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Sorteo de la lotería de Navidad

Esperando al Gordo

Hay gente tan paciente que puede esperar veinte años, y más, hasta que el azar termina por darles la gran alegría de su vida: su décimo coincide con el primer premio de la Lotería de Navidad

Esperando al Gordo

Hay premios mucho más cuantiosos y desmesurados como la Primitiva o el Euromillón, o los sorteos extraordinarios que celebra la Once, pero la Lotería de Navidad es sin duda la estrella de esta gigantesca constelación de jugadores impenitentes, que año tras año, esperan que esta vez sí el Gordo pase por sus vidas, dejando ese buen puñado de euros.

A estas alturas del mes de diciembre, cuando apenas faltan dos días para el sorteo, resulta extraño encontrar en cualquier rincón de Canarias a una persona que no juegue un décimo, o dos o nueve, como Celestino, un jubilado de Arrecife, que prefiere no contar mucho más para no dar pistas, "que ya sabes cómo es la gente, además si me saco algo, ya lo repartiré entre mis hijos". Y así lleva toda la vida hasta que salte la sorpresa.

Marta, una hondureña que lleva algún tiempo viviendo en la Isla ha tenido que vender décimos del 29.394, el número del Club Deportivo Los Geranios de Voleibol, "mi hija juega en ese equipo, y los padres hemos tenido que ayudar para sacar fondos, y conozco a un señor, que me compró un billete, que lleva 31 décimos, no digo quién es, porque tal vez no le guste".

Lo que queda claro es que los amantes de este sorteo resultan fieles seguidores. Por muchos años que pasen, ellos siguen ahí, comprando un billete como una tradición más, de esas que hay que cumplir sin objeciones.

Todos los trabajadores del hotel Miramar de Arrecife llevan 20 años comprando el mismo número, el 57.694, y no pierden la esperanza. Manuel Navarro, uno de los recepcionistas más veteranos en este puesto, recuerda que fue un compañero, ya jubilado, el que se encargó de elegir el décimo, y ahora ya no pueden reservar otro, ni siquiera pedir a la Administración que no se los guarde. Con el tiempo, casi parecería un sacrilegio que decidieran apostar por otro: "Y si lo dejas y ahora sale...".

Lo que sí tienen claro es lo que harían con el dinero: "Cerramos por vacaciones y nos vamos todos a hacer un crucero", pero después "volvemos", advierte Manuel. "Ya está uno acostumbrado a esto y además nos íbamos a aburrir sin hacer nada".

Una vez que termina esta pequeña fiesta de ensoñación, ese momento en el que todos empiezan a imaginar qué es lo que harían con el dinero del Gordo, acaban por volver a poner los pies en el suelo y reconocen: "Bueno, a nosotros ya nos toco la lotería, estamos trabajando". Cada uno regresa a su puesto, al final el Gordo puede más que sus intentos por serenar la ilusión que genera, y casi a coro repiten: "Si vuelves el 22, ya sabes que estamos en el crucero".

El número más feo

Juan Rodríguez es un reconocido futbolero, seguidor de la UD. Lanzarote y de la UD Las Palmas, no hay que olvidar que nació en Gran Canaria, y él hace gala de ser un "canarión". Juan está al frente del bar El Mercadillo en la calle Real y cada año compra varios décimos.

"Por aquí viene 'Marcelo el majorero', que suele traer números de Las Palmas para venderlos sobre todo por la calle Real, y después se va a Gran Canaria y allí vende décimos que coge sobre todo de la Administración de Costa Teguise. También va mucho por Fuerteventura, y de este hombre tengo uno".

Marcelo, el vendedor ambulante de lotería, recorre la provincia vendiendo décimos. Casi como el personaje de Melquiades, el buhonero de 100 Años de Soledad, este hombre y su mujer en lugar de artilugios extraños y tónicos milagrosos, reparte algo tan delicado como la suerte. Ellos van de una isla a otra. De Los Dolores se marchan a la Peña y después al Pino siguiendo la estela de los que confían en salir de la crisis acertando una extraña combinación.

Pero este año, Juan Rodríguez tiene un claro presentimiento. El número que va a darle la mayor alegría de su vida es el décimo más feo que había en la Administración, el 03001. "Éste es el gordo, realmente lo pienso".

Juan y su mujer se fueron unos días a Madrid y como otros miles de turistas que pasan por la capital no pudo evitar la tentación de acercarse hasta doña Manolita: "Estuvimos tres horas en la cola, y cuando nos toca entrar, mi mujer se pone en una ventanilla y yo en otra. Primero le pedí cinco apuestas para la primitiva y después le dije que me diera un décimo. Miré en el cristal dónde los ponen, y justo delante de mí, sólo estaba éste. Más feo no podía ser, pero le dije: dame ése, y creo que me va dar suerte"

La UD y su ascenso

A la hora de elegir un número, la gente puede sorprender con la ocurrencia más peregrina. Desde la Administración La Brujita de Telde, la que más vende de la Isla por haber dado varios premios, dicen que este año se pide mucho la terminación 21, "la fecha del ascenso de la UD, o el 23 que fue cuando se produjeron las inundaciones en el municipio; después, siempre hay terminaciones que salen antes, la 13, 69, 15, de esas ya no me quedan".

El gerente Alberto Suárez recuerda que hay clientes que llegan buscando el mismo número que la matrícula del coche, el día de su boda, el cumpleaños de uno de sus hijos, se trata de dar con esa cifra mágica que resulte finalmente afortunada.

Esta Administración está recibiendo peticiones desde el resto de comunidades, "pero los que más nos están solicitando décimos y series completas son los de Tenerife, con gran diferencia".

Las menos afortunadas

En Canarias, las islas con menos suerte, de momento, parecen ser El Hierro y La Gomera, que no han dado nunca el Gordo. Fuerteventura tampoco, aunque un cliente de Puerto del Rosario solicitó por máquina un décimo concreto y resultó agraciado con el primer premio.

Sin embargo, este año, en la Administración El Silbo de San Sebastián confían mucho en el 50.413, ya que llevan la serie completa, 1.600 billetes y los han vendido todos.

Nadia Padilla dice que este año ha notado que la gente está como más ilusionada, "y hay clientes de otras islas que han venido de forma expresa hasta La Gomera para llevarse unos décimos de este número".

Nadia considera que la suerte, el azar o las manos de los niños de San Ildefonso deberían tener consideración y "que nos den una alegría, que ya toca".

Al otro lado de este mapa, de este Archipiélago que sueña con la suerte, en Caleta de Sebo, Enriqueta Romero dice que le encanta el día de la Lotería. Se levanta temprano, coge una libreta y un bolígrafo y se queda delante del televisor, apuntando todos los premios. Seguramente si pudiera hasta apuntaba la pedrea, pero de momento se conforma con ver como los números que cantan los niños coinciden con alguno de los billetes que lleva este año.

Desde hace algún tiempo compra seis décimos a una Administración de lotería de Valencia, para repartir entre sus hijos, después siempre cae alguno más, "por aquí vienen muchos vendiendo números de Las Palmas".

Si esta vez le tocara un buen premio, Enriqueta asegura que se pondría a dar brincos por toda la Graciosa, "a festejarlo, nada de marcharse fuera, que a mí no me gusta viajar".

El día 22 por la mañana volverá a repetirse, como una plegaria, el soniquete de las voces de los niños que llaman a la suerte.

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