Si la esencia de la música indie que se realiza en estos momentos a nivel internacional tuviera que resumirse en un único trabajo de un grupo en particular ese sería, probablemente, el segundo disco de The Sueques. Y es que esta banda de Barcelona formada por tres chicas y un chico, cuya actitud a veces me recuerda a los efímeros Elastica, realiza un inteligente y acertado decálogo del sonido de los últimos 30 años pasado por el tamiz de su propia personalidad. Desde el indie hasta la neopsicodelia, pasando por el post-punk, el arty y la new wave, conviven en esta obra.
Utilizando el catalán como vehículo de expresión que, como ya se ha demostrado en numerosas ocasiones, se adapta mejor al pop que el castellano, el disco incluye catorce canciones con la mirada bien fija en otras tantas referencias. Así, el disco comienza con una Ara es aquí que parece firmado por los primeros The Pastels. La sigue una No ho saps con el tono festivo de los B-52's y finaliza en una de las joyas del álbum, Estàtues tontes, que recuerda los mejores Wire pasados por un filtro teclístico de Stereolab. M'agrades bastant y Faldille i soroll mantienen la fijación por los ritmos matemáticos y las melodías contagiosas de los mismísimos The Fall, y la inocencia de I apologise conserva todo el encanto de los Young Marble Giants.
La admiración hacia el primer punk aparece en Cor pelut, que desprende algo de Vice Squad, o Sua la carn, que es como escuchar a unos nuevos Undertones. El disco concluye con dos temas curiosos. Un Què ens passa que podría pasar por una canción de Shop Assistents. Y la balada Tot s'havia acabat, como parada por el slowcore. Tras un álbum y un EP, Educació física es la confirmación de un proyecto fresco, de un decálogo tan brillante como contundente.
