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HISTORIA

Alzolarás, el obispo de las reformas

Carlos Millán analiza en un libro la vida y la época de uno de los prelados más importantes de la historia de Canarias - El religioso mantuvo una regular correspondencia con Carlos I y Felipe II

Fray Juan de Alzolarás, en un cuadro del siglo XVI

La labor que realizó el obispo de Canarias, fray Juan de Alzolarás, durante la segunda mitad del siglo XVI, es una de las más importantes para los grandes avances de la iglesia y la sociedad de las Islas en su época. Su figura, una de las menos conocidas de la historia del Archipiélago, ha sido estudiada ahora desde la dimensión que merece por el presidente del Consejo Consultivo de Canarias, Carlos Millán Hernández, en su libro El capellán menor del rey. Fray Juan de Alzolarás, obispo de Canarias publicado en Gaviño de Franchy Editores.

El autor describe la labor de este prelado de origen guipuzcoano, durante los cinco años que residió en la sede episcopal, desde marzo de 1569 hasta su muerte el 7 de mayo de 1574, y analiza el contexto histórico en que vivió, su relación con Carlos I y Felipe II, y el epistolario que mantuvo con ellos.

El libro incluye, entre otras cosas, un análisis muy preciso de las costumbres de la época, de algunas de las obras de arte incorporadas durante su vida a la catedral, entre las que destaca un portapaz de Benevento Cellini, o de la familia del obispo. Todo magníficamente ilustrado con escudos,pinturas, fotos o grabados de todo tipo

Durante su estancia en Canarias fray Juan de Alzolarás tuvo que resolver los problemas de un clero escasamente preparado, recuperando la dignidad de la iglesia y solucionando sus corruptelas. Obtuvo del Rey el compromiso de que no se concedería prebenda alguna a persona que no reuniera la preparación necesaria en gramática, lógica, teología y derecho canónico para acceder al oficio. Tal y como afirma Carlos Millán, "Alzolarás logró que los miembros de la Iglesia de Canarias que estaban ausentes pudieran regresar, como establecía el Concilio de Trento. Y obtuvo del Rey que se promoviera a los cargos de la Iglesia solamente a clérigos competentes, dotando de transparencia las cuentas y recursos del obispado en la distribución de los diezmos". Esta iniciativa facilitó la construcción de hospitales, iglesias y ayuda material tanto para la población necesitada como para la redención de cautivos. En su pontificado se terminaron además las obras principales de la catedral de Las Palmas.

El obispo de origen vasco recomendó al Rey la mejora de las defensas y fortificaciones de las islas y propuso que La Gomera -de señorío- se incorporase como isla de realengo. También pidió y obtuvo un breve pontificio del Papa para poder dispensar los matrimonios entre grados prohibidos por vínculos de parentesco existentes en la isla del Hierro. "Visitó todas las iglesias de las islas occidentales desplazándose personalmente a vela, con riesgo de su vida, para supervisar el culto, la pureza del clero y corregir irregularidades", afirma Millán. "Dirigió la Iglesia de Canarias con gran rectitud, la misma con la que gobernó la Orden de San Jerónimo entre 1558 y1561, un mandato durante el cual se produce la batalla de Lepanto y el martirio de jesuitas en la isla de La Palma a manos de corsarios franceses dirigidos por el pirata calvinista Jacques de Sores", añade el experto.

Fray Juan de Alzolarás era un hombre que producía admiración por su alta preparación universitaria, teológica y en Derecho canónico. No pasó desapercibido ni en la Orden de San Jerónimo, a la que pertenecía y en la que se le consideró como uno de los mejores y más grandes predicadores del siglo XVI, ni en Canarias, donde Bartolomé Cairasco de Figueroa lo describe como uno de los más sabios prelados. "Fue elegido, por su perfección en el arte de exponer la doctrina cristiana, en momentos de herejía y contradicción, primer Predicador del Emperador en Yuste, permaneciendo con Carlos V hasta que fue elegido General de la Orden de San Jerónimo en 1558", afirma el autor, "momento en el que fue sustituido por Fray Francisco de Villalba, posteriormente predicador de Felipe II", añade.

Es posible conocer la situación en la que se encontraban las Islas por entonces a través de su correspondencia con el Rey. "Alzolarás le recomienda prudencia en la elección de los cargos tanto para la Iglesia como para los los oficios públicos", señala el autor. "Protege a la población más desfavorecida, y expone la situación deficiente de defensa de las islas, sus necesidades más apremiantes y la conveniencia de mejorar la formación del clero", añade.

En este punto resultan expresivas sus palabras al rey al llegar a la Isla: 'Lo que vi por mis ojos fue que hay alguna artillería y un fuerte que responde a la fortaleza que está en el puerto. Creo que será menester la ayuda de Vuestra Majestad, porque aunque para lo ordinario bastaría, para flota grande no sé lo que sería'. En su pontificado las cosechas fueron escasas para la alimentación de la población, y el obispo entregó parte de su diezmo de cereales para la nutrición de los habitantes, exponiendo a Felipe II la situación de pobreza y de necesidad de la población y las medidas que podrían solucionar los problemas y la escasez de medios de las Islas.

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