La Provincia - Diario de Las Palmas

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Otro grande en el Pizjuán

La UD volvió a mostrar sus dos caras, las dos buenas: con un 35 por ciento de balón mereció puntuar en campo de un equipo Champions

Tana intenta un pase, ayer, en presencia de N'Zonzi, centrocampista del Sevilla.

La posesión de balón es el modelo de fútbol que mejor entra por los ojos. El que más gusta. El más vistoso. Y la UD Las Palmas sublima ese estilo de juego. Es la bandera del proyecto de Quique Setién. La manera en la que se asocian Jonathan Viera, Roque Mesa, Tana, Vicente Gómez, Momo y compañía es lo que deslumbra al aficionado de la Península o de Asia que se sienta a ver un partido de la UD Las Palmas. Es lo que más se valoró del liderato del cuadro insular tras sus dos primeras victorias. Pero hay otra virtud que no se ha reconocido tanto: la competitividad y su orden táctico sin balón. Y es que esta UD no tiene solo un registro. Cuando le quitan el cuero es capaz de ganar un partido, como lo hizo en Mestalla, o de plantar cara ante un rival de Champions League como el Sevilla. El cuadro de Jorge Sampaoli tuvo ayer el balón el 65 por ciento del tiempo, pero los amarillos dieron otra vez una imagen de solidez ilusionante. Cayó, pero cayó de pie. Cayó como un grande. Como un grande en uno de esos raros días en los que las decisiones del árbitro les perjudican.

Es lo que deja el análisis futbolístico del encuentro. Lo empezó a insinuar la UD Las Palmas el curso pasado con sus victorias en los campos del Eibar y el Villarreal, aquellos triunfos que lanzaron a los de Quique Setién hacia una salvación cómoda. Y el verano no ha hecho más que solidificar esa virtud. No fue casualidad la imagen de Mestalla, cuando tuvo la posesión del cuero un 42 por ciento. En dos campos grandes la UD ha competido con bravura sin el balón en los pies. Hace mucho tiempo que los amarillos dejaron de ser un 'pagafantas' cualquiera. Hace sonreír pero también puntúa.

Tiene varios trajes esta UD Las Palmas. Todos ellos a partir de una inteligencia táctica que es la clave de todo. Se vio desde los primeros minutos en el Sánchez Pizjuán. No quería Quique Setién entrar al trapo en un duelo de ida y vuelta como hizo el Espanyol. La UD optó por congelar al Sevilla de inicio, por esperar atrás y provocar que su posesión de balón fuera intrascendente. Al conjunto de Sampaoli le falta un generador de juego, un mediocentro que lleve el balón a la impresionante colección de talento que reúne en la mediapunta. Les falta un jugador como Roque.

En torno al teldense y a una pareja de centrales soberbia se colocó una calmada UD Las Palmas. El duelo táctico estaba servido. En esa batalla de libretas Setién ganó con mucha diferencia a pesar de lo que muestra el resultado, muy condicionado por el árbitro. Y es que a Sampaoli le queda mucho trabajo. Le queda trabajo para evitar, por ejemplo, que Ganso deambule por el campo y que Nasri abandone la banda para pedirla en corto.

Pero todos esos capítulos los provocó también la UD, que quiso cortar de raíz las virtudes de un Sevilla poderoso a campo abierto. Macedo y Dani Castellano apenas se incorporaron al ataque para evitar que una pérdida de balón cogiera a los amarillos en desventaja numérica. Así, los contragolpes los hizo la UD. Siempre con cabeza, siempre interpretando a la perfección los tiempos del partido, el guión de Quique Setién se cumplió: la poca posesión era muy efectiva. Con un simple pase vertical la UD desarbolaba el planteamiento defensivo hispalense. Lo consiguió Tana a los seis minutos para hacer volar a Macedo por la derecha. Sin oposición avanzó el brasileño desde el centro del campo hasta la frontal del área y sirvió en bandeja el gol a Marko Livaja, que falló en el mano a mano con Sergio Rico.

Era la versión más vertical de la UD. Como en Mestalla. Y así llegó el tanto. Fue de Tana, símbolo del gran fondo de armario de la UD, con un soberbio remate desde la frontal. Pero todo nació en una cabalgada imperial de Roque. Esta UD también tiene colmillo. No se recrea en el virtuosismo del pase horizontal. Si encuentra espacios para correr no se lo piensa.

Llegaron así los mejores minutos de la UD. El 4-1-4-1 amarillo desbordaba al anémico 4-1-4-1 de Sampaoli. Conectó varias posesiones largas la UD, que tras un tiro de Dani Castellano desde la frontal provocó los pitos del Sánchez Pizjuán hacia su equipo. Taconazos, sombreros, autopases... la actuación insular era un recital. El Sevilla se desconectó y la UD se gustó durante un buen rato.

Culminado ese momento de éxtasis, al borde del descanso la UD volvió a su versión pragmática. Con los pies cansados no era el momento de presionar muy arriba y romper las líneas. Disciplinados tácticamente, los amarillos esperaron en su campo a que llegara el descanso.

Ya en la segunda parte, con Nasri por dentro y Vitolo en las bandas el Sevilla pisó el acelerador. Pero a esa colección de talento le costaba un mundo generar ocasiones porque la otra cara de la UD volvió a aparecer. Esa cara que junta las líneas, en la que gobierna el orden y el sacrificio colectivo, en la que destacan David García y Bigas y en la que surge Javi Varas. Le faltaron detalles a la UD para mantener el pleno, pero su actuación global sigue la tónica de este inicio de curso. Hay materia prima para ser la revelación de Primera.

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