Con un siroco tremendo y una temperatura infernal de 47 grados a la sombra llegaron ayer los cooperantes españoles a los campamentos de refugiados saharauis. Fueron recibidos entre fuertes medidas de seguridad, adoptadas por los agentes del Frente Polisario, con el fin de evitar posibles secuestros o ataques terroristas.

La treintena de voluntarios, entre ellos los canarios Carmelo Ramírez y Josefa Milán, se sometieron nada más aterrizar al Suroeste de Argelia al estricto protocolo establecido por las autoridades, que han endurecido la vigilancia tras el rapto hace diez meses de Enric Gonyalons y Ainhoa Fernández, liberados el 18 de julio.

El gesto de los activistas de mantener la ayuda humanitaria en los asentamientos de Tinduf fue aplaudido por la población, que les acogió con una entusiasta bienvenida. El presidente de la Federación Estatal de Instituciones Solidarias con el Pueblo Saharaui, Carmelo Ramírez, destacó el "caluroso" recibimiento y reiteró sus acusaciones contra el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación de España por la evacuación de cooperantes el 28 de julio. Atribuyó esta decisión a "la estrategia marroquí de intoxicar para dar a entender que en los campos reina la inseguridad y el caos, pero eso es falso". Es más, recordó que España fue el único país que retiró a sus voluntarios de Tinduf, y no ha hecho lo mismo en otros países como Malí y Mauritania, donde operan terroristas.

La delegación comenzó su visita en el Ministerio de Cultura en Rabuni, la capital administrativa sede del Gobierno de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Allí asistieron a la entrega de diplomas a unos 45 estudiantes de bachillerato. En el acto estuvo el presidente del Frente Polisario, Mohamed Abdelaziz, y varios ministros, entre ellos el de Exteriores Mohamed Salem Uld Salek, con quien se reunieron en horas del mediodía. Hoy lo harán con Abdelaziz.

La agenda incluye encuentros hasta el sábado con representantes de los programas internacionales de ayuda humanitaria, el secretario de Estado de Seguridad y visitas a los campamentos de Smara y El Aaiún, entre otros. La expedición, que transporta medicamentos, alimentos y material escolar, se desplaza en diez todoterrenos, escoltados en la parte anterior por dos vehículos con seis militares en cada coche y otros dos en la parte posterior. Un refuerzo en la seguridad "excesivo", según el cooperante sevillano Miguel Castro, que, sorprendido por el dispositivo, confesó que tiene "más miedo al calor" que a una ofensiva violenta. "Si existe el infierno está muy cerca de Tinduf porque el calor aquí es insoportable", agregó Carmelo Ramírez.