"Viviendo en La Gomera nunca me planteé aprender a programar": una joven canaria se hace un hueco en la final nacional de las Olimpiadas Femeninas de Informática

La estudiante de 15 años, Marina García, es la única canaria que ha logrado colarse entre las finalistas este certamen estatal para fomentar las vocaciones científicas de las niñas

Marina García en una visita a un museo.

Marina García en una visita a un museo. / Cedida

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Si hay algo que le apasiona a Marina García es resolver problemas a través de las matemáticas. Desde que tiene uso de razón, la joven gomera ha sentido una pasión prístina por los números. Un amor sincero que en los últimos años también le ha abierto las puertas a experimentar con códigos binarios y algoritmos. La pasión que la adolescente profesa por las ecuaciones y la programación es lo que ha conseguido que esta estudiante de secundaria sea la única canaria que ha conseguido hacerse un hueco en la final de las IV Olimpiadas de Informática Femenina. 

La emoción de la joven es notable, incluso al otro lado del teléfono. No en vano, no es la primera vez que trata de hacerse un hueco en esta competición nacional. "El año pasado me quedé dos plazas por debajo", rememora la joven. En esta edición se ha colado en el noveno puesto del total de quince disponibles. Y lo ha hecho tan solo un año después de empezar a aprender a programar. 

Su rápido avance por el complejo mundo de los códigos binarios demuestra su inteligencia y sus incansables ansias de conocimiento. "Me encanta hacer ejercicio de lógica matemática y practico mucho en casa", explica la joven. 

Pero gran parte de su desarrollo en esta área tiene relación con la tutorización que ha recibido por parte del mismo programa que organiza las olimpiadas, donde un grupo de voluntarias le ayuda a aprender a programar desde cero. De hecho, García insiste, en concreto, en la importancia de poder recibir clases gratuitas de manera online: "esto no hubiera sido posible en condiciones normales, en La Gomera no hay ninguna oportunidad para aprender a programar". 

Su madre, que ejerce como profesora de matemáticas en la Isla Colombina, ha sido quien le ha inculcado esa pasión. Ella ha sido su referente y su guía; la persona que le ha hecho amar las sumas, restas, multiplicaciones y divisiones por encima de todo. "Siempre me ha animado a hacer lo que quiera, pero a mí esto me encanta", revela la joven. 

Y si su madre le hizo apreciar las matemáticas, sus tutoras del programa han hecho lo propio con la informática. "Mi profesora, María Lucía Aparicio, estudió en Barcelona y consiguió la medalla de oro en la Olimpiada Informática Femenina Europea. La tengo idolatrada", asegura. 

Pese a su corta edad, García es consciente de lo importante que es tener una figura femenina cercana que le enseñe las bondades que hay en estos estudios. "Sin ellas quizás podría haber llegado a este mismo punto, pero no es lo mismo", asegura. Y es que ella, como la mayoría de las mujeres que se acaba dedicando a carreras científico-técnicas o STEM (siglas en inglés de Ciencia, Tecnología, Ingeniería e Informática), se ha llegado a sentir fuera de lugar en un mundo que, a día de hoy, siguen dominando los hombres. 

"En segundo de la ESO participé en un torneo de Canarias de matemáticas y llegué a la fase nacional que se celebró en Albacete", rememora. Y es que García participó durante dos cursos García en el programa Estalmat Canarias para el fomento de las vocaciones científicas y la creatividad, impulsado por la Consejería de Educación, Formación Profesional, Actividad Física y Deportes. En todos estos cursos siempre hubo más chicos que chicas, pero la palma se la llevo la Olimpiada Informática provincial donde apenas eran dos chicas frente a más de una docena de chicos. "Impone un poco más", revela e indica que, en ocasiones, sentía "que no debía estar ahí". 

García admite haber sentido alguna vez "fuera de lugar" al participar en concursos mixtos

De ahí que considere de vital importancia iniciativas como la que proponen las olimpiadas en las que participará el próximo mes de marzo. 

"Esta iniciativa ha surgido de la brecha entre chicos y chicas en informática", explica la joven. No en vano, este programa se creó precisamente para incentivar la vocación en las mujeres, que en Canarias apenas representan el 17% de los alumnos de nuevos ingreso a la carrera de informática. 

Con ese afán por motivar a las niñas, el programa no solo contempla la realización de este concurso, también está formado por una importante parte de docencia. En concreto comprende, además, clases gratuitas y por videoconferencia de programación para todos los niveles, aula virtual y un servidor de Discord para la comunicación entre las participantes, donde pueden comentar problemas y teorías, plantear dudas y crear una comunidad de programadoras en edad escolar.

Las clases telemáticas se imparten sábados y domingos, y se organizan por niveles, desde el nivel introductorio al competitivo avanzado, para trabajar con el lenguaje de programación C++ y abarcar diferentes aspectos que van desde la recursividad a los grafos, pasando por el denominado backtracking o la programación dinámica. "Te enseñan desde cero y van subiendo el nivel, yo en dos o tres meses ya sabía programar", explica la joven. 

García se enfrentó a una compleja prueba de programación online para llegar a la final

Para optar en el puesto en la final, García se enfrentó a una compleja prueba a la que concurrieron decenas de estudiantes de toda España, en la que tenía que resolver, en apenas cuatro horas, seis problemas informáticos. "Les teníamos que plantear un código y los jueces nos decían si era correcto", explica, y recuerda que fueron momentos de mucha tensión. "Ibamos viendo la clasificación en directo". 

En la final, cuya celebración está prevista entre el 7 al 10 de marzo en Barcelona, García competirá junto a sus 14 compañeras de todos los rincones de España por una medalla de oro, una de plata y dos de bronce. La que lo haga mejor representará a España en la Olimpiada Informática Femenina Europea (EGOI). La joven asegura no sentirse nerviosa aún, aunque no esconde que la situación cambiará a medida que se acerque el gran día. "Es la primera vez que viajo sola", confiesa. 

Aunque a sus 15 años aún no se ha decantado por ningún futuro profesional, García tiene casi claro que consagrará su vida a la ciencia. "Me gustan las mates, la informática y la ingeniería aeroespacial", relata. También la Física, aunque admite que aún no ha llegado a recibir tanta formación al respecto. Pero Marina García no cierra ninguna puerta. "Nunca se sabe, también podría dedicarme a las letras o las artes, porque me encantan los idiomas", asegura.