Alemania y Marruecos han dado por enterrada la crisis diplomática abierta en 2021 con una simbólica visita a Rabat de la ministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbock, en la que los dos países han pactado reanudar su cooperación en todos los ámbitos y han reafirmado su apoyo al plan de autonomía marroquí para el Sáhara Occidental.

Rabat llamó a consultas en mayo de 2021 a su embajadora en Berlín como represalia por los «actos hostiles» de las autoridades alemanas, entre los que incluía acciones «graves» que ponían en cuestión la soberanía marroquí del Sáhara Occidental. Sin embargo, con el cambio de Gobierno y la llegada de Olaf Scholz a la cancillería, las relaciones se reencauzaron, en concreto después de que el Ministerio de Exteriores alemán reconociese el plan de autonomía marroquí para el Sáhara Occidental como una «importante contribución» a la resolución del conflicto.

Este pasado jueves, Baerbock y su homólogo marroquí suscribieron una declaración conjunta en la que Alemania reitera que el plan de autonomía de 2007 es «un esfuerzo serio y creíble» por parte de Marruecos, «una buena base para una solución aceptada por las dos partes». El mensaje se situaría un paso por detrás del respaldo dado a dicho plan por parte del Gobierno español, que ve en la iniciativa impulsada por el rey Mohamed VI como la fórmula «más seria, realista y creíble» para solventar el conflicto, anteponiéndola frente a cualquier otra.

Baerbock explicó que, en el tema del Sáhara Occidental, la visión de Berlín y Rabat sólo se diferencia en «matices». Alemania y Marruecos aprovecharon para respaldar la mediación de la ONU, delegada en su enviado Staffan de Mistura, y en la que Baerbock ve una vía para lograr «una solución política realista, pragmática, duradera y mutuamente aceptada por las partes».

En relación al tema migratorio, los dos ministros señalaron que se trata de un «desafío común». El Gobierno alemán reconoció los «esfuerzos» de las autoridades marroquíes para combatir la inmigración irregular.