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Reconocimiento a los diseñadores gráficos

El cómic sale de las trincheras

El canario Rayco Pulido, Premio Nacional de Cómic 2017 por 'Lamia', atesora detrás de su trabajo excepcional la fascinación por un género maduro y sin complejos que alcanza el olimpo artístico

El cómic sale de las trincheras

Dice Alexis Quintana que si el mundo estuviera a punto de acabar, y a todos le pidieran que sólo se quedaran con una cosa, sin dudarlo, él cogería su número Born Again, (Volver a nacer) del cómic de Daredevil, escrito por Frank Miller, y con dibujos de David Mazzucchelli. La obra de 1986, reconocida en el mundo de los amantes del género fantástico, se considera una pequeña joya del coleccionismo. En uno de los anuncios que hablan de esta historia se proclama: "El cómic de Miller que debe tener todo lector".

La revelación tan rotunda que hace Alexis Quintana, propietario de la tienda Urban Comics en Las Palmas de Gran Canaria, lleva necesariamente a pensar que detrás de estas obras ilustradas debe esconderse un mundo mucho más complejo, que el de unos simples fanáticos de un género que se abre camino en medio de todos aquellos que siempre han mirado a los cómics o tebeos con cierta suspicacia, y algo de menosprecio. Como si estos libros con dibujos sólo fueran eso, y sus historias, simples cuentos para niños.

Rayco Pulido acaba de ganar el Premio Nacional del Cómic 2017, que concede el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes por su obra Lamia. Una historia comprometida en la que vuelve a colocar al frente de la trama a una mujer, como ya hizo en su obra anterior, Nela. En este nuevo y premiado volumen, que tardó en escribir y dibujar tres años, Laia, el personaje principal, debe afrontar una doble lucha, la de su supervivencia en una época de gran dificultad, mediados de los años cuarenta, y en su caso, la de esquivar todas las trabas y ataduras que en aquellos años difíciles se les imponía a las mujeres. Esa realidad personal debe moverse además en el escenario de una ciudad: Barcelona, en la que está actuando un asesino en serie.

El jurado eligió la obra de Pulido por "su capacidad de innovación formal y estética, que aprovecha el andamiaje de una historia de género negro para relatar una parte de nuestro pasado, y por su tratamiento del papel de la mujer en dicho periodo".

Para este canario de Telde, que se estaba planteando alargar su tiempo de barbecho y dedicarse a tiempo completo al mundo de la enseñanza, con este galardón, dotado con 20.000 euros, consigue el oxígeno necesario para volver a rescatar de su gaveta alguna de esas historias que imaginó y que ahora sólo esperan que con su plumilla, la tinta china, la escuadra y el cartabón tomen forma.

Rayco Pulido reconoce que en su memoria no existe un tebeo preferido, en realidad como el cuarto hijo varón de una familia numerosa, en su casa había cómics por todos lados, "la verdad nunca necesité ir al quiosco a comprar el siguiente número de Tin tin, por decirte un título, mis hermanos mayores leían todo tipo de cómics, y yo siempre me veo leyendo, incluso escondiendo algún número, entre los libros, para que mi madre no se enfadara".

Después empezó con sus propios dibujos, con esas ilustraciones hechas cada vez que podía, entre jornadas de estudio, y tiempos muertos. En el caso de Rayco Pulido tampoco se puede hablar de un exceso de tiempos muertos, su lápiz o su plumilla de tinta china siempre estaba dispuesta para lanzarse sobre la hoja en blanco y tratar de imaginar las caras de aquellos personajes que podrían acompañar a los pulidos textos, bien encorsetados en los habituales bocadillos o globos, como se define en el argot de este género al envoltorio en el que aparecen las frases de los cómics.

El mundo de la literatura, del cine y del cómic resulta complicado. Son muy pocos los que logran salir adelante sólo con este trabajo. Tal vez en estos momentos en España habría que destacar a Paco Roca con su obras sobre los Héroes de la Nueve, por citar uno de sus éxitos, como uno de los grandes triunfadores del género.

Rayco Pulido de momento ha tenido que transitar por el lado más empinado de esta carrera. Sabe cómo otros muchos que vivir sólo de esto cuesta. De hecho, a lo largo de su trayectoria profesional ha tenido que compaginar su amor por la ilustración con otros empleos. En la actualidad imparte clases de plástica en el colegio San Juan Bosco de la capital grancanaria. Pero la obra de este creador ya se encuentra entre los volúmenes más reconocidos. De hecho en el suplemento cultural Babelia su obra anterior Nela, una adaptación al cómic de la novela de Benito Pérez Galdós, Marianela, fue muy alabada y además fue reconocida como una de las 25 mejores obras gráficas publicadas en el siglo XXI.

Lector de Galdós

La elección de esta pequeña gran novela de don Benito tiene también una historia particular. Entonces Pulido estaba impartiendo clases en un centro y sus alumnos se quejaban de que el profesor de Lengua les hubiera impuesto como lectura obligatoria la obra Marianela de Pérez Galdós, "ya sabes", dice, "cuando te obligan a leer algo, en general acabas por rechazar ese libro".

Tratando de entender la angustia de sus alumnos, volvió a leer la obra de Galdós y entonces se dio cuenta que aquel personaje tan humano, tan sensible, la compañera fiel de aquel ciego y su drama final podrían saltar del formato habitual hasta las páginas de una obra gráfica, y así nació Nela.

Como sucede con los grandes escritores, cuando se vuelve a releer sus novelas, con más paciencia, con otros ojos, en general pasa lo inevitable: la lectura se convierte en una delicia. Algo así le ocurrió a este guionista y dibujante, quedó rendido a las obras de don Benito.

Rayco Pulido reconoce que el mundo de los cómics, tebeos, o colorines como se conocían en Canarias, debe verse como un género tan amplio y diverso como la literatura o el cine, "hay de todo, no sólo se trata de cuentos para niños, en la ilustración gráfica hay cabida para historias fantásticas, de superhéroes y para novela negra".

Afortunadamente para los creadores y también para el amplio abanico de seguidores, cada vez más el cómic comienza a salir de las trincheras, de esa especie de guetos en los que permanecían ocultos como sombras en el inframundo. La calidad merece el reconocimiento tanto si se escribe una buena novela o se fantasea con una heroína de los años cuarenta que lucha por salir indemne de tanta batalla. Con el aliento del premio, Rayco Pulido ya se plantea seriamente dejar el barbecho y volver a empuñar la plumilla, la regla y el cartabón.

Sheldon Cooper

La tienda de Alexis Quintana, en la calle Tomás Morales, es un buen escaparate del momento por el que pasa el cómic. De aquellas viejas historias simpáticas de Mortadelo y Filemón, El botones Sacarino, Zipi y Zape. También de héroes nacionales como el Capitán Trueno o Jabato se ha pasado a los míticos y estratosféricos como Superman, Spiderman, Thor y toda la amplia galería del universo Marvel.

Alexis Quintana recuerda que cuando era pequeño no le gustaba leer, y fue precisamente gracias a uno de aquellos tebeos que compraba en el quiosco de la esquina como le entró esa fiebre desatada por estas historias en-tre la fantasía y el mundo mágico de Oz.

Amante de todos los géneros desde su codiciado Daredevil pasando por la extraña geografía manga hasta los habituales X-Men o los Cuatro Fantásticos, para Alexis Quintana resulta esperanzador que chicos de 13 años o señores de 60 entren en su tienda en busca de un nuevo número de su serie favorita, o de aquel personaje maravilloso como El Jabato que tanto les hizo disfrutar cuando eran adolescentes.

Sin duda, todas las sagas de personajes tan llamativos y con poderes más allá de lo conoci- do como Thor o Flash han con-tribuido a extender este tipo de novelas gráficas entre una po-blación diversa, y de todas las edades.

También hay que detenerse en el fenómeno televisivo de la serie norteamericana Big Bang Theory. Sus divertidos personajes, físicos teóricos, experimentales, astrónomos, ingenieros, todos ellos mentes privilegiadas y también fanáticos de los comics en todas sus vertientes.

El personaje de Sheldon Cooper exige por contrato a su compañero de piso que una vez a la semana tiene que llevarlo a la tienda de comics, en la que todos pasan horas tratando de localizar nuevos ejemplares de sus héroes favoritos.

Y así, sin complejos, estos auténticos frikis de sagas míticas como la Guerra de las Galaxias, Star Trek con el señor Spock a la cabeza, sienten una auténtica pasión por los tebeos más extraños y codiciados. Sheldon guarda alguno de los ejemplares en una caja fuerte del banco. Aunque parezca una simple pirueta de guión, en la que se persigue que el espectador disfrute con las salidas disparatadas de este grupo de científicos, la realidad demuestra, en cada una de las ferias y semanas del cómics que se celebran en todo el mundo, que en realidad sí existen auténticos fanáticos de estos textos ilustrados. Como los hay del cine francés, de la novela negra o de la inolvidable Blade Runner.

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