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Historias de canarios que necesitan un trasplante

Las razones para vivir de Loli Ramírez

La espera en soledad de una vecina de Telde en un piso junto al 12 de Octubre donde aguarda un nuevo corazón

Loli Ramírez en el parque de la Ciudad de Los Ángeles, en Madrid.

Hay fortalezas tan grandes que parecen de otro mundo. Tal vez sólo están escondidas, a la espera, y en un momento dado, cuando la vida da un duro revés, un golpe fuerte, entonces esa fuerza desconocida sale a la luz y se acopla como una coraza. Como la capa mágica de las hadas o el armazón que cubre a los valientes. El tesón de Loli Ramírez, esa fuerza que la lleva a luchar tanto, aunque no sea nada fácil, sólo se puede entender viendo la cara que pone cuando habla de sus hijas, de Daida y Yara, las niñas de sus ojos. Y en esta lista de apoyos incondicionales, en sus razones para vivir también hay que mencionar a su marido Paco, a sus padres, su tía. Lo malo es que todos han tenido que quedarse en Gran Canaria, mientras ella espera sola en un piso de Madrid la llamada de su vida, esa en la que un médico del servicio de trasplantes del Hospital 12 de octubre le comunique que un donante le regala su corazón. Para que pueda regresar a casa, a su Telde, y seguir con su vida.

A Loli Ramírez le diagnosticaron hace seis años una patología genética de carácter hereditario que ha terminado por dañar su corazón. En agosto le hicieron una serie de pruebas para comprobar que podía entrar en la lista nacional de trasplantes. Una vez que en el Hospital 12 de octubre certificaron que cumplía los requisitos tenía que quedarse en Madrid.

En Canarias no se pueden realizar los trasplantes de pulmón ni de corazón, y entonces es necesario trasladarse a la península, sobre todo a hospitales de Madrid o Barcelona. Además, una vez que son admitidos en la lista de aptos, para poder recibir uno de estos órganos, el tiempo medio de espera se puede alargar entre uno y dos años. Hay casos en los que algún paciente ha tenido que aguantar hasta tres y cuatro años. Y lo peor es que durante este periodo no pueden regresar a las islas. Estos órganos se deterioran con gran rapidez, y ninguno de estos enfermos puede alejarse demasiado de su hospital, a lo sumo puede estar a una hora del centro, como Loli Ramírez que se ha buscado un piso de alquiler a dos paradas de metro de su hospital de referencia.

Un acompañante

Uno de los requisitos que se piden tanto por parte de la Administración como por parte de los centros sanitarios es que estos enfermos deben trasladarse con un acompañante. De hecho el Gobierno de Canarias ya tiene establecido en las ayudas que concede a estas personas una serie de dietas en las que se incluye al paciente y a su cuidador, 30 euros por día y persona para el alojamiento, sólo durante los tres primeros meses, después baja a 10 euros, y 20 euros por día y persona para la manutención.

Sin embargo, existen casos como el de Loli Ramírez, personas que por circunstancias personales no pueden contar con un familiar que se traslade desde Gran Canaria a Madrid para estar con ella. "Mi marido tiene que trabajar, no podemos permitirnos que deje su empleo. Mis hijas son pequeñas, la mayor tiene 11 años y la pequeña 6, no las puedo traer, mis padres tampoco pueden y mi tía es la que más nos está ayudando con las niñas. Decidí venirme sola. Por no tener acompañante no podía dejar pasar la oportunidad de recibir un trasplante. Soy joven, tengo 46 años, y aun quiero hacer muchas cosas, tengo muchas razones para vivir".

El caso de Loli Ramírez no es el único. Hay determinados pacientes que se han visto obligados a 'contratar', a pagar un sueldo a un conocido para que los acompañe durante su estancia lejos de casa. Lo que ocurre es que esto supone contar con mayores ingresos, ya que las ayudas que concede el Gobierno de Canarias, que son de las mayores que se dan con respecto a otras comunidades, no son suficientes para sufragar tantos gastos.

Además, tener que buscar a una persona que los cuide les genera un sobreesfuerzo añadido, y una preocupación que se suma a su delicado estado de salud.

Precisamente esta situación de lejanía, de sentirse solos, de no poder ver a los suyos, convierte a esta larga espera en una cruel pesadilla, que ha llevado a más de uno a optar por regresar a Canarias y renunciar a la operación de trasplante.

A una pensión en Callao

Loli Ramírez lleva tanto tiempo luchando contra su enfermedad que ahora que por fin puede mejorar no ha dudado un minuto en lanzarse sola a esta complicada aventura. A ella le detectaron el problema que tenía en el corazón durante su segundo embarazo, "siempre estaba cansada, hasta que en una revisión descubrieron que tenía líquido en el corazón. Por supuesto que en ningún momento dudé en tener a mi niña, si de algo estoy satisfecha, feliz, es de haber tenido a mis hijas".

Cuando habla de ellas se emociona, le encanta contar qué hacen, las cosas que le cuentan, lo bien que les va en los estudios, las ganas que tiene de verlas, "es que siempre estaba con ellas, salvo cuando estaba mal, y entonces ellas ya sabían que mamá no podía acompañarlas porque estaba malita, pero hablo mucho por teléfono y ahora en unos días, mi madre viene con la pequeña".

Loli trata de mostrarse positiva, ver el lado amable de la vida, todas esas cosas por las que vale la pena seguir adelante, aunque también sabe que a medida que pasen los meses su situación personal puede empeorar, "de momento me las arreglo bien. Primero me quedé en una pensión en Callao, después ya me puse a buscar un piso que quedara cerca del Hospital". Y no sólo eso también inspeccionó la zona para que ver si en esa calle había un supermercado, una farmacia, una oficina de correos, y hasta un banco, "ya sabes", dice "en mi situación no puedo pasarme, y todo tiene que estar cerca".

Cada vez que tiene que ir al 12 de octubre para la revisión, primero coge la guagua que pasa por delante de su piso en Ciudad de los Ángeles y se baja justo delante de la parada de metro que la lleva hasta el centro hospitalario. Así no se cansa y mantiene la energía. Ella tiene claro que debe cuidarse, por eso trata de no subir de peso, y aunque en ocasiones le cuesta, a veces tiene que pararse cada dos o tres pasos, por las tardes suele dar un pequeño paseo para mantenerse en forma.

A Loli le implantaron en el Hospital de Gran Canaria un pequeño desfibrilador, "si por casualidad se me para el corazón, este aparato, que llevo dentro, daría una descarga que me permitiría pedir ayuda". Además, de tener que llevar siempre una gran cantidad de medicamentos, ahora mismo de forma diaria se toma once pastillas, también lleva una máquina que vigila los movimientos de su corazón, "la máquina está conectada con el Hospital en Gran Canaria, en realidad es un estudio que se está haciendo, y desde allá siguen todo lo que me pasa. Siempre la tengo que llevar conmigo, hasta en el avión".

Su otra pasión

A medida que esa patología genética afectaba a su salud ha tenido que ir controlando sus otras pasiones. Como ese fervor que siente por el fútbol y por la Unión Deportiva. De hecho el médico le recomendó que no fuera a ver los partidos al estadio, pero eso es algo que no puede evitar. "Con mi marido, nos pasábamos los fines de semana escuchando la radio, siguiendo todos los partidos, eso es algo que nos encanta. Incluso si nos íbamos a la playa, seguíamos comentando todo lo que pasaba, y por supuesto soy seguidora de la UD. Ahora le pedí a mi madre, que cuando venga a verme me traiga la camiseta".

Dice que no piensa renunciar a esta pasión, por eso no deja de escuchar los encuentros de la UD Las Palmas por la radio, aunque reconoce que le encantaría poder ir a ver el partido que enfrenta a su equipo contra el Atlético de Madrid, "es que me falta ir a ese estadio, si puedo voy, pero no sé si podré y también tengo que tener en cuenta el precio de las entradas, que ahora en mi caso es importante".

Apenas lleva en Madrid un mes, y sabe que aún deberá esperar entre uno y dos años. Pero lo acepta. De pronto aparece esa fortaleza extraña, la que está escondida, Loli entiende que no puede dejar pasar la oportunidad que le dan de estar en esa lista de trasplantes, "sé que tengo que esperar, en esto no se puede ser egoísta. Hay gente que está peor que yo, y esos tienen que recibir el trasplante antes. A mí ya me tocará, cuando me corresponda, de momento estoy bien. También sé que estaré peor".

Cuando Loli Ramírez dijo en la organización Corazón y Vida, que apoya a las personas con problemas cardiacos, que se venía sola a la península, casi no se lo creen. Ellos insistieron en que necesitaba un acompañante, así lo exige la Administración. Pero esta mujer de 46 años, madre de dos niñas de 11 y 6 años, no puede dejar pasar la ocasión de poder recibir un trasplante y seguir con su vida. Todos entienden que para estos pacientes habría que buscar una fórmula que solucione su grave problema.

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