70, con la imagen de "la gran madre en su pompa tropical"... Pero, ¿hasta qué punto no hay un sustrato de patriarcalismo en todas estas clasificaciones?

Ya digo que se trata de símbolos cruzados. Pero lo de la cultura patriarcal, en nuestro entorno, al menos, no deja de ser un subterfugio para negar la evidencia. Cada territorio insular es madre; es literalmente, todo junto, latierraquemevionacer. No sólo está en la memoria aborigen, en la poliandría que hubo, por ejemplo, sino que piensa por un momento en la historia más reciente de la madre canaria. Ella lleva el peso de la casa, mientras el marido sale a pescar, por ejemplo, a veces a un lugar tan remoto, que ni siquiera regresa? Así ocurrió, como sabemos, en tantísimos casos en las décadas de la emigración, lo que motivó miles de familias canarias criadas monoparentalmente por una mujer? Yo he trabajado en un ensayo sobre la secular costumbre de las visitas, que, si ahora perduran, es sólo entre mujeres. En los campos y en los barrios, las mujeres se visten y se visitan entre ellas, y luego regresan a sujetar las riendas del espacio doméstico. Es como si acabaran de recibir las mejores instrucciones por parte de sus homólogas oficiales en una reunión del Estado Mayor? Ellas llevan el peso de la economía doméstica, porque poseen un sentido de la previsión y planificación a medio plazo que los hombres no tenemos. Los padres, en cambio, estamos en la improvisación y la inmediatez, muchos de ellos, distrayendo sus penas beberretiando en el bochinche de al lado. Un indicio curioso es que, cuando en una pareja de canarios, el hombre discute con la mujer y amaga con marcharse al domicilio de los padres, dice: "¡Me voy a ca'mi madre!", y elude nombrar al progenitor. Decididamente, el ser canario es madrero.

De hecho, en su tratado inédito 'El signo insular' dedica un capítulo importante a ese asunto del matriarcado y la mujer canaria, ¿cuándo se publicará?

Bueno, son tres densos volúmenes, y de muy costosa producción, porque va repleto de ilustraciones con todo tipo de documentos (mapas, planos, grabados, carteles?). Es un trabajo ímprobo, de muchísimos años, y estoy aguardando, a ver quién pecha con semejante proyecto? Es un recuento de las imágenes que dan las Islas Canarias a ojos propios y a los europeos, exhaustivo y laborioso, como digo; y claro abordo todo tipo de iconos, desde los más evidentes, como el drago al mito de san Barondón, hasta otros mucho más sutiles. El enfoque novedoso es que los abordo diacrónicamente, cómo ha ido evolucionando la percepción que se tiene de ellos. El de la mujer canaria es un capítulo clave, con todo tipo de ilustraciones, manifestaciones artísticas, fotografías? En algunas los inicios de la fotografía, por ejemplo, a finales del XIX y principios del XX, son retratadas, justamente, con un reguero de churumbeles y polluelos a su alrededor, mientras que el padre no sale? Un aspecto recurrente, en las diversas artes y tiempos, es que mientras ellas copan el espacio de la representación, los hombres ocupan un papel tangencial. Por así decirlo, ellas son el motivo o el tema del espacio, mientras que ellos están en el motivo o el tema (que son ellas)? No se trata ahora de vender mi libro por adelantado, ¡que también! (risas), pero revelo ahí información sobre el origen de algunos iconos que debería estar más y mejor difundida. Por ejemplo, con la ayuda del historiador Agustín Millares Cantero se documenta la fecha y el lugar exactos de la creación de nuestra bandera tricolor. Fue en una casa de la calle de La Peregrina, de Las Palmas, el 7 de septiembre de 1961, la víspera del Pino. ¿Por qué blanca, azul y amarilla? Se buscó la exacta ecuanimidad, en su orden de occidental a oriental, de los colores de Tenerife y Las Palmas?

En 'Ensayos?' se mostraba muy crítico con el nacionalismo nominalista y de mera guardarropía, que, curiosamente, comenzó a instalarse después? ¿Qué elementos considera especialmente vigentes a más de treinta años de su publicación?

Sin pretenderlo, en cierto modo, se convirtió en un libro repleto de profecías. Criticaba ahí el protonacionalismo de pata asada y ron que constituían los mítines de los últimos años setenta, y fíjate en lo que ha venido después: eso mismo con menos autoconsciencia identitaria y muchísima más pata asada y ron, y además televisada... Treinta y pico años después, sigo sosteniendo todo lo escrito entonces, al punto de que algunos de mis escritos posteriores son trabajos de campo a partir de los esbozos y premisas de Ensayos? Me ratifico, ahora con más conocimiento de causa, por las décadas transcurridas de inercia política. El nacionalismo burgués, si es sólo un acomodo a las reglas del ajedrez político, va errado de antemano. Debería ser activo, servir para hacer nación en un contexto universal: evitar que el magma típico / tópico que parece ser la ´'marca Canarias' se perpetúe únicamente en la superficie, como imagen de una utopía ombliguista y sumisa. A mi propia experiencia me remito: trabajé como docente treinta y tres años, hasta mi jubilación, en 2003, y he visto que escasamente se pone a nuestro alumnado en la órbita global con razones y pensamientos, más allá de los cachivaches digitales. Hay un ser canario que habrá que inculcarles: tanto el abisal como el de altura, no solamente el que se dibuja donde muere la ola?

Por último, señor Sánchez, es un secreto a voces, en ámbitos culturales, que usted es uno de los escritores mejor equipados para la obtención del premio Canarias de Literatura. ¿Qué opina del devenir de ese galardón? Y entre sus coetáneos, ¿a quién se lo daría?

Sí, ya sé que estoy en todas las quinielas, hasta que me toque la vez, si es que me toca. Pero no me preocupa tanto no alcanzarlo como su dinámica centrifugada, el modo en que se otorga? La invisibilidad, la independencia, el escapismo que disfruto aquí en el campito termina por pasar factura. Pero yo sigo en el machito, con una disciplina de ocho horas diarias en lo mío, como un obrero del conocimiento, ya sea en iconografía canaria, en etnolingüística de nuestro modelo dialectal, en novelas, en poesía visual (que me la tomo muy en serio, aunque sea un juego). Si me tocase, tampoco quisiera que coincidiera con mi extremaunción, como le ocurrió, por ejemplo, al pobre José María Millares. En cuanto a los que se lo han llevado, nada que objetar, si acaso un rejo ateneísta lagunero por medio. ¿Quiénes lo merecen? Hay gente en todas las Islas que escriben bien, sólo que son demasiado jóvenes y sin oportunidad editorial. Permítame no dar nombres, ni siquiera entre los de mi generación, porque me dejaría atrás a alguien y no quiero enemistades, ni odios sarracenos, quemada como está tanta gente por no tener ni siquiera lectores?

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