Tres meses después de que finalizara la erupción del volcán Tajogaite, en Cumbre Vieja, en La Palma, las palas comenzaron a abrirse paso entre la lava para construir una carretera entre los barrios de La Laguna y Las Norias. Unos 3.200 metros de carretera serpentean entre la colada para recuperar la conexión entre el norte y el sur de la isla. El trazado atraviesa terrenos en los que hace un año se alzaban casas o invernaderos que fueron engullidos por el magma. Alrededor de 5.000 coches pasan a diario por esta carretera de emergencia, en la que todavía queda mucho trabajo por hacer, pero que permite realizar en 25 minutos un trayecto para el que había que emplear una hora y media, ya que era necesario desviarse por la cumbre.
El 4 de abril se puso en marcha una obra con miles de incertidumbres derivadas especialmente de las altas temperaturas a las que había que plantar cara. Los frentes de lava que hubo que abrir tenían entre cuatro y cinco metros de altura y la temperatura alcanzaba los 300 grados en superficie. «Teníamos que excavar un poco en una zona y dejarlo enfriar durante unos días mientras trabajábamos en otra área», explica Víctor Sánchez, coordinador de Seguridad y Salud de la obra de la carretera La Laguna-Las Norias, quien señala que este sistema obligaba a ralentizar los trabajos. El calor de la lava llegaba a los maquinistas que, por precaución, no podían salir en ningún momento de sus vehículos acondicionados. A lo largo del trazado detectaron puntos en los que la roca estaba todavía a 700 grados en superficie. Las condiciones extremas en las que trabajan hacen que las herramientas y la maquinaria sufran un mayor desgaste y requieran un mantenimiento permanente.
Para luchar contra los metros de roca que había que desmontar se pensó en realizar voladuras. Una técnica que se probó, pero resultó fallida. «Nos enviaron dinamita, pero por encima de 65 grados la ley no permite hacer voladuras», detalla Sánchez. Aún así, intentaron enfriar la zona con agua para agotar todas las posibilidades, pero tampoco funcionó. «Esa técnica hubiera supuesto un gasto importante de agua, porque había que echar mucha agua durante mucho tiempo para bajar muy pocos grados», advierte el coordinador de Seguridad y Salud. Así, solo quedaba emplear una técnica que resultó infalible, la paciencia para esperar a que la roca se enfriara y poder manipularla con la maquinaria.
En total se han retirado 86.000 metros cúbicos de material volcánico a lo largo de los 3,2 kilómetros de carretera. Las rocas y cenizas extraídas del desmonte se han reutilizado como árido para relleno. Es decir, que han jugado con las pendientes de la plataforma para que el balance de la obra sea cero. Lo que quitan de un lado lo ponen en otro e igualan el terreno.
En la vía no hay nada que sea definitivo y todavía quedan meses de trabajo para cumplir con el proyecto que va creciendo a medida que avanzan los trabajos. Ni siquiera hay una fecha prevista para el final de la obra. La prioridad es acabar la carretera y pavimentarla, para después añadir accesos a las viviendas que resistieron en algunas islas de la colada. Después de seis meses de trabajo, los primeros 500 metros ya cuentan con un pavimento romano, realizado con áridos del volcán machacados con cenizas y cal.
«Estamos empezando a preparar algunos accesos a las viviendas que están en pie y quedaron aisladas, para que los vecinos puedan acceder a ellas a recuperar enseres o documentación», señala Sánchez, quien detalla que todavía no se puede volver a vivir en estas casas porque no cuentan con los servicios básicos. Una vez terminada la vía, el siguiente paso es precisamente recuperar el saneamiento, el agua, el riego, la alta tensión o el alumbrado.
El Cabildo de La Palma instaló un aforador durante tres semanas para controlar el nivel de tráfico de la nueva calzada y calculó que 5.000 vehículos atraviesan a diario la carretera en los dos sentidos. El tramo de vía con mayor intensidad de tráfico de la isla tiene una afluencia de unos 12.000 coches al día, con lo que la nueva carretera soporta casi el 50% de la más utilizada porque se ha concentrado en ella el tráfico de tres carreteras cortadas por la colada –una por El Paso, otra por Los Llanos y otra por Tazacorte–.
Los usuarios de la vía pueden ver una señal de tráfico poco habitual, la de zona caliente. Un triángulo negro con una superficie humeante advierte de las altas temperaturas que se registran fuera del coche, por lo que no es recomendable parar el vehículo o bajar de él. «En algunos tramos el calor emana de los laterales y no se nota tanto, pero en otras sí se llega a notar la temperatura en los pies y los neumáticos de los coches sufren», advierte Sánchez, quien señala que la temperatura media de la carretera es de 40 grados, aunque en algunos puntos llega a los 200.
5.000
vehículos al día
- Unos 5.000 coches pasan cada día por la carretera nueva, que ahorra más de una hora de trayecto a los usuarios.
86.000
metros cúbicos
- Se han retirado 86.000 metros cúbicos de material volcánico a lo largo de los 3,2 kilómetros de carretera.
