Muere Juan Barreto, director de la tabaquera canaria Dos Santos

El empresario también era propietario de Quesos San Mateo, presidente de la Asociación Canaria de Industriales Tabaqueros y vicepresidente de Asinca

Juan Barreto Matos, director general de la empresa Dos Santos y propietario de Quesos San Mateo.

Juan Barreto Matos, director general de la empresa Dos Santos y propietario de Quesos San Mateo. / LP/DLP

Canarias pierde a un referente de la industria isleña. El empresario canario Juan Barreto Matos falleció el pasado domingo a los 69 años en su residencia de Santa Brígida en Gran Canaria. Dedicó 40 años de su vida a dirigir la empresa familiar Dos Santos, fabricante de Philip Morris en Canarias y productor de cigarritos, pero también fue dueño de Quesos San Mateo durante 14 años. Vicepresidente primero de Asinca, presidente de la Asociación Canaria de Industriales Tabaqueros (ACIT) y miembro de la junta directiva de la Confederación Canaria de Empresarios, Barreto nunca se desligó de la vida empresarial que siempre combinó con el amor hacia su familia. Su mujer, Inés, y sus hijas, Dácil, Gara y Yurena. 

Veterinario de profesión –número uno de su promoción en Córdoba– pasó los primeros años de su vida laboral atendiendo a los animales de los municipios de Teror, Valleseco, Firgas y Tejeda. Una etapa que dejó aparcada cuando en 1983 tuvo que ponerse al frente de la empresa familiar, la tabaquera canaria centenaria Dos Santos fundada en 1921, que hasta entonces dirigía su suegro, Joaquín Roberto Dos Santos. La compañía es ahora una de las principales fábricas de cigarrillos de Europa y mantiene acuerdos con empresas referentes del sector como Philip Morris. Son sus hijas, la cuarta generación, las que dirigen desde hace años la empresa que ya cuenta con más de 100 empleados. 

Los que lo conocieron destacan de Barreto «su visión» de la industria, su capacidad para reinventarse y su honestidad y modestia. El exvicepresidente de ACIT, Gustavo Ojeda, lo recuerda como un hombre «muy trabajador y emprendedor» implicado con su trabajo y capaz de «delegar» en sus hijas cuando llegó el momento. «Estaba pendiente de todo lo que pasaba en la empresa, pero siempre de forma discreta para darle su espacio a las nuevas generaciones», apunta Ojeda, quien destaca del empresario su «empatía y relación» con todos los trabajadores a su cargo. «Sus colegas, empleados y amigos lo recordaremos como un mentor íntegro y generoso, un líder respetado y una persona amable y cercana», apuntan desde la Asociación. 

Desde Philip Morris lo describen como una persona de mente abierta, de diálogo, de consenso y con el grado suficiente de inconformismo para llevar sus proyectos siempre un paso más allá. Además, destacan la humildad que le caracterizaba, a él y a toda su familia, quienes «nunca han querido hacer gala de su enorme aportación al tejido socioeconómico del Archipiélago». 

Su labor en la compañía Dos Santos la compaginó con su trabajo en la Administración Pública como Técnico en la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias. En 2009 decidió emprender otra aventura junto al exdirector general de Panrico Eidetesa, Severiano Déniz, y compraron Quesos San Mateo para intentar darle una segunda oportunidad. La fábrica estaba muy cerca de la casa de Barreto y se enteró de que si nadie lo evitaba, desaparecería para siempre. «Juan tenía la industria en la sangre y siempre se propuso darle vida a los proyectos canarios», recuerda Déniz, quien asegura que tras una renovación completa, fueron capaces de llevar a la marca a «todas las cadenas de distribución».

Lograron multiplicar la plantilla de 16 trabajadores a 45 empleados y obtener la certificación IFS. Eso sí, el proyecto ocupó gran parte de su tiempo. «En la última etapa no había tiempo para aficiones ni ocio, dedicaba todo su tiempo a sacar la empresa adelante y los proyectos con Philip Morris», afirma el empresario. Sus tardes libres, según cuenta Ojeda, se implicaba en las labores de abuelo y cuidaba a sus nietos. 

El presidente de la Cámara de Comercio de Gran Canaria, Luis Padrón, mantenía una relación cercana con el empresario y recuerda la defensa «tan grande» que hacía de la producción local de tabaco. «Era una persona encantadora, almorzar con él era un lujo, entre otras cosas, por su nobleza», apunta.