Probablemente uno de los episodios más felices de la vida de Carmelo Padrón fue su exculpación del caso de malversación de fondos públicos del que estuvo acusado durante trece años. Lo pasó mal, tuvo que sufrir el juicio público, sentarse en el banquillo y adoptar la decisión de abandonar la política, en una lección de integridad que pocos políticos asumen. Con motivo de la sentencia que le exculpó, Padrón habló en una entrevista que salió publicada en La Provincia en noviembre de 2004.

Por su interés para conocer a la persona que fue Carmelo Padrón, fallecido este jueves 14 de diciembre de 2017, trece años después de esa entrevista realizada por Pedro Guerra, la reproducimos íntegramente.

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Carmelo Padrón amenaza con poner en marcha el ventilador y contar, con nombres y apellidos, quiénes son los culpables del caso Guillén, en el que se le acusó de haber malversado fondos públicos y que "se reconvirtió en el caso Padrón". Después de seis años retirado de la vida política, y en silencio, asegura que en diez días pondrá los puntos sobre las íes.

Cuarenta y ocho horas después de conocer el resultado de la sentencia, Carmelo Padrón ya tiene otra cara, a pesar de que se considera igual de inocente que hace 13 años, cuando fue imputado por malversación de caudales públicos tras una supuesta adjudicación irregular de la campaña de limpieza del Cabildo en 1991. En el transcurso de esta entrevista, el que fue diputado regional por el PSC-PSOE cita en varias ocasiones una rueda de prensa que dará dentro de diez días, si la sentencia se hace firme.

- ¿Se siente más inocente ahora que hace 13, siete o dos años?

-En absoluto. Uno se siente igual de inocente el primer día en que presentaron la denuncia que ahora que ha salido la sentencia.

El cambio es que antes mi inocencia la proclamaba yo junto con algunos amigos y conocidos, y ahora la inocencia la propugna la sentencia, y ése es un cambio muy importante.

- ¿Cómo se siente al ver que el caso Guillén ha tardado 13 años en resolverse, además por unas cantidades de dinero muy pequeñas, y el caso Tindaya, donde han desaparecido 12 millones de euros, se archivó hace meses después de tres años de instrucción?

- La actividad delictiva puede venir agravada por la actividad económica, pero hay que perseguirla se trate de la cantidad de que se trate. Yo nunca defendí que se dejase de investigar este caso porque su cuantía sea reducida, y aquí lo que habría que destacar es el gasto que el caso Guillén ha supuesto a la Administración de Justicia. Al ser declarados inocentes, los gastos los tiene que pagar la Administración. Lo que me temo es que al final, a los peritos, después de haber pasado un mal trago, ni siquiera les paguen los honorarios, porque a estas alturas aún no se los han pagado.

- ¿Qué relación tiene el caso Guillén con el caso Tindaya, al margen de que en ambos la acción popular la haya ejercido Justicia y Sociedad?

- Sí que tiene relación, pero no tanto el caso Guillén, sino el caso Carmelo Padrón, que es en lo que se convirtió el caso Guillén. Especialmente cuando estoy en el Parlamento y me dedico a llevar el control del Gobierno en materia de Tindaya, el caso Guillén se reconvierte entonces en el caso Padrón. Uno de los efectos colaterales de esta reconversión del caso es que dejo el caso Tindaya, y no solamente en el ámbito parlamentario sino también en el ámbito judicial.

- ¿Cree que la judicialización de su vida política está relacionada con su empecinamiento en intentar probar que tras el proyecto de Tindaya hubo algo oscuro?

- La reconversión del caso Guillén en el caso Carmelo Padrón, desde luego, sí que es una judicialización de la vida política de un diputado. En aquel momento intentaron amordazarme, primero con las amenazas de cómo iba el caso, y luego por el hecho que me llevó a dimitir del Parlamento, que fue cuando, tras varios años sin hacer declaración en los autos, el juez instructor hace algo tan espectacular como realizar un registro en el Cabildo de Gran Canaria, cuando ya hacía siete años que yo no era consejero.

Fueron grandes titulares de prensa en el mismo momento en que yo estaba haciendo una crítica dura al Gobierno por el caso Tindaya.

Además, se quiso conectar el caso Carmelo Padrón con otras actuaciones en el Ayuntamiento de Arucas que llevaron la instrucción a una situación inexplicable. Me veía imposibilitado para llevar a cabo la actividad parlamentaria y tuve que dimitir.

- ¿De qué tipo de amenazas habla?

- Eran momentos de debates duros y el enfrentamiento lo tenía con Lorenzo Olarte. Él decía que cómo era capaz de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. En aquel momento dije que yo habré podido cometer errores administrativos y habré podido meter la pata, pero no la mano. Le animé a que subiera a la tribuna y dijera lo mismo, y a día de hoy no lo ha hecho. Yo tenía asumido que en la medida en que fuera más crítico con el Gobierno las actuaciones judiciales iban a tener una línea y otra, y así fue, las actuaciones del caso Guillén aparecían como el Guadiana, por momentos y en fechas electorales, lo que hacía un daño personal, profesional y al Partido Socialista.

- ¿Cree que hay jueces en Canarias que participan en lo que se ha llamado judicialización de la vida política?

- Yo al poder judicial nunca lo he tenido en una peana. Tanto el poder legislativo, como el poder ejecutivo, como el judicial y ahora el cuarto poder, el de los medios de comunicación, no son poderes inocuos, que tengan como objetivo la defensa del interés público. Tienen actuaciones inexplicables desde la defensa del interés público, y yo no me caigo de un guindo, porque nunca he tenido como unos santos a los jueces, porque son personas, pero son el poder que tiene una mayor capacidad de limitarte; pueden privar de libertad a una persona y años después se demuestra que son inocentes. Me gustaría que el poder pudicial estuviese absolutamente descontaminado de la actividad política, porque los jueces cada vez disimulan menos. La gran reforma pendiente es la del Poder Judicial, porque hay que hacerlo más independiente del poder legislativo y el ejecutivo.

- ¿Cree que se utilizó la Justicia para cerrarle la boca por el caso Tindaya?

- Después de esta sentencia, necesito diez días para reflexionar y para ser dueño de mis palabras. Ha habido imputados que no hubieran estado sufriendo durante tanto tiempo si algunos no hubiéramos sido cargos públicos. Necesito diez días para que mis palabras no tengan efectos secundarios.

- En el juicio, cuando se le concedió la última palabra, dijo que se encontraba bien en el mundo de la docencia, pero que otros decidieron por usted. ¿A quién se refería?

- Yo he tenido una vocación, que es la política, aunque el ambiente universitario me hace ser libre. Ahora bien, a raíz de mi dimisión como diputado me tuve que dedicar a otras actividades profesionales, y esta manera de cómo se ha reconducido mi vida en los últimos años no la decidí yo. ¿Quiénes son los responsables de que yo dejara la actividad pública? Pues, sin duda alguna, la Administración de Justicia, que ha alargado excesivamente este proceso. Queríamos celebrar el juicio cuanto antes, aunque fuera el día de reflexión, porque ha quedado probado que la instrucción es absolutamente desproporcionada con lo que al final recoge la sentencia.

- Dijo el otro día, al conocer el resultado de la sentencia, que alguien debería dar explicaciones. ¿Se refería a una o más personas?

- Me refería a la Administración de Justicia, y como comprenderá, cuando digo la Administración de Justicia no le estoy pidiendo explicaciones al presidente del Consejo General del Poder Judicial, se las estoy pidiendo a los que intervinieron durante la instrucción.

Y también me refería a los que llevaron a cabo actuaciones políticas en este asunto.

- Diga nombres.

- Pido diez días para contar toda la historia, pero espero que algunos, de forma anticipada, pidan disculpas de oficio. Aspiro a eso, y sé que me van a decir que soy un ingenuo. Y cuando digo algunos no sólo me refiero al ámbito judicial, que eso no lo espero, pero en su momento diré quiénes deberían pedir disculpas, porque de algunos lo espero, puesto que les sigo teniendo estima.

No voy a mirar para atrás con ira, pero no soy un olvidadizo, y esto no es una amenaza. Tengo la suerte de tener amigos en Coalición Canaria y en el Partido Popular, a pesar de todo.

- ¿De verdad cree que la Fiscalía le puede hacer daño?

- A la Fiscalía hay que agradecerle que haya sostenido la acusación, porque si no lo hubiera hecho no se habría celebrado el juicio.

Cualquier sobreseimiento de esta causa hubiera dejado interrogantes, porque con el juicio se han resuelto todos ellos. Otra cosa es que el escrito de acusación de la Fiscalía fuera desproporcionado; además, su comportamiento no ha ido en busca de la verdad, porque todavía hoy me sigue provocando terror leer el escrito de acusación.

- ¿Qué opina de la retirada de Justicia y Sociedad el día del inicio del juicio?

- Desde el punto de vista de la celebración del juicio era mucho más llevadero con la retirada, porque, objetivamente, la retirada era más favorable a los imputados. Lo que creo es que Justicia y Sociedad debió resolver esto muchísimo antes, sobre todo cuando vieron las connotaciones de la utilización de las actuaciones judiciales en beneficio político. No seré yo de los que critiquen a Justicia y Sociedad por presentar una denuncia a la vista de unas actuaciones que pudieran tener indicios delictivos, yo eso no lo puedo criticar. Luego se dejaron instrumentalizar por organizaciones políticas, sin duda alguna, y es otra de las cosas que explicaré en diez días, porque eso la sociedad necesita saberlo.

- ¿Qué le pareció el auto de archivo de la querella de Tindaya?

- La querella presentada por el Gobierno contra personas concretas era radicalmente insuficiente. Quien presentó la querella debió meter a algunos querellados más que formaban parte del Gobierno.

Ojalá que el proyecto de Chillida fuera viable técnicamente, porque para Canarias tendría un valor superior al valor natural de la montaña de Tindaya. El auto de archivo se corresponde muchísimo más con la percepción del juez de que entre el Gobierno y los querellados había una cierta conexión. El juez tenía dos líneas: hacer lo que hizo o, desde luego, ampliar el campo de los querellados.

De todas formas, así como en el caso Guillén se sabe adónde fue el dinero, en el caso Tindaya la gente se sigue preguntando dónde están los 12 millones de euros. Podríamos decir que se han perdido casi de forma irremediable. En el caso Tindaya aún no está dicha la última palabra, ni desde el punto de vista de la intervención ni desde la exigencia de que la Administración de Justicia se involucre en saber dónde están los recursos que se han dejado en el camino.

- El auto de Tindaya habla de que era necesaria una connivencia del Gobierno para poder llevar a cabo una maniobra económica de tal magnitud. ¿Cree que el juez instructor se refiere a alguien?

- El Gobierno no era sólo el presidente y el vicepresidente, y la actuación que llevó a cabo el Gobierno siendo presidente Román Rodríguez fue una fuga hacia adelante. Tal como estaba planteada la querella yo era partidario de que el Partido Socialista se retirara del caso.

- ¿Cree que el juez debió actuar de oficio en el caso Tindaya e imputar a alguien más en vez de archivar la causa?

- Es inimaginable que, sabiendo que hubo una pérdida de recursos económicos, se haya archivado. El origen estaba mal planteado y, desde luego, entre la Fiscalía y el juez instructor pudieron reconducirlo, y no lo hicieron.

- Ha hablado esta semana de su vuelta a la política. ¿Cuándo y cómo?

- Hasta que la sentencia no sea firme sería una contradicción volver, luego me incorporaré al partido [PSC]. Desde hace seis años no hago actividad orgánica alguna y tengo el mono de la vida política. Quiero incorporarme al partido, porque el volver a la actividad pública aún está un poco lejano.

Sin duda, la Administración de Justicia es responsable de que yo abandonara la política por la dilación indebida del caso

Pido diez días para contar toda la historia, pero espero que antes algunos pidan disculpas de oficio por este asunto

Primero intentaron amordazarme con amenazas y luego con el registro del Cabildo, cuando yo hacía siete años que no estaba allí

Así como en el 'caso Guillén' todo el mundo sabe adónde fue a parar el dinero, en el 'caso Tindaya' la gente aún se pregunta dónde están los 12 millones de euros

El origen del 'caso Tindaya' estaba mal planteado, pero, desde luego, la Fiscalía y el juez instructor pudieron reconducirlo en su momento, y

no lo hicieron