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Opinión

La crisis institucional del CB Gran Canaria

La crisis institucional que atraviesa el CB Gran Canaria merece una reflexión profunda. Un análisis serio y riguroso sobre la peligrosa deriva de una entidad sumida desde hace tiempo en el caos. Sin rumbo ni planificación ni proyecto de futuro. Más allá de los malos resultados deportivos cosechados en este decepcionante inicio de temporada, la situación es insostenible, crítica. Los síntomas de deterioro son más que evidentes. Hemos tocado fondo. Urge un cambio de estructura, de modelo de gestión. Un giro radical de 180 grados para taponar las vías de agua y evitar el naufragio definitivo. No podemos perder más tiempo. Necesitamos aire fresco. Un golpe de timón. Y eso pasa, como establece la normativa europea por la que se rigen las Sociedades Anónimas Deportivas, por despolitizar y enajenar la entidad, dando entrada en el consejo de administración a nuevos gestores con acreditada solvencia y experiencia profesional en el deporte de élite. Está en juego la imagen, el prestigio y la supervivencia de un equipo que se desangra por la desidia del Cabildo de Gran Canaria, con el presidente Antonio Morales (NC) y el consejero de Deportes, Francisco Castellano (PSOE), como principales responsables del desmoronamiento de un club que ha sido hasta ahora el orgullo de toda una Isla.

En los últimos años, el día a día del CB Gran Canaria ha estado marcado por la inestabilidad institucional –con cuatro presidentes en apenas un lustro-, la absoluta falta de transparencia y los continuos escándalos en torno a una gestión económica y deportiva a todas luces mejorable. Desde el frustrado acuerdo con el fondo de inversión americano que apareció de la nada con un millón de euros bajo el brazo y nunca más se supo, pasando por el estrepitoso fracaso en la búsqueda de patrocinadores privados o la cada vez menor afluencia de público al Gran Canaria Arena (antes de la pandemia), todo ha sido una cadena de despropósitos. No hace falta ser un experto para saber que algo está fallando, que no se están cumpliendo los objetivos a pesar de que el Cabildo sigue incrementando año tras año la aportación de dinero público, casi la mitad de los 8,6 millones de euros del presupuesto aprobado para la presente temporada. Y, lo que es más grave, todas estas turbulencias internas están afectando al rendimiento deportivo, alejando cada vez más a una afición harta y desilusionada.

Antonio Morales, como presidente del Cabildo y máximo responsable de la situación actual, no puede seguir escondido ni un minuto más. Es su deber y obligación dar la cara y explicar a la masa social, a los abonados y a toda la sociedad grancanaria cuál es su hoja de ruta, su plan (si es que tiene alguno) para devolver al CB Gran Canaria al sitio que por nombre e historia le corresponde. No podemos seguir malgastando recursos públicos en un proyecto abocado al fracaso por la incompetencia de quienes hoy manejan las riendas de la entidad desde los despachos de la Casa Palacio. Sin ser capaces siquiera de acometer lo que mandan las normas deportivas para un club de este tipo, que día a día suma más pérdidas económicas, más pleitos en los juzgados y menos afición en las gradas.

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