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"Me ha pasado lo que veía en la televisión"

Las fuertes lluvias aíslan la casa de Nasara Martel, ubicada en el barranco El Negro

Nasara Martel, ayer, en una carretera que conduce a su vivienda. YAIZA SOCORRO

"A mi hijo de seis años le entró mucho miedo cuando empezó a entrar el agua por la puerta". Nasara Martel aún vive con el susto en cuerpo tras la avalancha de agua que aisló su vivienda en el barranco El Negro. "El niño nos gritaba que íbamos a morir", refería ayer mientras observaba el trabajo de un tractorista municipal que se afanaba en abrir camino en medio del lodo y los destrozos.

Un auténtico río cruzó el barranco y, de paso, "se llevó la carretera de cemento que conectaba con el barrio de El Caracol". La otra opción de acceso, un camino de tierra, ha quedado totalmente desfigurada. El concejal de Seguridad del Ayuntamiento, Juan Francisco Martel, quiso desplazarse hasta la zona durante la mañana para comprobar in situ los daños ocasionados y determinar qué más soluciones puede ofrecer la institución municipal a esta familia.

Sin embargo, Nasara Martel es consciente de que tardará en recobrar la normalidad porque los socavones en el terreno son bastante pronunciados, un hecho que imposibilita el tránsito de vehículos. El de su familia, de hecho, aguarda en el patio de su hogar hasta nuevo aviso. El lunes su pequeño no pudo asistir a sus clases en el CEIP Doctor Gregorio Chil y Naranjo y ayer, para evitar que perdiera un día más, fue llevado en brazos por su padre.

"Se inundaron los patios, una ola entró en mi casa y no dábamos abasto para sacar agua", rememora con angustia. Sintió, además, que lo que había visto en televisión, en concreto en la película de Juan Antonio Bayona Lo imposible, le estaba ocurriendo a ella.

Unos familiares y amigos se acercaron el viernes por la noche, "cuando más duro golpeó el agua sobre Telde", para evacuarlos del barranco. "Sin duda, ese fue el peor momento porque ante nosotros se extendía un río", apunta. El peligro era aún mayor si cabe por la presencia de una rebosante presa a escasos metros. "Me da miedo que se venga abajo", expone desolada, "porque hace muchísimos años que no se llena". Dos días tardó en limpiar todos los desperfectos y, aunque los muebles se mojaron, no los perderá. Le preocupa más, en cambio, las humedades de su vivienda y que el cielo bañe a Telde con esa fuerza una vez más.

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