José Castro, presidente del Sevilla, encendió todas las alarmas. Quiso dar un golpe sobre la mesa pero le rebotó en la cara. Se encontraba presentando a Pizarro y a Banega cuando sacó pecho: "En el Sevilla FC, en vez de hablar, hemos actuado y a día de hoy nos sentamos aquí con el contrato firmado por las próximas cinco temporadas", dijo en la tarde del lunes en referencia a la situación de Vitolo. "Todo lo que se ha hablado es papel mojado, para Vitolo su primera opción era el Sevilla", añadió. Se refería el presidente a un acuerdo alcanzado y firmado con sus representantes.
Pero el jugador no había estampado su firma, aunque sí había dado su ok, y cuando Castro levantó la liebre se activaron en el Atlético de Madrid y en la UD Las Palmas. Ahí, en ese contexto de urgencia y tensión, es donde surgen dos figuras claves para salvar una operación que parecía encarrilada una semana atrás: 'Cholo' Simeone y Miguel Ángel Ramírez. Eran los hombres que más ganas tenían de sacar a Vitolo del Sevilla. Y lo consiguieron.
El entrenador del Atlético de Madrid montó en cólera cuando se enteró de que Vitolo había acordado su renovación con el Sevilla. El jugador quería, fuera como fuera, resolver su situación antes de incorporarse a la pretemporada: o renovaba para arreglar su imagen de cara a la afición o se iba al Atlético vía UD. Era una petición innegociable la del técnico que hace un mes, cuando convenció a Griezmann para que renovara, le prometió una plantilla más fuerte y le garantizó que contaría, entre otros, con Vitolo. Si no llegaba el grancanario los dirigentes del Atlético iban a tener un serio problema con Simeone.
Pero el club madrileño no movía fecha y el jugador se desesperaba, lo que le llevó a buscar el acuerdo con la entidad hispalense. El Sevilla acordó con el jugador un salario de tres millones de euros por año pero los colchoneros, presionados por Simeone, lanzaron un órdago: cinco millones por temporada, lo suficiente para que Vitolo cambiara de opinión.
Ramírez, la otra pieza clave de la operación, puso al Atlético las herramientas necesarias para que la negociación acabara por la vía rápida, uno de los deseos de Vitolo. Así, la UD ayudó para que el jugador pudiera pagar su cláusula de rescisión en la mañana de ayer en la sede de la Liga de Fútbol Profesional, hasta donde se desplazó Patricio Viñayo, director general del club, en compañía de emisarios del Atlético y, posteriormente, el propio jugador. La entidad colchonera se empeñaba en pagarla a plazos, aspecto que tenía estancada la operación.
La media temporada en la UD era otro de los principales atractivos para que Vitolo diera marcha atrás en su decisión de renovar con el Sevilla. La situación no se podía alargar más y el club amarillo aceleró para cerrar la operación. Ramírez, ayer, no quiso hacer sangre con su homólogo en el Sevilla, que le había dejado un recado el lunes: "Con todos mis respetos para todos los que han participado en todo esto, lo único que quería era traer a Vitolo para que todos los aficionados y los compañeros disfrutaran de él y aquí está", sentenció.
El cabreo del Sevilla
José Castro, que ha quedado en evidencia y ayer recibió la dimisión de Del Nido Carrasco, actual vicepresidente e hijo del expresidente, se descargó ayer contra el jugador. "El Sevilla alcanzó un acuerdo con sus representantes, el contrato no se firmó pero sí un documento en el que se aprobaban las nuevas condiciones del contrato. Defenderemos nuestros intereses hasta donde sea necesario", explicó. "Vitolo ha usado al Sevilla para que el Atlético le pague más dinero", añadió.
Tampoco escondió su cabreo con el Atlético y el Sevilla: "Estamos decepcionados con la actitud de terceros también. Esto deteriora las relaciones con estos clubes porque han mercadeado con un jugador que era nuestro", sentenció el presidente. Pero se impuso el deseo de Vitolo. Y el de Miguel Ángel Ramírez y Simeone.
