La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

lecturas

El Islam en Europa: la tesis de 'Sumisión' y 'Eurabia'

La polémica obra de Michel Houellebecq constituye una oportunidad para bucear de nuevo en un título poco conocido de la autora Bat Ye'or

El Islam en Europa: la tesis de 'Sumisión' y 'Eurabia' LA PROVINCIA/DLP

Un reiterado dicho que todos hemos oído, cuando no leído, nos habla de las turbulencias que suelen poblar los ?nes y principios de siglo.

El conjunto de re?exiones -cuando no, meras percepciones de lector inveterado-, que llena este ensayo se ha valido en principio de la publicación de una novela -Sumisión- en el París de enero de 2015. Sin embargo, una dosis de rememoración automática ha llevado al autor del ensayo a bucear de nuevo en un título poco conocido -Eurabia- que pasó por mis manos hace unos pocos años. ¿Ha habido alguna relación -¿indirecta?, ¿remota?, ¿casual?- entre las páginas de Michel Houellebecq y las de Bat Ye'or? Si así fuese, alguien podría explorar la conexión entre ambas en el futuro. En caso contrario, queda este ensayo como testimonio intelectual gratuito que no ha pretendido ultrajar ni la inventiva de que hace gala Houellebecq en Sumisión, ni el titánico despliegue de erudición -y capacidad de construir un argumentario provocador- que revela Bat Ye'or en su quimérica Eurabia.

Siguen, sin embargo, corriendo los días, las semanas y los meses, y a la vista está que una riada incesante de refugiados -de mayoría musulmana- explora con desesperación las vías de penetración en los países del espacio Schengen. Esta patética evidencia del momento no ha dejado de aguijonear al autor del ensayo, a la hora de plasmar por escrito el encadenamiento temático que podría existir entre Sumisión y Eurabia.

El reino de la Religión en la República

Sumisión, título de la última novela publicada por Michel Houellebecq, y que Anagrama lanzó al mercado español en 2015, no deja de ser un libro fuera de lo común. O, quizá, sea más propio puntualizar que el tema vertebrador de Sumisión (la sumisión al Islam ¡sic!) es de una actualidad considerable a la luz del complejo y confuso entramado islamo-judeocristiano. Si a ello se suma la trayectoria literaria de Houellebecq desde la publicación de su primera novela (Ampliación del campo de batalla, 1994) -trayectoria signi?cativa por la original, aunque displicente, capacidad de provocación intelectual del autor- contamos con dos datos de entidad para situarnos prevenidos -y no sumisos- ante la obra de marras.

Imaginemos que la Francia republicana de un futuro próximo hubiese iniciado, desde años atrás, un itinerario repleto de acomodo material, aunque desprovista de fórmulas políticas estimulantes para enfrentarse a los retos de los nuevos tiempos. La saturación de tedio vital y planteamientos políticos manoseados que embota a una multitud de conservadores y socialdemócratas, sólo amenazados por la pujanza social de la extrema derecha -inveterada en la Francia contemporánea- habría ido componiendo una predisposición subconsciente en los ciudadanos a someterse favorablemente al Islam interior. O sea, a una instalación religiosa moderada de la cuarta generación de musulmanes franceses que, orientados por el sincrético líder que encarna en el relato un ?cticio Mohamed Ben Abbes, termina por imponerse a la sensibilidad colectiva y a las instituciones de la República, sin atisbos yihadistas de ningún género. Una versión del Islam respetuosa, además, con el procedimiento, público y electoral, de las democracias enraizadas en el viejo continente desde hace un par de siglos. De esta manera, urdiendo subrepticiamente complicidades con una "imaginaria" Eurabia, llamada a suplantar la Unión Europea superviviente y atenazada por la Gran Medusa, es como la República laica devendrá el primer Estado europeo en encontrar alivio en la sumisión al Islam, logrando contrarrestar el tedio vital, la perforación anímica y el consiguiente desarme cívico que la habrían ido invadiendo. Un alivio, en suma, merced a los desvelos de una no menos ?cticia Fraternidad Musulmana. De esta manera, los fatigados y fatigosos profesionales de las democracias liberales tendrían al alcance de la mano un recurso civilizatorio de sustitución para detener el Asalto gaulois, de tónica identitaria, fascista incluso, encarnado en la gentil Marine Le Pen.

"Es la sumisión", dice con voz pausada el nuevo rector de la Universidad de La Sorbona a un profesor especializado en la obra del escritor, católico converso, que fue Huysmans (1848-1907), "la idea asombrosa y simple, jamás expresada con fuerza, de que la cumbre de la felicidad humana reside en la sumisión más absoluta". O sea, en el Islam, en cuyo seno reposa la convicción de que la creación divina es perfecta. Una obra maestra absoluta, según Robert Rediger, personaje avuncular de la novela que encarna al nuevo rector (converso) de una de las más antiguas y luminosas sedes de la sabiduría occidental. La suave y gradual penetración del Islam en los arcanos franceses no ha recurrido esta vez a la guerra santa ni a la implantación de la sharia por decreto; tampoco ha sobrevenido de la mano de los barbaros despiadados provenientes del norte; ni en forma de temibles razzias mogólicas; ni, incluso, de milicias romanas entonando con brío el Delenda est Carthago.

No obstante el hecho de que Sumisión está plagada de invocaciones a Huysmans, a Nietzsche, y de alguna mención ocasional a Toynbee (se echa en falta, empero, a Oswald Spengler) para connotar con citas de autoridad intelectual el fenómeno de la ¿fusión?, ¿choque?, ¿acoplamiento?, de civilizaciones a través del proceso diacrítico de la historia, la trama de la complicidad religiosa (Sumisión) termina por adueñarse de la acomodada sociedad republicana de manera insidiosa; y justo, por ello mismo, irresistiblemente.

No hay necesidad de ahondar aquí en la ?nanciación de todo este proceso de sumisión que describe el relato de Houellebecq, garantizada por el vellocino de oro que han tesaurizado las acaudaladas monarquías petrodólares del Golfo, con Arabia Saudí en primera línea de la aportación ?nanciera destinada a culminar el cerco moral de la República por la envolvente Fraternidad Musulmana. Ello se produce, precisamente, en un estadio de usura avanzada del proverbial entendimiento de los príncipes saudíes con USA a partir de los lejanos años treinta del siglo XX. Sin embargo, la deslealtad americana con el Mundo Árabe, al convertirse en soporte mayor de Israel, terminaría por convencer a las monarquías del Golfo de la necesidad de idear una estrategia funcional para iniciar la construcción de Eurabia, precisamente a partir de una Francia abocada siempre a mostrar re?ejos de antisemitismo recidivo. O sea, en un país y en una hora atractivos para culminar, con la venia del Señor de los Tiempos, la con?guración de Eurabia: un bloque bicontinental en el que no sólo quedarían integrados los países-miembro de la Unión Europea, sino también las repúblicas turca, argelina, y egipcia misma; además de algunas monarquías residuales como Marruecos y Jordania. Eurabia sería, en puridad, el compendio terre-nal de una concepción de ámbi-tos civilizatorios múltiples y de foros políglotas; de una Weltanschauung universalista, como las edi?cadas more philosophico por san Agustín, Campanella o Hegel. Todo, todo este prodigioso futuro, estaría a punto de convertirse en realidad con la sumisión al Islam.

Inútil es añadir que el bohemio profesor sorbonnard, a pesar de ser un vástago de las familias intelectuales del París de 2025 (cuando la sumisión de la que habla Houellebecq sea, aproximadamente, un hecho consumado) reinicia un viaje de prueba espiritual a Martel y Rocamadour -topónimos tan cargados de simbolismo cristiano en Francia-, para terminar por alcanzar la posibilidad, esta vez, de no ser diferente, de dejarse llevar por el entreguismo moral que ha inundado la República entera. Terminando, pues, por aceptar un puesto docente en La Sorbona, retribuido esta vez con el triple de cuanto percibía por ley en el puesto académico anterior a su sumisión personal. "Un poco como le había ocurrido unos años antes a mi padre, se me ofrecería una nueva oportunidad; y sería la oportunidad de una segunda vida, sin mucha relación con la precedente", soliloquea al ?nal del relato el académico personaje que constituye el hilo conductor de la narración.

Ante el diluvio de notas asépticas, críticas, dicterios y fogonazos mediáticos provocados por Sumisión, Houellebecq se limitó a comentar en la prestigiosa revista literaria, The Paris Review: "he procedido a una aceleración de la historia. Condenso una evolución que, a mi entender, es verosímil". Y parece que añadió titubeando, como haciéndoselo perdonar, que, en rigor, no pretendía asustar a nadie con su alegoría de la sumisión.

El espectro de Eurabia

El lector de Sumisión -sea avezado, o menos perceptivo- debe tener en cuenta unos datos bibliográ?cos que no son ajenos al tema de El reino de la Religión en la República, que acaba de concluir.

Con idéntica asepsia a la empleada en la descripción del contenido del relato de Houellebecq, el autor de estas cuartillas ensayará en adelante la exposición erudita, al tiempo que conceptual, de El espectro de Eurabia; que, como se recordará, aparece invocado con cierto detalle en la primera parte de este ensayo.

Ahí van, pues, los datos que pueden ayudar a colocar, en relación de "parentesco", Sumisión (publicada en enero de 2015) y la obra de Bat Ye'or que lleva por título Eurabia. The Euro-Arab Axis (Madison; Teaneck: Fairleigh Dickinson University Press, 2005).

Para empezar, veamos quién es la autora del título de marras. Bat Ye'or es una sesuda investigadora entregada a dilucidar el entresijo religioso y cultural judeo-cristiano y el impacto que supuso el nacimiento y la difusión del Islam a partir de la segunda mitad del siglo VII de la era cristiana, que en adelante servirá de parámetro cronológico en este texto. La clave de aquel entresijo residió, según Bat Ye'or, en el principio de la protección "calculada" de los súbditos de confesión judía y cristiana por las autoridades califales del orbe musulmán; un orbe en expansión notoria hasta principios del primer milenio.

Bat Ye'or eleva la categoría de dhimmî en clave de bóveda de su densa y polémica contribución al tema de la dominación y, o, convivencia de cada una de las tres religiones del Libro a lo largo de trece siglos y a horcajadas entre el primer y segundo milenios.

La protección y respeto de las poblaciones de confesión judía y cristiana por las estructuras califales del Islam, triunfante, entonces, desde el principado de Samarkanda hasta el miti?cado Al-Andalus, habrían constituido la espina dorsal de la dominación religiosa musulmana -luego civilizatoria- llamada la dhimmitude, según el galicismo acuñado por Bat Ye'or. O sea, el establecimiento de una ecuación irresistible: paz y seguridad para las minorías religiosas a cambio de dominio territorial, imposición de corveas y sumisión incondicional a los términos de la capitulación. A la luz del entendimiento, está claro que la polémica viene servida por el desarrollo, minucioso y documentado, de la tesis central que gobierna la producción bibliográ?ca de la autora publicada con anterioridad a Eurabia, cuyo espectro es invocado, precisamente, en el epígrafe que sirve de encabezamiento.

En rigor, Bat Ye'or da un salto espectacular desde su aportación bibliográ?ca anterior -no exenta de su inclinación marcada hacia las minorías judeo-cristianas sumisas al Islam predominante siglos atrás-al momento de la redacción de Eurabia. The Euro-Arab Axis; cuya portada de cubierta -aquí reproducida- es tan fácilmente interpretable que sobra cualquier paráfrasis al respecto.

La obra polémica, por excelencia, de Bat Ye'or se concibe a partir del 11-S, en años de dramática intensidad relacional entre Estados Unidos, la Unión Europea, Israel, y el Mundo Árabe (de Oriente Medio, muy en particular), sin que la Rusia post-soviética, el Irán jomeinista y la incipiente Turquía de R. Tayyip Erdogan permanezcan al margen del con?icto predominante en el siglo XXI: la Segunda Cuestión de Oriente. En medio del fragor político, guerrero, ideológico y energético de aquellos años, la autora de turno se lanza a esclarecer el porqué de un título desconcertante, entonces, para el lector no desinteresado del todo por la cuestión en litigio; pero frecuentemente desprovisto de aguja de marear.

Bat Ye'or plantea como sigue el meollo de la cuestión: "Eurabia emergió en el arranque del tercer milenio en forma de judeofobia, acompañada poco después por demostraciones masivas de antiamericanismo que se extendieron a lo largo de Europa occidental".

Y añade Ye'or, no sin dejar de arrojar gradualmente leña al fuego: "estas manifestaciones de la sigilosa transformación de Europa en una Eurabia [2025] comenzaron durante el intervalo que se abre hacia el 30 de septiembre de 2000" -cuando se intensi?có la guerra de Al-Aqsa que condujo Arafat-.

Y, por último, puntualiza la autora que "no fue mera coincidencia que los gobiernos, muchas iglesias cristianas y no pocos medios de comunicación europeos apoyaran el anti-americanismo y la Organización para la Liberación de Palestina. Esas manifestaciones fueron, visiblemente, de raigambre europeo-occidental (UE) y dirigidas hacia el blanco americano e israelí: en puridad no hacían sino anunciar una transformación social y cultural de Europa".

A partir de esta explanación previa de la autora, Europa (UE, en particular) devendría, paso a paso, un territorio de protección musulmana. Es decir, la caduca y anómica sociedad francesa que a grandes trazos pinta Houellebecq, en Sumisión, habría terminado por sucumbir, sin mayores conmociones ni aspavientos, al lenitivo propiciado por la utópica Fraternidad Musulmana; aunque -¡y cómo no!- respetando el ritual y la liturgia electoral republicanos. Ante el temor del desencadenamiento de un yihadismo más despiadado, si cabe, que el habitual, y comprobada la garantía fehaciente del apoyo ?nanciero prestado al espectro de Eurabia por el vellocino de oro tesaurizado en las monarquías petrodólares del Golfo, el Viejo Mundo no podría permitirse en adelante ningún tipo de Résistance a la usanza de 1940, inmerso de hoz y coz en una encrucijada internacional premonitoria. La Media Luna ondeando sinuosa en el París del Panteón, de La Sorbona y de la Asamblea Nacional vendría a simbolizar la culminación de una nueva edición de la dhimma musulmana, ejercida esta vez en el seno de la república liberal y laica, por antonomasia, de la historia de la cristiandad.

Aquel paisaje de un París con banderas verdes y media luna -en vez de la tricolor- podría brindar, sin embargo, la oportunidad de una segunda vida, sin mucha relación con la precedente, como murmura al ?nal de Sumisión el ensimismado profesor de Literatura y especialista en la obra de Huysmans. Una segunda vida exenta de toda violencia rupturista y de la implantación sistemática de la temida yihad en cuanto principio de dominación, con el respaldo vitalicio, además, de una economía solvente, siempre saneada por los inagotables pozos y oleoductos del Oriente musulmán.

Sería así, y con tal de evitar el triunfo electoral del Frente Nacional encabezado por una lideresa de nombre Marine Le Pen, como la República se postraría ante el nuevo paradigma de civilización musulmán, que se había in?ltrado en Francia en el transcurso de un encadenamiento generacional datable a partir de la descolonización. Aquel momento histórico en que Francia, hasta entonces puissance musulmane, devendría tierra de acogida para cientos de miles de refugiados (harkis), de inmigrantes económicos y de almas sin destino, procedentes de imperios en ruina y de colonias convertidas repentinamente en naciones liberadas.

(*) El artículo de Víctor Morales Lezcano "El Islam en Europa. Las tesis de 'Sumisón' y 'Eurabia" se publicó en 'Revista de Occidente', número 415, diciembre, 2015.

Compartir el artículo

stats