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La contracrónica (36ª jornada, antepenúltima)

La catarsis salpica a los pistoleros

La UD, con dos tiros a portería, se estrella ante la segunda peor zaga de la Liga: 70 goles encajados

El delantero de la UD Erik Expósito remata a portería, tras la mala salida del meta Iván Cuéllar y en presencia del defensa Babin. DAVID HEVIA / LOF

Una sequía diabólica de 316 minutos. La maldición de la pólvora mojada. A las reiteradas concesiones defensivas [la UD luce un catálogo en las últimas ocho jornadas: 22 goles encajados], en esta segunda vuelta catastrófica hay que sumar la epidemia de los pistoleros. Es un registro récord en el mandato de Setién [el ciclo del estratega cántabro arrancó el 25 de octubre de 2015 y contabiliza 560 días].

El último gol de la UD fue ante el Deportivo Alavés, el pasado 23 de abril en el Gran Canaria y obra de Prince Boateng (44'). Se quedó a cero ante el CD Leganés en el Municipal de Butarque (3-0) -no tiró a portería- y fue aplastado por el Atlético de Madrid (0-5). Ayer, en El Molinón, firmó dos tiros que fueron abortados por Cuéllar. Tres duelos ligueros consecutivos sin marcar, más los 46' de la visita del bloque de Pellegrino, completan la racha más negativa con Setién.

La imagen de Roque

Las bajas no sirven de excusa. Ante el Sporting de Gijón, Setién se vio privado de los servicios de Prince Boateng (máximo realizador de la galaxia amarilla con diez dianas), Marko Livaja (5) y Jesé Rodríguez (3) por sanción federativa. Además, se cayeron de la lista por lesión Vicente Gómez (2), Tana (4) y el lateral brasileño Míchel Macedo. Las ausencias contabilizan 24 de los 52 tantos isleños, casi la mitad del arsenal pirotécnico. Pero regresó Jonathan Viera (7), que dejó un pase con el pecho antológico.

El genio de La Feria, el mejor de la UD, estuvo acompañado por el pistolero Erik Expósito -segundo encuentro de titular con la elástica del primer equipo-, Mateo García y Momo. El alfil de oro fabricó una asistencia mágica para Viera. Fue el gesto técnico del pulso del miedo. Al Sporting le inquietaba la guillotina del descenso, y a la UD, el monstruo de esta crisis salvaje. Una dinámica despiadada, que fabricó el fotograma de la impotencia. Roque Mesa, indignado con la actuación de Latre, miraba al cielo. El gladiador, que se sumó al ataque con criterio, estaba desquiciado.

La UD mandó seis balones a las nubes, solo Expósito y Viera probaron los reflejos felinos de Cuéllar. Escaso bagaje ante la segundo peor retaguardia del campeonato. Este Sporting lapidario, a un centímetro del abismo, ha encajado 70 goles. Solo Granada (76) y Osasuna (84) han recibido más puñaladas.

Con este panorama, ante una muralla repleta de agujeros, la UD pierde una de sus señas de identidad. Carece de instinto asesino. A las concesiones defensivas, inaceptables como las de Hélder, se suma el apagón de los pistoleros.

Presión salvaje

La UD jugó con la ansiedad de un Sporting errático [los fallos de Cop y Burgui son una clara muestra]. El cuadro de Rubi, con el paso de los minutos, fue el enemigo. Recibió la pitada de los 22.000 fieles que respiraba en El Molinón. El caos se diseñó tras una presión salvaje de los amarillos. Expósito, Viera, Momo, Mateo, Montoro y Roque dejaron sin espacios a los arquitectos de la fabada. Pero en esta batalla equilibrada, marcada por el nerviosismo, fue el tanto de Carmona el único elemento diferencial. La llave de la esperanza para los locales, y el último cementerio para los amarillos. 46 goles en contra fuera de casa son un universo. En El Molinón, se marcha una nueva oportunidad para implantar la cordura.

Héroes en el Bernabéu -con un recital barroco-, el pasado marzo, tras bailar al Real Madrid, la UD ha perdido su registro más incisivo. Sin el cariz trágico de San Mamés, Butarque o el Camp Nou, ayer, se escapó una gran oportunidad para limpiar el escudo. Viene el Barça, una industria aniquiladora. Los de Setién salen de la UVI. Hay síntomas de recuperación, pero se busca a un francotirador sediento.

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