Reducir a la mínima expresión los elementos del dibujo, y lograr emocionar al lector no es una tarea fácil. Es algo que sólo han logrado grandes artistas como Chabouté, Paco Roca y ahora Trouche. El dibujante argentino realiza sus diseños a mano, artesanalmente, con un trazo naif a pincel que a veces recuerdan la candidez de las viñetas de El principito. Equilibristas, violinistas, árboles y pájaros, linternas, lluvias y estrellas, sombras, hombres y mujeres, son algunos de los actores de estas páginas en una secuencia sin diálogo que atrapa inmediatamente al lector. En esa sencillez radica el encanto de unas historia que dejan ver un caudal de sentimientos que surgen de una forma sutil. Pero para disfrutarlas en su plenitud, lo importante es olvidarse de prejuicios, escuelas o técnicas, y dejarse invadir por la magia de un artista con personalidad con un estilo único.
