La Provincia - Diario de Las Palmas

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"El hambre es un arma eficaz contra Maduro"

Enfermos canarios de diabetes, alzhéimer, ictus o cáncer sufren un dolor añadido al no poder hacer frente a sus dolencias por carecer de medicamentos y tener que mendigarlos

Venta de arepas en una calle de Venezuela. REUTERS

La semana pasada cientos de personas mayores de 60 años se congregaron en distintos puntos del país para marchar hasta las oficinas del Defensor del Pueblo. "Fue la Marcha de los Abuelos; la gente del pelo blanco y quienes cargan años a sus espaldas, que hoy salimos a defender el derecho que tienen nuestros nietos al país que nosotros hicimos grande", resumió el diputado Arnoldo Benítez, famoso por la gigantesca bandera que porta en las manifestaciones.

"Me siento responsable de ver a mi país en la miseria, porque yo voté a Hugo Chávez. Por eso he venido: para que mis hijos tengan un futuro y no se vean obligados a irse de Venezuela como tantos otros. Sufrimos hambre, sufrimos miseria". Magali Bello, de 49 años y desempleada, participó en la ya conocida protesta de las personas mayores, convocada por la Unidad Democrática dentro de su cruzada contra Nicolás Maduro. Las palabras de Magali vienen a representar el sentir de buena parte de los canarios que viven en Venezuela con los que hemos hablado para elaborar este reportaje.

Esos abuelos son los que peor lo están pasando en el país porque debido a su edad y a las carencias básicas que sufren desde hace años, medicinas y alimentos, fundamentalmente, sus cuerpos comienzan a notar sus efectos. Se debilitan. Se quitan la comida de la boca para dársela a sus hijos, a sus nietos. "El hambre es el arma más eficaz contra un gobierno ladrón, corrupto".

Una mujer canaria de 66 años que vive en Caracas ha pedido ayuda a su familia en Las Palmas de Gran Canaria porque es diabética y hace meses que no tiene insulina. El gran problema es que hacerle llegar esa medicación y otras que también son igualmente importantes para controlar su diabetes; es imposible. Los paquetes de medicina que se envían por correo llegan abiertos, sin nada en su interior. No hay garantías de que lleguen a su destino y la tardanza para ser entregados, siempre en malas condiciones, está en dos o tres meses.

La familia canaria de esta señora le ha dicho que regrese a Gran Canaria a vivir con ellos pero no puede, atrás tendría que dejar a hijos y nietos. Una de sus sobrinas contaba el jueves que ellos le costean un viaje a la isla tres veces al año con el fin de que sea ella la que lleve a Venezuela medicación que su familia haya podido reunir. "Cuando ella viene, aprovechamos para que se someta a reconocimientos médicos pero nos parte el alma ver cómo los días de regresar se acercan; lo duro es que aunque en Gran Canaria está muy bien atendida, su cabeza está en Caracas, con sus hijos y sus nietos".

Susana. Tiene 72 años y emigró de la mano de sus padres y hermanos -cuatro- desde Gran Canaria a Venezuela. Allí fue feliz, contrajo matrimonio con un afamado médico, trabajó en una emisora de TV y la vida le sonrió siempre. Era una mujer morena, menuda, guapa, simpática, de ojos grandes y dispuesta a socializar su vida. Coqueteó con la izquierda cubana y cuando cuenta esos episodios, tienes la impresión de estar escuchando a quien ha hecho los deberes de su vida. Con el paso de los años Susana se casó, tuvo dos hijos, y como no hay separación sin daños colaterales, la de ella no fue una excepción.

En Caracas sus padres se abrieron paso con coraje en la selva de la emigración. Venezuela es su vida, su amor. La llegada de Chávez, al que votaron en casa "como mal menor", fue un error que le perseguiría toda la vida. La ola conflictiva, de miseria, de escasez, de acoso, de persecución, se fue extendiendo y a ella, que estaba en la acera, se la llevó por delante. Hoy, de aquella mujer queda poco: depresiva de ver lo que ve, de ser testigo de un país sin salida en la que vivió los mejores años de su vida. Todo eso la trastornó. Pasados los años, sus padres y dos hermanos se quedaron en Caracas donde tenían futuro. Ella no. Su actualidad, la de Susana, es hoy muy dolorosa. El Alzheimer ha tocado en casa y en el área en la que vive no tiene familia, todos viven en Caracas. Es su hijo el que la atiende. Paso a paso la maldita enfermedad ha ido asentando su red de desmemoria en esa cabeza: "Los medicamentos que necesita no se encuentran fácilmente; a veces pasan semanas y su estado se agrava. Es muy complicado". Desde Gran Canaria le envían alguno pero es imposible que llegue en buenas condiciones o siquiera que llegue. Cuando en Canarias alguien se entera de que algún amigo viajará a Venezuela le piden que lleve un paquete de medicinas pero siempre con la incertidumbre de si llegará a las manos de la enferma".

En otro país, en España, su lugar de nacimiento, junto a los suyos estaría bien tratada, con dignidad y amor. Allá, ya ven qué sucede.

De La Gomera la voz de Sito

Silencio. Los responsables de emisoras de radio que tienen vinculación con Canarias han optado por no hablar en este reportaje. "Corremos un serio peligro. Nuestros programas de radio que se escuchaban en Canarias siempre tuvieron cierto seguimiento; era una forma de estar comunicados con los canarios de acá y de ahí; a través de las ondas sabíamos de los nacimientos, muertes, alguna cosa que necesitaban, o localizábamos canarios que sus familias buscaban". Roberto, veterano radioaficionado, lo cuenta: "nos saludábamos a través de Onda Tagoror, emisora que emite desde La Gomera gracias a ese ángel que se llama Sito Simancas. Pero las cosas en Venezuela comenzaron a ir muy mal y perdimos la libertad para comentar algunas cosas. De hecho ya solo nos dedicamos a poner música ante el miedo a las represalias".

Sito Simancas, Medalla a la Comunicación del Gobierno de Canarias en el 2015, está a punto de tocar los 90 años y su pasión es la radio desde los años 50.

En los estudios gomeros de Onda Tagoror, en Tecina, mueve cielo y tierra. Es la voz de Canarias entre los isleños en la Octava Isla. "Todo esto empezó cuando las inundaciones en el Estado de Vargas en 1999 porque al ver lo que estaba pasando, con tantos desaparecidos y muertes, abrí mi aparato de radio aficionado para saber de los nuestros".

Onda Tagoror como tal, es decir, oficialmente, comenzó a funcionar en 1998 y ya fue la voz oficial. Dice Sito que desde hace unos años sin consignas previas se decidió a no hablar de política, "porque los canarios que estaban en Venezuela corrían peligro. No se podía criticar al gobierno ni nada y entonces ahora ponemos música o anunciamos cuando hay oposiciones aquí o allá, pero poco más. Lo que sí seguimos haciendo es ayudar para buscar medicinas. Yo mismo", dice el bueno de Sito, "hace poco mandé la medicación que no llegó a usar mi pobre hija enferma".

Dice que ya en privado los canarios en Venezuela le manifiestan la "gran preocupación que tienen porque carecen de comida, por ejemplo; los niños no desayunan, las personas mayores lo mínimo; en fin, la miseria. Hay Asociaciones como la de La Gomera y otras que recogen alimentos imperecederos que les envían.

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