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"No podrán destruir a mi hijo"

Leopoldo López Gil, padre del líder encarcelado, confía en que muy pronto todos los reos políticos puedan salir de prisión

"No podrán destruir a mi hijo"

Leopoldo López Gil lleva demasiados meses sin poder ver a su hijo. No puede entrar en Venezuela al pesar sobre él una orden de captura, ya que se encontraba fuera del país cuando fue sometido a un procedimiento judicial que incluía la prohibición de salida del mismo; por lo tanto, no puede regresar a Venezuela si no quiere acabar entre rejas.

López Gil vive desde hace años entre Miami y Madrid, donde reside una de sus hijas. Estos días ha coincidido su estancia en la capital de España con los resultados electorales que han supuesto el triunfo de la oposición frente al chavismo. Además, el Gobierno español, en su reunión del pasado viernes, 11 de diciembre, concedió la nacionalidad española a los padres del opositor venezolano para reforzar "sus garantías democráticas ante la persecución política y judicial que sufren a consecuencia de la situación de su hijo".

La decisión del Gobierno español se produce después del anuncio del presidente venezolano, Nicolás Maduro, de que no apoyará "ninguna" ley de amnistía que le proponga el nuevo Parlamento de mayoría opositora para liberar a políticos presos". Sin embargo, la oposición con 112 escaños tiene la legalidad suficiente según establece la Constitución para poder aprobar esta ley, según confirman integrantes de la Mesa de Unidad Democrática, de la que forman parte 39 partidos políticos venezolanos.

Si bien las últimas noticias son muy esperanzadoras, al hablar con López Gil se detecta de inmediato una gran tristeza. Entre lágrimas escuchó el escrutinio oficial que puede permitir a la nueva Asamblea de Venezuela aprobar como primera ley la amnistía para los presos políticos, lo que dejaría en libertad a su hijo Leopoldo.

López Gil imagina que desde el día de las elecciones en Venezuela es probable que la sonrisa no se haya borrado de la cara de su hijo. "Si pensaban que iban a acabar con él, a destruirlo, están muy equivocados. Leopoldo está cada día más fuerte. La gente que sufre lo que él está viviendo, crece mucho más que los demás, su crecimiento nace de su interior", afirma.

Leopoldo López Mendoza fue condenado el pasado mes de septiembre en Venezuela a casi 14 años de prisión por instigación pública, asociación para delinquir, daños a la propiedad e incendio por los hechos violentos que se produjeron al término de una marcha que se había convocado el 12 de febrero de 2014, en una jornada que se saldó con 43 muertos.

Para su padre en estos momentos resulta fundamental que el Ejército no haya apoyado a Maduro, "él sólo podrá permanecer en el poder por la fuerza y ya se sabe que la fuerza puede durar un tiempo, pero no todo el tiempo". López Gil y su mujer Antonieta Mendoza viven momentos de angustia. Saben que el estado y la situación de Leopoldo es muy difícil.

"Mi hijo está aislado en la torre de castigo de Ramo Verde, que tiene trece celdas y solo una está ocupada, la suya. El habitáculo mide 2,7 x 2,7 metros. Tiene una ventana muy alta y al otro lado hay varios guardias que lo vigilan. Antes tenía más libros, ahora sólo le dejan la biblia y otro libro más, cuando lo acaba tiene que entregar el que ya ha leído y puede quedarse con otro nuevo".

Su relato lleva a otras épocas, como si el preso hubiera sido encarcelado en tiempo de guerras. "Pero él no para", insiste su padre, "se ha matriculado para cursar a distancia un nuevo máster".

Sólo al final de esta entrevista, cuando recuerda que este texto saldrá publicado en Canarias, sonríe abiertamente, y dice: "Me acuerdo mucho de varios amigos canarios que tuve cuando era más joven y trabajaba en Caracas. Fíjate, uno se llamaba Juan Dorta y otro Félix Trujillo. Ellos siempre estaban hablando de su tierra, y cantaban una canción muy linda, esa que habla de las Islas Canarias. Qué buenos recuerdos".

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