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Tradición y devoción en las calles

El arte efímero de las alfombras

La cuidada elaboración de tapices con flores, serrín y sal forma parte de las expresiones tradicionales de la celebración del Corpus que tal día como hoy brillan y desaparecen para regresar el año próximo

El arte efímero de las alfombras

En Vegueta se engalanaban las calles y las paredes con flores. Las familias del barrio y sus amigos se reunían desde la tarde del sábado y en los patios se pasaban las horas deshojando los pétalos más vistosos. A la mañana siguiente, bien temprano, los camiones del Cabildo, cargados con pinocha desparramaban la carga por todo el casco histórico. El aroma a pino, a brezo triturado sólo era el preámbulo de esta fiesta, una mezcla de tradición, religiosidad y sobre todo arte. Después, a primera hora del domingo, casi al amanecer, llegaba el turno de los artistas, aquellos que decidían el diseño, el dibujo, generalmente con motivos religiosos, que había que pintar sobre el suelo. Las manos pacientes de un montón de amigos, de voluntarios adheridos a esta vieja tradición eran los encargados de colocar las flores sobre aquellas líneas maestras hasta que el cuadro más vistoso quedaba al fin expuesto sobre el gris empedrado. Así de esta forma recuerda el historiador Juan José Laforet cómo era entonces, cuando él era pequeño, celebrar la festividad del Corpus en un lugar tan señalado como Vegueta, el barrio que acoge, entre otros tesoros, a la catedral de Las Palmas de Gran Canaria.

Con el paso de los años, la costumbre de realizar alfombras sólo con pétalos de flores ha dejado paso a la incorporación de una serie variada de materiales, sobre todo sal coloreada, serrín y hasta papeles tintados con los que distintas organizaciones ponen su grano de arena y sobre todo sus nombres en esta sucesión de tapices con los que se decoran las calles que suelen rodear a las catedrales y las iglesias de los pueblos de Canarias.

Una de las más solemnes

Y en este viaje a través del tiempo sobre el ayer y el hoy de esta festividad hay que remontarse varios siglos atrás para llegar al inicio de esta celebración.

En realidad una vez que se produce la conquista de Canarias, en el Archipiélago se empezarán a realizar todas aquellas celebraciones litúrgicas que se producían en la península. La diócesis de Canarias, dependía de la de Sevilla, y lo que procura es llevar a cabo todos aquellos actos que se realizan en la capital hispalense. Para los católicos la festividad del Corpus Christi, que representa la exaltación de la presencia de Jesús en la Eucaristía, siempre fue una de las celebraciones más solemne. Y siguiendo con la costumbre que se practicaba en Sevilla, las calles en torno a las iglesias también comienzan a engalanarse para que al día siguiente la procesión del Corpus pueda pisar sobre esos mantos.

Las viejas imágenes que mantiene como tesoros la Fedac permiten visualizar el enorme trabajo y la paciencia que ponía la gente en toda Gran Canaria por sumarse a esta tarea. Por cuestiones religiosas, culturales o sencillamente por la fuerza de la costumbre, las familias se echaban literalmente a la calle para decorar su trozo de asfalto o de plaza con uno de esos tapices. En Vecindario, donde aparecen haciendo una de estas alfombras Margarito, Concha y Josefina Aguiar también se decoraban las paredes de las casas colocando brazos de palmera que ataban con una cuerda como si fuera un brazalete con el que adornaban las viviendas.

En Teror, Guía, y Arucas, con su imponente catedral. El actual párroco de este templo, Santiago González Hernández, que además procede de La Orotava, el lugar en el que este tipo de composiciones artísticas resultan más impresionantes, reconoce que ya hace muchos años que la decoración con flores ha desaparecido, "sobre todo se emplea sal teñida y serrín, las flores son más caras y más difíciles de mantener."

Sin duda, en esta población grancanaria se mantiene como una de las celebraciones más concurridas. Ver de cerca, alrededor de la plaza y de fondo las torres de la catedral, cómo se van formando los distintos tapices de colores con dibujos que alternan lo religioso con los nombres de las organizaciones que participan resulta un panorama atractivo para un buen día de domingo. Además, en la edición de este año está previsto que se elaboren más de 30 tapices.

El capataz de Manrique

En este viaje en blanco y negro por la historia de las alfombras del Corpus también habrá que detenerse en lo que se hacía y se sigue haciendo en otras islas. En Fuerteventura, el principal foco de esta decoración se encuentra a lo largo de las calles que rodean la iglesia de Puerto del Rosario y que bajan hasta la Avenida. Tanto en la capital majorera como en Lanzarote, el material por excelencia que siempre se ha utilizado es la sal. También en algún momento, por lo menos en Arrecife, se empleó el serrín coloreado.

Antonio Lorenzo, un gran conocedor de la historia grande y pequeña de la isla de los volcanes, recuerda que fue a finales de los años cuarenta la primera vez que vio y quedó maravillado con lo que su profesor de Dibujo, Juan Reguera, hacía en uno de los laterales del Cabildo viejo, muy cerca de la calle Real, "lo vi tirado en aquella calle, dibujando en el suelo, y después como iba rellenando con serrín coloreado. Creo que en aquellos años también se llegó a utilizar arena negra. La verdad me impresionó ver a mi profesor haciendo aquello y de aquella manera".

Después Antonio Lorenzo pasó a convertirse en uno de los muchos voluntarios que en cada celebración del Corpus acarreó sal para que otros hicieran el trabajo final y las calles que rodean San Ginés quedaran listas para la mañana del domingo.

Lo curioso de Lorenzo es que su vinculación con esta celebración se hizo más intensa cuando de simple operario pasó a un grado superior, él se encargó de hacer los dibujos que después trabajadores del Cabildo tan excepcionales como Luis Morales se encargaron de ejecutar.

Hace poco, estos dos viejos amigos volvieron a recordar aquellos años. Lorenzo se acuerda de recibir la llamada de Luis Morales, quien quería que le pasara el diseño para ponerse manos a las obras. Cuando en Lanzarote se habla del funcionario Luis Morales hay que hacer un punto y aparte. Se trata del capataz de César Manrique, el hombre que fue capaz de ejecutar las ideas que se le ocurrían al genio. César le comunicaba lo que quería, lo que buscaba, y él se encargaba de hacer realidad aquella fantasía.

Antonio Lorenzo reconoce que sus primeros diseños para la celebración del Corpus fueron rompedores, "antes siempre se hacían dibujos con motivos religiosos, el primero que yo hice me salió abstracto, eso sí, con mucho colorido, y después veías como aquellos operarios del Cabildo, dirigidos por Luis Morales, lo hacían de una forma perfecta. Las líneas bien delineadas, vamos que sabían cómo había que hacer bien las cosas".

Este quehacer poco conocido de Antonio Lorenzo se mantuvo durante algunos años, de hecho en su casa aún guarda algunos de aquellos bocetos. También Luis Morales, que ha querido conservar aquellos diseños tan llamativos que despertaron la admiración de la gente que paseaba por Arrecife.

Con sus altos y bajos, esta fiesta, este arte efímero ha tenido sus malos años. Un tiempo en el que se olvidó de mantener viva una tradición que combina diversos factores, distintos sentimientos. Lo importante como señala Juan José Laforet es no perder la sana costumbre de sostener una gran oportunidad, apuntada por la historia, para seguir en la senda que permita hacer más grande y lustroso este arte efímero de las alfombras: de sal, serrín y flores.

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