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Sociedad Primera jornada del juicio del homicidio de Las Remudas de abril de 2015

"No iba a matar a mi hijo, solo quería asustarle para que dejara de pegarme"

Miguel Cabrera, acusado del homicidio de su hijo Cristo, alega en el juicio que actuó en defensa propia para proteger su vida y la de su madre aquella noche

"No iba a matar a mi hijo, solo quería asustarle para que dejara de pegarme"

La pelea se inició en el pasillo de la vivienda y acabó con tragedia en la solana, con la muerte de Cristo Cabrera Vega de un navajazo con una hoja de ocho centímetros asestado por su padre, Miguel Cabrera Santana, en la noche del 27 de abril de 2015 en el piso de la puerta 16 del bloque de edificios del aparcamiento dos de la calle Alejo Carpentier, en Las Remudas. Estos hechos fueron relatados ayer por el acusado y la madre de éste, Lucrecia Santana, en la primera sesión del juicio que se seguirá juzgando hoy y mañana en la sección segunda de la Audiencia Provincial.

Una muerte cuya autoría sí reconoció Miguel Cabrera, aunque también alegó que se trató de un acto en defensa propia ante las patadas que le propinaba su hijo. "No iba a matarlo, sino a asustarlo para quitármelo de encima porque no dejaba de pegarme", argumentó, versión que apoyó su madre, quien añadió que ya en la solana, "mi nieto estaba encima de mi hijo dándole cabezazos".

Ella, según declaró a preguntas de la fiscal, lo vio todo mientras estaba sentada en una silla porque "Cristo me estampó contra el pasillo cuando me subí encima para que dejarla de golpear al padre". Ambas declaraciones las consideró contradictorias la fiscal, Inés Herrero, respecto a las realizadas por ambos durante la instrucción de este caso. Le pide 14 años y una indemnización de 120.000 euros para cada uno de los dos hijos de la víctima.

Por su parte, el abogado defensor, Juan Sánchez Limiñana, invitó al jurado a profundizar en la historia de esta familia, a la que aseguró conocía muy bien y aportó un dato: "Yo era el abogado de Cristo Cabrera en un juicio en el que estaba acusado de tráfico de drogasy se le pedía tres años de cárcel, pero que con su muerte no se pudo celebrar". El letrado esbozó en su introducción un ambiente de miedo y violencia, "donde el que viene buscando algo, no se va", es algo, incidió, que "pasa todos los días".

"Sí, maté a mi hijo, no iba a matarlo, pero lo quería asustar para quitármelo de encima", respondió el acusado a preguntas de la fiscal sobre los hechos ocurridos en el domicilio donde vivía con su madre. Su hijo ya no residía allí, aunque según Lucrecia Santana, "mi nieto hacía lo que le daba la gana en mi casa, siempre amenazando y me robaba dinero, pero no le decía nada a mi hijo para evitar boberías, ya no sabía dónde esconder el dinero porque en ocho días me robó 500 euros".

Miguel Cabrera se arrepintió de causar la muerte de su hijo, pero recalcó que temió por su vida y por la de su madre ante la actitud agresiva de Cristo: "Yo no sabía que le estaba robando a mi madre, y qué le dejo, que la mate, él estaba muy agresivo. Yo quería a mi hijo, no tengo palabras, en ese momento no estaba en mi misma cabeza y no sé por qúe no me fui".

En su relato de los hechos, el acusado alegó que la víctima lo había tirado dos veces, primero en el pasillo, donde pudo levantarse al distraer Lucrecia a su nieto, pero la pugna continuó en la solana, donde Miguel asestó el navajazo mortal a Cristo. "Había mucha sangre y puse un trapo para pararla y después llamé a la policía para que vinieran y pidieran una ambulancia [en el audio reproducido en la sala se oye la conversación".

Lucrecia Santana defendió a su hijo, desmintiendo que se drogara o tomara alcohol [él había admitido que había tenido problemas de alcoholismo], al tiempo que aseguró que nunca "me ha maltratado ni me ha quitado dinero porque él cobraba su paga". Aunque recordó que crió a su nieto en su casa, cuando se hizo mayor se fue con su exmujer, Guacimara Rodríguez, con la que tuvo dos hijos, una chica, ahora con 18 años y 16 cuando sucedieron los hechos y un niño de ocho, con seis en 2015. Después, Cristo Cabrera mantenía en esa época una relación con Betsaida Pulido, pero no vivían juntos.

Hubo que subir la voz en la sala para que Lucrecia oyera las preguntas al quejarse de no oír nada. La abuela no tuvo palabras de apoyo para la víctima y la presentó como una persona a quien "habían botado de su casa, yo nunca lo eché, pero hacía en ella lo que le daba la gana, era muy agresivo, siempre estaba nervioso, atacado". Alegó, además, que su hijo sacó la navaja para quitárselo de encima, pero con tal mala suerte que le produjo una herida mortal, por donde sangró abundantemente antes de morir. Eso ocurrió en la solana, donde luego fue encontrado por la policía y los sanitarios en un charco de sangre.

También intervinieron como testigo Guacimara Rodríguez, exmujer de la víctima, quien describió la relación entre el acusado y su hijo de frecuentes discusiones y definió a Lucrecia Santana como una mujer de carácter, que echó a su nieto de su casa. A preguntas de la fiscal si le sorprendía lo que pasó esa noche, fue escueta: "No me sorprendió, Miguel siempre tenía una navaja en el bolsillo, todo el mundo sabía que la tenía".

Betsaida Pulido, pareja en aquel momento de la víctima, declaró, desde otra sala, que la víctima fue a buscar una mochila donde tenía ropa y unos papeles para una entrevista de trabajo, pero nada pudo aportar sobre lo sucedido. Lo mismo ocurrió que Luisa Cabrera Santana, hermana del acusado. Indicó que no mantenía contacto con sus familiares, un testimonio que no sirvió para aclarar cómo eran las relaciones entre ambos.

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