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Feria de Arte ContemporáneO

Trazos canarios en Arco

La cita internacional de arte despliega su plumaje en una nueva edición marcada por la presencia de imprescindibles como Dalí, Miró, Millares, Juan Hidalgo y otros artistas con ganas de perturbar

Obra del austriaco Clemens Krauss, desnudos de látex valorados en 25.000 euros. C. D. G.

Como a Dorothy, lo mejor que se puede decir de Arco es que hay que seguir el camino de baldosas amarillas hasta llegar al mundo de Oz. Entonces, una vez que se traspasa esa puerta, se tiene la oportunidad de disfrutar con una variada gama de puntos de vista, de ideas subjetivas, brillantes. También incomprensibles, cuestionables y todas ellas en torno a lo que se puede entender por arte. A lo largo de dos entretenidos pabellones se vislumbra lo extraordinario: piezas que siguen tocando el corazón, sugerencias que traspasan lo emocional y llegan a provocar sensaciones distintas, contrapuestas y en el fondo satisfactorias. En esta parte del camino siempre hay espacio para los imprescindibles, como Dalí, Miró, Óscar Domínguez, Barceló, integrantes del grupo El Paso, con un Manolo Millares siempre como objeto de deseo. Sin olvidar a otros canarios ilustres como Chirino o el reciente premio nacional de Artes Plásticas, Juan Hidalgo, y su apuesta decidida por la transgresión y el colorido.

En Arco, esta Feria Internacional de Arte Contemporáneo que se celebra en Madrid hasta hoy domingo, siempre hay que estar atentos a las propuestas más arriesgadas, aquellas piezas que llegan a provocar auténtica perturbación, como un pozo de los deseos, o dos figuras desparra-madas por el suelo del austriaco Clemens Krauss. Obras que traspasan lo cotidiano, lo esperado y crean debate, controversia en-tre lo que es y lo que no es una obra de arte. Aunque en este punto como señalan los especialis-tas, sí está expuesta en una feria como ésta, entonces habrá que rendirse a la evidencia y considerar que se trata de una pieza que nace de las manos y la imaginación de un artista.

En esta nueva edición de Arco participan 200 galerías de 27 países, como estrella llega con fuer-za la apuesta que se propone desde Argentina, como país invita-do, sobre todo con llamativas performance como la que pone en escena la galería de Buenos Aires Barro.

El color de Hidalgo

Sin desmerecer del resto del elenco que participa en esta feria internacional, con piezas siempre esenciales de la historia del arte contemporáneo como la escultura de Juan Muñoz, Three men laughing at one, o la obra del artista uruguayo Torres-García con su Constructif avec quatre figures, una pieza que supera el millón y medio de euros, la presencia de creadores canarios se hizo notar. Nadie resulta inmune a los cuadros de Manolo Millares, reconocidos a distancia, apreciados. La galería Cayón ofertaba la obra Humbolt en el Orinoco, una pie-za de 65 por 80 centímetros y que se podía adquirir por 240.000 euros. Como dijo Isabel Gallego, una licenciada en Historia, asidua de estos eventos, "con este autor estamos hablando de palabras mayores".

También había obra de pequeño formato del tinerfeño Óscar Domínguez, como la pieza El revólver. Esculturas de Martín Chirino. Pero en esta edición de Arco destacó la presencia de Juan Hidalgo con su creación Tamarán, un canto al nacimiento de las islas Canarias, y que un año más llega a la feria de la mano de Adora Calvo, una galerista salmantina que siente auténtica fascinación por el artista grancanario, y que espera que esta creación grandilocuente, con un precio que ronda los 80.000 euros, pueda ser finalmente adquirida por alguna institución canaria.

Al doblar una esquina del pabellón nueve, llama la atención una de las obras más llamativas de Arco 2017: como un volcán de tonalidades, un despliegue de colores, bajo el que se esconde un piano, y sobre su estructura, su enorme cabeza voraz, una liña de ropa sobre la que cuelgan pañuelos y preservativos. No hay nada más que añadir, se trata de una pieza de Juan Hidalgo, que desde una columna próxima a su composición mira de soslayo a todo aquel que pasa. Su retrato da la impresión que vigila a los paseantes incautos que se detienen y hacen fotos de esta creación, siempre rompedora y que él imaginó durante la década de los años setenta.

Conservadoras del CAAM

Justo delante de esta obra, tres mujeres se hacen fotografías. Casi como si hubieran encontrado al poeta de sus sueños, al ídolo de la postmodernidad, cuya imagen pegarían en sus carpetas, no quieren perder la ocasión de llevarse este gran recuerdo de Arco. Lo mejor es que no lo hacen por casualidad, ni siquiera porque les ha hecho gracia la composición: Ellas conocen bien al autor grancanario. Son tres conservadoras del CAAM, dispuestas a ver y disfrutar con las piezas rocambolescas o sublimes que se han colado en esta edición. Y de pronto tienen la suerte y la satisfacción de tropezar con "uno de los nuestros". María del Carmen Rodríguez cuenta sin esfuerzo las características de la obra de Hidalgo, su fuerza, sus temas recurrentes, "el color, sobre todo el violeta, su preferido, el sexo, los pianos de Juan", dice, "aunque él no se considera un artista".

Beatriz Sánchez y Cristina Déniz se muestran conformes con la apreciación de su compañera. Ya se sabe, a Juan Hidalgo le encantaría que la gente se acercara a su obra compleja, abierta, distinta y que se lanzarán sin paracaídas a ver "esas cosas que él hace", sin más protocolos. Unos días antes de la apertura de Arco, Francisco Carpio, profesor del Grado en Bellas Artes de la Universidad Francisco de Vitoria, publicaba su recomendación sobre los autores imprescindibles en los que había que detenerse si se acudía a esta feria Internacional de arte contemporáneo.

Carpio destacaba en el Cultural de Abc como propuesta principal: "Juan Hidalgo (galería Adora Calvo), reciente y merecido Premio Nacional de Artes Plásticas, porque es uno de los indudables progenitores del ilustre linaje del conceptual español. Miembro fundador del grupo ZAJ, ha seguido desarrollando en solitario durante un amplísimo período de tiempo una actitud libre, heterodoxa y poliédrica dentro de la plástica, las instalaciones y la fotografía".

Sin duda, un impresionante alegato en favor de la obra y la trascendencia de este autor canario, cuya pieza no ha pasado desapercibida en esta edición de Arco.

En cuanto a la presencia de galerías de las islas, un año más, sólo se puede consignar la participación de Leyendecker, que este año lleva a esta cita la obra de artistas jóvenes como la de Ángel Otero (Puerto Rico), Richard Mosse (Irlanda), James English Leary (Chicago) o Gianfranco Foschino (Santiago de Chile). Precisamente el artista chileno ha llevado a Arco dos vídeos rodados en Canarias; un paisaje de Tenerife y un atardecer de Lanzarote.

Sin presencia de Trump

Tal vez este año si se ha producido alguna que otra ausencia notable en esta feria internacional. En general los artistas suelen llevar a su obra aquellos aspectos de la realidad que más preocupan o ensombrecen el panorama mundial, la crítica política o social forma parte del ADN de estas ferias. Los críticos coinciden que esta vez en Arco se han olvidado de brindar algún que otro recuerdo o guiño merecido a figuras como el presidente norteamericano Donald Trump o su amigo Putin.

Al final habrá que rendirse a la evidencia, y una vez más confirmar que Arco es sobre todas las cosas una gran feria comercial en la que se producen interesantes transacciones económicas. Lo demás es tan sólo un juego de artificios en los que se permite confundir, asombrar, desmoralizar y también conmover con los trabajos de algunos genios, que andan por ahí.

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