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La contracrónica / Copa del Rey (Octavos de final, ida)

Viera y la muralla de acero

La UD cayó en la trampa del Cholo y no pudo destilar su juego de seda

Viera controla el balón ante la presión del lateral Vrsaljko. Quique Curbelo

La noche del fútbol industrial. Simeone, excitado en la banda, doblegó a Setién con su sello más primitivo. Presión de alto voltaje y ejecución. Gabi y Koke trituraron a los poetas, que despertaron en el segundo acto. Brilló Vicente en esa tarea generador total. En su partido 200, fue un volcán. Viera se saltó el guión y generó el caos en el sistema defensivo del subcampeón de Europa. Solo cuando explotó el talento, la UD se reconoció en el espejo.

Atasco en la medular de seda. Jonathan Viera, al rescate de un ejército que sigue en busca de su partitura mágica. La UD cayó ante el Atlético de Madrid en el primer asalto de unos octavos de final de Copa del Rey con aroma Champions. El imperio de toque y aroma barroco de Quique Setién padeció el impacto demoledor del contragolpe del 'Cholo'. Se impuso el fútbol industrial y mecanizado, que con los goles de Koke y Griezmann se tomó su cumplida venganza [el pasado diciembre, los amarillos, a pesar de la derrota, dieron una lección al gigante de Simeone en su fortín del Calderón]. La UD no pisó el área de Moyá, solo con sendos disparos de Viera, alguna galopada de Dani o Roque Mesa. Un tiro de Vicente Gómez, ya en el tramo final, fue la acción más determinante. Pero queda el valor y la osadía de Jonathan Viera. Tras un primer acto frágil, sin profundidad ni talante vertical, con Vicente Gómez como mejor exponente, Viera tomó el mando. Se fue una y otra vez de Saúl, para dejar en evidencia a Godín y Savic. Fue la pesadilla de Simeone, hasta que Setién optó por el pragmatismo. Dio entrada a Prince Boateng por el genio de La Feria, en una de las imágenes de un pulso plomizo, sin ritmo.

¿Qué salió mal? El Atlético fue un sello demoledor. Presión, rigor y un contragolpe con la doble 'G'. Gameiro y Griezmann tenía una guillotina en sus botas. Esperando cualquier despiste para la fatalidad. En ese pulso de infarto, David García, el gran capitán, mantuvo el tipo. Al igual que Dani Castellano.

Pero la UD siempre estuvo al filo del abismo. Una cuestión lógica, el Atlético es subcampeón de Europa y luce un presupuesto de 300 millones de euros. Llegó el primero, tras un balón despejado de mala manera que Koke, con la ayuda de Gameiro, puso en el fondo de la portería de Raúl Lizoain.

Presión salvaje, una vez más

Simeone tomó buena nota del funcionamiento de la sinfonía de Setién. El pulso fue un catálogo de la madurez del técnico argentino. Clonó el planteamiento de enero del 2015, cuando también trituró a la UD por (0-3). Los colchoneros tuvieron que sudar sangre, para encontrar el segundo. En otra acción de contragolpe con cianuro, que remachó el balón de bronce Griezmann. Pero esta ocasión, viene precedido de un error defensivo en cadena. Los amarillos han perdido ese instinto asesino sin balón.

Pero ahora viene lo bueno en una franquicia infatigable. El chocolate suizo. Viera, harto del baile de músculo y de agresiones del ejército de Simeone, dio un recital de control, fintas y regates.

El talento del genio de La Feria, sumado al descaro de Roque, desestabilizó al Atlético, que por unos minutos,en el segundo acto, se vio superado. Sin sitio y descoordinado. El talento, siempre el talento, es la única manera de liquidar al poderoso. Con las ausencias de Tana, Marko Livaja, Míchel Macedo, Araujo y Montoro [Setién descartó a Tyronne y Pedro Bigas], faltó inspiración. Además, de velocidad.

La UD ha entrado en una fase dubitativa, producto del esmero de los rivales en frenar el ritmo maravilloso del toque más fantasioso. En ese descenso del nivel competitivo, Vicente resiste como un titán. El Da Vinci brindó un recital, siempre al suelo y con regates de oro.

Hernán y Javi Castellano

En esa puesta en escena en la medular, para tratar de superar la presión del Atlético, Setién apostó por Roque, Hernán, Vicente y Viera. El teldense acabó en plan mariscal, brindando paredes con el '21'. Ahí se desató lo mejor de la UD, casi de forma alocada, en un ataque de pánico y con el 0-2 en el electrónico.

Mención especial para Hernán Santana, ejerciendo de enlace. Fue de menos a más, acabó a un gran nivel, siempre pisando el área de Moyá.

El emperador de seda Setién terminó la batalla con Javi Castellano como timonero. Un guiño para el gemelo, que sigue luchando contra el crono para encontrar su versión pletórica del ascenso.

Gabi,Koke, Saúl y Juanfran repartieron oficio y galletas para los locales ante la indignación del respetable con el colegiado Munera Montero [el del polémico penalti del piscinazo de Vitolo en el inicio del campeonato liguero]. Era una cuestión de pura supervivencia. En ese cuerpo a cuerpo, la UD deja bastante que desear. Se muestra tímida, casi inocente. Los isleños completaron nueve faltas, por las 22 del conjunto de la Liga de Campeones. Un disparate, la diferencia del oficio.

La ley de la fantasía

Con el adiós de Asdrúbal en la atmósfera, el llanto del búfalo marca el camino de la consagración. Sin el '25', solo queda una vía para alcanzar el Santo Grial. La puerta para la instalación en el paraíso se llama Jonathan Viera. En un gesto de rabia, probó los reflejos de Moyá desde la frontal. Tira cuando quiere, y deleita de forma natural.

Con la eliminatoria muy cuesta arriba, el pulso deja motivos para la esperanza. Viera, Vicente y Roque lideran la hornada del resurgir. En una retaguardia señalada por la acción del 0-2. Sin verticalidad, congelados ante la presión del sello industrial de Simeone, la UD cayó ante el instinto caníbal del Atlético. Lucieron los colmillos, heridos en su orgullo tras el penúltimo choque en el Calderón. La magia fue aplastada por el talonario en la Copa.

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