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El protagonista

La maldición del pistolero Jesé

El atacante de la UD malogra seis ocasiones y se estrella ante Navas en su vuelta al Bernabéu

La maldición del pistolero Jesé

Fue el centro de todas las miradas, era la noche de Jesé Rodríguez en su regreso al teatro de los sueños de La Castellana. Con seis remates y un recital de coraje, desde el costado izquierdo, el '10' de la UD dejó en evidencia a toda la zaga merengue. Sigue maldito tras 383 minutos, pero se ha ganado el cielo.

La pesadilla eterna de JR-10. La fatalidad, elevada al máximo exponente. La rabia del pistolero Jesé. Un ejecutor en el corazón del diablo. Descaro, velocidad, glamour y precisión. JR-10, el piloto del Ferrari amarillo, que sigue aciago ante el arco rival. Jesé Rodríguez Ruiz, 298 días después de su última actuación en el partenón blanco, regresó a lo grande. En plan estelar, como pieza mágica de la sinfonía de gofio. Pero sigue gafado.

Solidario y enérgico, acarició el tanto tras malograr seis tiros ante un animal felino como Keylor Navas -el mejor del Madrid de Zidane-. La propuesta de seda se quedó sin premio. Con un Madrid en inferioridad [tras la roja a Gareth Bale], y con la ayuda del colegiado, los blancos sellaron la igualada (3-3).

La estrella de la UD pisó el Bernabéu como príncipe del reino galáctico de Jonathan Viera. En la legión del genio de La Feria, Big Flow completó una batalla a muerte en la autopista derecha con el defensa Carvajal. Tenía ganas de armarla en el teatro de los sueños de La Castellana. El último partido del torpedo en el partenón blanco se remontaba al 8 de mayo de 2016 ante el Valencia. En la victoria (3-2), el grancanario saltó al terreno de juego en el 76. Fue su último acto de servicio en el Bernabéu.

Ayer, regresó en busca de su primer gol de amarillo en su quinto partido tras llegar como el Mesías. Se quedó en el intento, pero dejó su arista de bregador salvaje. A falta de la gloria del gol, puso en bandeja de plata su coraje en una injusticia mayúscula. Una propuesta que asombró al planeta del balón.

La pesadilla de Carvajal

Jesé acabó el duelo con seis misiles, cuatro regates, diez balones perdidos, dos balones recuperados, una falta cometida y una falta recibida. Acarició, igual que ante Granada, Sevilla y Málaga, el premio de la eternidad. Navas congeló la furia del terremoto con un recital de paradas. En el inicio del pulso, le dejó un balón de chocolate para Roque Mesa, y el disparo del teldense se marchó desviado.

Llegó el zarpazo inicial de Isco -en posición ilegal-, pero dos minutos, Tana, selló el empate. En el 16', Jesé encaró a Carvajal y su disparo se fue por unos centímetros. A la media hora, el Príncipe del Roque Nublo malogró un disparo franco. La acción, con el sello del terremoto de La Feria, desató el pánico en el Bernabéu. Soberbia la habilidad del '10' de la UD y que habilitó a Prince Boateng con elegancia. El pichichi amarillo se quedó solo ante Navas. El volcán estaba inspirado, liderando un contragolpe repleto de cianuro. Ramos, Nacho y Marcelo tenían que acudir al rescate de Carvajal. El efecto Bernabéu había agitado a JR-10.

De nuevo, con su arista más solidaria, le dejó el balón a Dani Castellano. Tiro cruzado del lateral. En el 33, probó fortuna desde la frontal. En el 37, le puso un esférico delicioso a David Simón. Fue un revolucionario en busca de la épica. En el segundo tiempo, tras la roja a Bale y penalti transformado por Jonathan Viera -por una mano clarísima de Sergio Ramos-, Jesé se estrelló en el kilómetro 58 en Navas. Otro disparo que no besó la gloria. Llegó el tercero de Prince y el '10' estaba gafado. A la hora de partido, el tiro cruzado fue despejado por el mejor del Madrid.

En el 85, en una contra de fuego, Jesé Rodríguez tampoco logró superar al costarricense. La pesadilla del terremoto parecía eterna. Seis disparos, y no hubo manera. Con Mateo García desmarcado, el ex del Real Madrid y PSG se empeñó en acabar con su sequía. Esa obsesión resultó falta. Luego llegaría la reacción de un rival cobarde, que precisó de la 'mano' salvadora de un colegiado Fernández Borbalán, que perjudicó de forma notable los intereses del cuadro de Setién. Con 383 minutos, el trabajo de Jesé Rodríguez es de nota. Su vuelta al Bernabéu vino acompañada de un partido para enmarcar, pero una vez más, sin puntería. Se topó con un meta de acero, un gigante bajo palos. En su camino por recuperar sus credenciales de artista, dejó su sello de gladiador. Kilómetros para silenciar el templo blanco. Sin pólvora, la casta de JR-10 merece un monumento.

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