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Un matrimonio femenino se queja al obispo por un tenso bautizo en Telde

Yurena y Milvi, casadas en 2013, critican que el sacerdote de Ojos de Garza solo dejara subir al altar a la madre biológica - Aseguran que se sintieron humilladas

Amargo bautizo

Amargo bautizo

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Amargo bautizo Pedro Hernández

Un matrimonio femenino pedirá una audiencia con el obispo de la Diócesis de Canarias, Francisco Cases, para exponerle su malestar por la actitud del párroco de Ojos de Garza, José Ramírez, durante el bautizo de su hijo el pasado 10 de abril. La ceremonia acabó con llantos, muchos nervios y con la marcha de ambas madres, Yurena y Milvi, entre indignadas y apesadumbradas por lo acontecido, "pero sobre todo nos sentimos humilladas por la actitud y comentarios despectivos del sacerdote hacia nuestra orientación sexual", comentaba ayer Yurena.

Las dos mujeres, que se conocieron e iniciarion su relación en el trabajo hace unos años, consideran que estas situaciones no pueden producirse de nuevo, "por lo que iremos al Obispado para que nos escuchen y sepan cómo nos sentimos después de lo ocurrido", afirmaban ambas. Su petición, como señalaban, no busca venganza contra Ramírez, pero sí que se adopten medidas para saber a qué atenernos y a que parroquias pueden ir los homosexuales a bautizar a sus hijos sin problemas".

"Nosotras teníamos mucha ilusión en bautizar al niño en la ermita de Santa Rita porque somos devotas, al igual que nuestras familias, de la santa y queríamos que nuestro hijo recibiera este sacramento allí", comenta Yurena aún afectada al recordar lo sucedido, "pero no esperábamos la reacción del sacerdote, sobre todo cuando ya le habíamos planteado cúal es nuestra situación personal".

Como un matrimonio más -contrajeron nupcias en Agüimes en 2013, después de convivir durante cinco años- se informaron en la parroquia de Ojos de Garza sobre los trámites a seguir para celebrar el bautizo de su pequeño en la ermita. "Le dijimos que éramos un matrimonio homosexual y que nos gustaría bautizar a nuestro hijo allí y no nos puso ningún problema, solo que por lo fijado en la ceremonia, el padrino y la madrina tenían que ser hombre y mujer", una condición que aceptaron.

Con la fecha cerrada, el pasado 10 de abril todo parecía que sería un día imborrable para ellas, aunque la alegría se tornó en lágrimas y sufrimiento. Una de ellas había observado que "el párroco se fijó mucho en nuestros papeles y cuando nos tocó el turno de bautizar al niño se desencadenó todo".

A Yurena le impidió que subiera al altar para ver el bautizo de su hijo, "solo dijo que tenía derecho la madre biológica -Milvi- según las normas, pero yo solo quería estar ahí, nada más", pero no pudo ser.

El bautizo del pequeño, el último de los cinco celebrados ese día en la ermita, lo vivieron con el sabor agridulce de cumplir la promesa a Santa Rita, pero también con la pena de Yurena por "no dejarme sentir madre de mi hijo". Tanto, que se levantó y con voz entrecortada explicó como pudo a los feligreses presentes en la ermita lo que le ocurría, hecho captado por la temblorosa mano de una amiga que grababa en vídeo el bautizo, pero que los nervios le impidieron seguir [puede verse en laprovincia.es]. Al final, optaron por irse con el pequeño después de recibir el agua de la pila bautismal.

Este periódico intentó todo el día de ayer hablar con el sacerdote y el obispo, pero sus llamadas y mensajes no fueron contestados y no podemos ofrecer su versión.

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