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Curas catalanes en Canarias

Doce clérigos que dejaron Cataluña durante la revolución de 1868 por motivos políticos acabaron en las Islas

Curas catalanes en Canarias

Las revoluciones en Cataluña siempre han afectado a la Iglesia. El uso político de los púlpitos, escuelas, claustros o mitras no es nuevo de este tiempo que vivimos y en el que se han visto urnas de un referedum en un templo parroquial.

En 1868 la iglesia catalana vivió la fractura, una división que ahora se vive en silencio, pero que en el siglo XIX con los enfrentamientos carlistas provocó el destierro de algunos religiosos. La diócesis de Canarias resultó entonces tierra de acogida.

José María Urquinaona y Bidot, nació en Cádiz y era canónigo de la catedral de esa ciudad andaluza. Nombrado obispo de Canarias, acogió en la diócesis canariense a un grupo de sacerdotes y seminaristas catalanes que tuvieron que dejar su tierra por razones políticas y religiosas.

La revolución de 1868, la nueva constitución laica y la Guerra Carlista de 1872 provocaron enfrentamientos y, a veces, persecuciones religiosas, que hizo más difícil la vida en los seminarios y el libre ejercicio del ministerio sacerdotal. La consecuencia más dolorosa de esta situación fue el exilio de muchos clérigos de las regiones más conflictivas.

A Canarias llegaron procedentes de las distintas diócesis catalanas, al menos doce, entre seminaristas con los estudios casi finalizados y sacerdotes. Tres eran sacerdotes: Vals y Roca, Jayme Pladevall y Sebastián Parer. Los nombres de los seminaristas que fueron ordenados aquí son: Vicente Matamala, Tomás Fornesa, don Pedro Clotet, Pedro Beltrana, Miguel Creus, Ramón Cirera y José Roca y Ponsa. Además, Luciano Blancafort Parcet, del que consta su ordenación de diácono, y Fidel Tarré Pujol que sólo aparece como estudiante en el curso 1871-1872; por tanto, éste fue el primero en llegar.

Urquinaona fue obispo de Canarias desde 1868 hasta 1878, año en que fue destinado precisamente a Barcelona, donde permaneció hasta su muerte el 31 de mayo de 1883. Urquinaona era un hombre íntegro, exigente consigo mismo y con los demás.

El no quiso ser obispo, y renunció su nombramiento, hasta que el nuncio Barili lo obligó a aceptar la mitra de Canarias (1868). Era considerado también como un 'integrista', por su defensa acérrima de los privilegios y derechos de la Santa Sede. Desde este punto de vista se entiende la favorable acogida a los clérigos y seminaristas catalanes, que se habían manifestado en el mismo sentido.

No obstante, se puede afirmar que, si exceptuamos a José Roca y Ponsa, los curas catalanes realizaron en Canarias un trabajo exclusivamente pastoral. Alguno de ellos, incluso, dejaron huella por sus iniciativas y entrega a favor de sus pueblos, como lo demuestra el que tres municipios les hayan dedicado el nombre de una calle (Agaete, Gáldar, y Agüimes). Voy a hacer una breve semblanza de nueve de ellos, de los que tenemos documentación suficiente.

Z Juan Vals y Roca, cura de Agaete.

La calle que discurre junto a la iglesia y casa parroquial, lleva su nombre. Además una placa en los muros de la iglesia de La Concepción recuerda que don Juan Vals fue el impulsor de su construcción en sustitución a la destruida por un incendio el 28 de junio de 1874. Primeramente fue Coadjutor de San Mateo, en 1873, y luego párroco de Tuineje en 1877. En 1878 llegó don Juan a Agaete como coadjutor de Antonio González. En 1879 es nombrado párroco, al enfermarse don Antonio. En su tiempo se construyó también la ermita de San Pedro en El Valle (1902). Toda su vida sacerdotal (32 años) la pasó Juan Vals en Agaete y en Agaete murió el 26 de junio de 1906. Recientemente sus restos han sido trasladados a la iglesia parroquial. Había nacido en Santa Coloma de Queralt, provincia de Tarragona.

Z Vicente Matamala, cura de Guía y fundador del Colegio Jesús Sacramentado de Gáldar

Natural de Berga (Barcelona), diócesis de Solsona, fue ordenado presbítero en el Palacio Episcopal de Las Palmas el 8 de marzo de 1873. Falleció en Gáldar el 5 de agosto de 1919. En la partida de defunción, el párroco don Domingo Hernández, escribió estas frases laudatorias, resumen de vida: "...ilustrado sacerdote que trabajó con celo en la parroquia de Guía de la que fue párroco por espacio de 12 años, y luego en Buenos Aires, donde con aplauso del Sr. Arzobispo sirvió 10 años en la capilla del Carmen en dicha ciudad...Falleció a los 70 años en esta ciudad de Gáldar donde hacía 20 años era capellán edificante de las hermanas de Jesús Sacramentado..." Añadir que en Buenos Aires fue consejero espiritual de la madre Benita, fundadora de las religiosas de Jesús Sacramentado y que al regresar a Gáldar, trabajó incansablemente para fundar un colegio dirigido por esta congregación, lo que se realizó en 1901. En el barrio galdense de San Isidro, una calle recuerda su nombre: Vicente Matamala y Tarrés.

Z Jayme Pladevall y Colom, cura de Mogán.

Resulta sorprendente: Cuando Mogán estaba aislado y la gente sólo se comunicaba por mar, los curas duraban poco en aquella parroquia, pero llegó este cura catalán y allí vivió 22 años y allí murió. Dice su partida de defunción que había nacido en Torelló, provincia de Barcelona y Diócesis de Vich. Era hijo de Jayme y Teresa. También dice que no testó y que recibió los Santos Sacramentos. De 1875 a 1877 fue cura Ecónomo y de 1877 hasta su muerte Párroco propio. Falleció el 21 de Agosto de 1897 a las cuatro de la mañana "de enfermedad el tifus".

Z Tomás Fornesa y Bodergas, profesor y director espiritual del Seminario.

Era natural de Berga (Barcelona), pero pertenecía a la Diócesis de Solsona (Lérida). Fue ordenado Presbítero el 12 de Abril de 1873, siendo todavía estudiante, aunque ya era profesor. En efecto, en el curso 1873-74 estudia 5º de Teología logrando la nota de Meritissimus, y es al mismo tiempo profesor de Filosofía, dando las asignaturas de Lógica, Metafísica, Historia de la Filosofía y Ética. A él se le encargó también el discurso inaugural de aquel curso académico, siendo Rector D. Blas Troncoso. D. Tomás siguió estudiando "la carrera larga" de Teología y cánones. También fue Profesor de Oratoria Sagrada. En 1877 fue nombrado Director Espiritual del Seminario. En 1881 regresa a la Península y en 1883 es elegido Magistral de Ceuta.

Z Ramón Cirera Cardó, cura de Tirajana y de San Lorenzo, capellán en Arucas.

"Siempre se distinguió como sacerdote ejemplar, trabajador incansable, generoso y caritativo como pocos, hombre de experiencia, buen amigo y excelente consejero", escribió de este sacerdote su compañero en Arucas Marcelino Quintana en el periódico El Defensor de Canarias (15-XI-1928).

Don Ramón había nacido en San Martí de Aviá (Barcelona) en 1850. Ordenado sacerdote en Tenerife por el Obispo Urquinaona (20-XII-1873), sus primeros destinos como Ecónomo serán Mogán y Santa Lucía. En 1887 consigue por oposición la Parroquia de San Bartolomé. En 1883 "por permuta" pasa a la de San Lorenzo, donde permanece hasta 1890, año en que se traslada a Buenos Aires, llamado por su paisano Vicente Matamala, para encargarse de la Capellanía de las Siervas de Jesús Sacramentado. Por enfermedad regresa a su tierra en 1897. Volvió a Gran Canaria en 1901 para establecerse con su hermana María en Arucas, donde será Capellán "de la Misa de doce", de la ermita de Cardones y de las Hermanas de la Caridad. En Noviembre de 1928 ingresa en el Asilo de Ancianos de Las Palmas, donde fallece a los pocos días a la edad de 78 años y a los 55 de ministerio.

Z Sebastián Parer y Torneu, cura de Agüimes.

La calle trasera de la iglesia parroquial de San Sebastián de Agüimes se llama Párroco Parer. De este modo, la villa quiso reconocer su labor en los 17 años al frente de la Parroquia (1877-1894), principalmente por el gran impulso que se dio a las obras de terminación del templo. En efecto, desde 1876 a 1888 se realizó el cierre de las bóvedas y la construcción del grandioso cimborio, contando siempre con la colaboración inestimable del Beneficiado de la Catedral Alejandro González. El hijo ilustre y predilecto de Agüimes, D. Joaquín Artiles, nos dejó escrito en su libro Un legado de cinco siglos estos interesantes datos: en 1878 D. Sebastián Parer "regaló 300 pesos para las sacristías" y pide a los hijos del pueblo que viven en Cuba que "costeen las 10 ventanas de la iglesia a diez duros cada una".

El 29 de junio de 1878 redacta y firma el acta "de la colocación de la última piedra, que es el canto clave de la bóveda con la que queda cerrada la iglesia nueva... lo hago constar para perpetua memoria... y viene a colocarse 81 años, diez meses y ocho días después de que se bendijo y colocó la primera piedra para la construcción del templo".

El 30 de Diciembre de 1888 se bendijo solamente el templo, "sin acabar del todo". No obstante, tenemos que significar que Don Sebastián fue ante todo un gran Pastor, de tal modo que en varias ocasiones pidió al Obispo que nombrase un Mayordomo de la obra del templo para poder atender debidamente a "las obligaciones parroquiales". En 1894, enfermo, renunció a la Parroquia y regresó a su Cataluña natal donde falleció.

Z Domingo Casadesus Brugay, cura de Tetir y de Femés, y su hermana 'santa' Dolores.

Era natural de Vich e hijo de José y María Magdalena. El 24 de Diciembre de 1874 es nombrado Cura Ecónomo de Tetir y en 1877 es trasladado a Femés como cura de la Parroquia de San Marcial. Vivió pocos años Don Domingo ya que el 14 de junio de 1887 "falleció repentinamente en su propia casa, a las siete de la mañana", a los 39 años de edad, siendo enterrado al día siguiente en Arrecife, donde se le hizo la autopsia.

Su hermana Dolores le sobrevivió treinta y cinco años, haciendo lo que él no pudo. Cuenta Agustín de la Hoz en su libro Lanzarote que "la intrépida señorita Casadesus, catalana de cuna, conejera por ciudadanía, labró con espíritu seráfico el fortalecimiento religioso de Femés. Fue además, único médico en el pueblo solitario, maestra diligente y, sobre todo, vigilante perpetua del buen culto a San Marcial. Vivía de la caridad pública, después de dar todo a los pobres, como hacen esas almas excepcionales que no tienen otra confianza sino en la Providencia. Y murió pobre nuestra Dolores Casadesus. Ahí está su cuerpo arropado por la tierra caliente de la eternidad, enmarcada por las cuatro paredes del viejo cementerio de Femés ... ¡Santa Dolores Casadesus! ¡Cómo te cuadran los versos de Ribera!

"A todos nos curó dolores viejos;

eran maravillosos sus consejos,

¡y se murió de santidad un día...

Z Pedro Bertrana Masramón, cura de Artenara, de San Mateo y de Haría... y su hermano Segismundo.

Sus padres se llamaban Manuel y Margarita y nació en San Baudilio de Llusanés (Barcelona), diócesis de Vich. Fue ordenado Presbítero en Tenerife el 20-XII-1873. En Febrero de 1874 es designado Párroco de Artenara, siendo testigo del temporal de 1877 que dañó seriamente a la iglesia. En 1880 vino a vivir con él su hermano Segismundo, personaje popular que cita Unamuno en su libro: Por Tierras de Portugal y de España en el hermoso capítulo dedicado a Gran Canaria (1910):

"Allí, en aquel formidable retiro de Artenara, me encontré con un catalán que llegó a él hace treinta años, desde la riente plana de Vich, se casó con una de las hijas de las cuevas, y allí se quedó a ganarse y a gastarse la vida, frente a las convulsas rocas. ¡Treinta años en aquel desierto! ... ¡Toda una vida! Y a todo el que por aquellas abruptas soledades pasa, le atiende y le agasaja Don Segismundo, que así se llama, como el héroe de La vida es sueño ¡Y qué sueño el de la vida sobre aquel abismo pétreo!".

La esposa de Segismundo era una viuda acomodada llamada Isabel Perera. Tuvieron siete hijos y los enlaces posteriores dieron origen a algunas familias de profesionales y políticos destacados, como los Díaz Bertrana. Don Pedro, por su parte, pidió traslado, renunciando a la Parroquia de San Matías que tenía "en propiedad", y en 1882 fue destinado como cura Regente a San Mateo. Su último destino sería la Parroquia de Haría, a donde llegó en 1888. Murió en el Hospital de Arrecife el día de la Inmaculada, el 8 de Diciembre de 1907, a los 58 años.

Z José Roca y Ponsa, catedrático, canónigo lectoral, magistral de Sevilla, escritor, político.

Natural de Vich, llegó a Gran Canaria en 1872, con tan sólo 20 años. En el seminario hizo una carrera fulgurante, siempre con nota de Meritissimus.

Al mismo tiempo era profe- sor de Latinidad y Humanidades, de Retórica Poética e Historia Profana.

En 1875 termina el 7º curso de Teología (la carrera larga), es ordenado Presbítero el 27 de marzo y el 1 de octubre pronuncia el discurso inaugural del nuevo curso. Dice el acta: "El catedrático de latinidad, bachiller D. José Roca y Ponsa, Presbítero, a cuyo cargo se hallaba el discurso inaugural, probó que la conversión sincera de Recadero echó los firmes cimientos de nuestra nacionalidad y grandeza, proporcionándonos la unidad religiosa y política..."

Este discurso demuestra las convicciones carlistas de Don José, que le marcarían toda su vida. En 1876 aparece como catedrático de Hermenéutica y Oratoria Sagrada, y con 24 años consigue por oposición la prebenda de Canónigo Lectoral. En 1878 publica su primer libro: El Licenciado Lorenzo García ante la Fe y la Razón. No cejó en sus aspiraciones y en 1893 consigue por oposición la Penitenciaría de la Metropolitana de Sevilla, siendo designado poco después Magistral.

En la catedral Hispalense pronunció el 22 de Enero de 1906 la Oración Fúnebre del Arzobispo Cardenal Marcelo Spínola y Maestre, una magnífica y ardiente pieza de Oratoria que sería publicada en un opúsculo. Al jubilarse regresó a Las Palmas, donde desarrolló una gran actividad como escritor, orador y político. Así, le vemos colaborando asiduamente en el periódico El Defensor de Canarias y en Junio de 1931, rondando los 80 años, se presentó como candidato a diputado en las elecciones a Cortes Constituyentes de la República. Falleció en su casa, en la calle de Buenos Aires, a los 86 años, el 15 de enero de 1938, atendido espiritualmente por el Padre Ricardo de Ayala CMF, su Director Espiritual.

Con Don José vivieron sus hermanas Lola y Margarita. Con ambas casó el abogado de Guía y comerciante Manuel González Martín, más tarde Presidente del Cabildo. Me explico. Casó primero con Lola, la cual falleció a los pocos días de la boda. Luego casó con Margarita, con quien tuvo doce hijos, destacando Carmen González Roca, fundadora de Las Catequistas del Pino.

Otros conocidos profesionales descienden de este linaje. Una calle del barrio de Las Chumberas lleva el nombre del "Canónigo Roca y Ponsa" y otra del barrio de Las Alcaravaneras el de "Manuel González Martín".

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